El ataque de Estados Unidos (EEUU) contra un destacado comandante iraní en Bagdad disparó este viernes el precio del crudo Brent, que llegó a alcanzar los 69,50 dólares el barril, entre los temores a que el incidente afecte a la producción global.
Al tiempo que se avivaba el miedo a un nuevo conflicto en el Golfo, la cotización del barril del petróleo de referencia en Europa para entrega en marzo -que tocó un máximo desde el pasado septiembre-, cerró hoy la sesión con un aumento del 3,54 % frente a la negociación previa, al situarse en 68,60 dólares.
El analista Christopher Haines, de la empresa británica Energy Aspects, dijo este viernes a Efe que la notable subida del crudo obedece mayoritariamente al "riesgo geopolítico" que dicha acción militar conlleva, debido a "la incertidumbre sobre la posible respuesta por parte de Irán".
"Los iraníes calcularán cualquier respuesta y es poco probable que sean temerarios e imprudentes en su represalia, y esperamos que esperen su tiempo", opinó ese experto.
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Asimismo pronosticó que "los precios del petróleo deberían calmarse en los próximos días, aunque dada la incertidumbre de dónde y cuándo Irán puede contraatacar, se mantendrá una prima de riesgo".
Por su parte, el precio del petróleo intermedio de Texas (WTI) cerró este viernes con una fuerte subida del 3,1 % y se situaba en 63,05 dólares el barril, debido al ataque estadounidense anoche en Bagdad.
Las tiranteces entre EEUU e Irán han ido en aumento desde que Washington se retirara del acuerdo nuclear pactado entre la República Islámica y otros países, y que el presidente norteamericano, Donald Trump, volviera a imponer duras sanciones contra esa nación.
Los analistas temen ahora que este nuevo incidente ponga en riesgo los suministros energéticos en la región y que, al encontrarse allí varios de los principales productores mundiales, éstos puedan verse afectados en el caso de un enfrentamiento militar de mayor alcance que implicara a Irán.
Alrededor de un quinto de los suministros de petróleo global pasa a través del Estrecho de Ormuz, un enclave estratégico entre Omán e Irán.
Algunos expertos contemplan también algún tipo de represalia iraní contra instalaciones petroleras de otros países en la región.
Desde la firma de inversores online Share Centre expresaron inquietud porque en Oriente Medio el ataque de EEUU se perciba como "una declaración de guerra".
En el ataque aéreo perdieron la vida Qasem Soleimani, comandante de la Fuerza Quds de los Guardianes de la Revolución de Irán, y el vicepresidente de las milicias chiíes iraquíes Multitud Popular, Abu Mahdi al Mohandes.
El general Soleimani era el encargado de las operaciones fuera de Irán de los Guardianes de la Revolución y ha estado presente sobre el terreno en Siria y en Irak, supervisando a las milicias respaldadas por Teherán en ambos países árabes.
El Reino Unido hizo hoy un llamamiento "a todas las partes" a fin de rebajar tensiones, mediante un comunicado divulgado por su ministro de Exteriores, Dominic Raab.
"Siempre hemos reconocido la amenaza agresiva que ponía la fuerza Quds iraní liderada por Qasem Soleimani. Tras su muerte, pido a todas las partes bajar la tensión. Un conflicto mayor no es de nuestro interés", alertó ese titular.
Por su parte, Jeremy Corbyn, el líder saliente del Partido Laborista -principal grupo opositor del Ejecutivo británico-, tildó el ataque de "asesinato" e instó al Gobierno de Boris Johnson a plantar cara a las "acciones beligerantes" de Estados Unidos.
El prominente diputado conservador Tom Tugendhat, ex presidente del comité de Asuntos Exteriores en el anterior Parlamento británico, se mostró hoy crítico con Washington por no haber, al parecer, alertado al Reino Unido sobre sus planes.
Según la BBC, la Administración de Trump no habría informado previamente al primer ministro, Boris Johnson, un extremo que no ha confirmado todavía el Ejecutivo conservador.
En respuesta a lo ocurrido, el líder de la Revolución Islámica de Irán, el ayatola Ali Jamenei, ha amenazado con "una dura venganza" a aquellos que asesinaron al comandante iraní.
El incidente se produce entre la creciente tirantez entre Washington y Bagdad después de que seguidores y miembros de Multitud Popular asaltaran la embajada de EEUU en Irak el 31 de diciembre.
El secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, dijo que la operación se efectuó "en respuesta a amenazas inminentes" para su país.