Una tragedia se registro en Estados Unidos este fin de semana cuando las autoridades reportaron la muerte de un pequeño de un año, y tres más heridos, luego de una intoxicación con fentanilo en medio de una guardería.
El hecho desató el rechazo de la comunidad local.
El hecho se desarrolló en el Bronx de Nueva York, según le informaron las autoridades al medio local New York Post, en la zona conocida como Kingsbridge.
El grupo de cuatro niños entre 8 meses y 2 años de edad fueron hallados inconscientes en el sótano del establecimiento.
Al parecer, los niños se habrían bajado al sótano para dormir la siesta y sobre las 2:30 de la tarde trataron de despertarlos sin éxito; 10 minutos después de que los menores no abrieran sus ojos llamaron a las autoridades y a emergencias, tres de ellos estaban inconscientes y uno murió en medio de la intoxicación, según el portal citado.
Las autoridades se encuentran investigando qué causó la intoxicación de los pequeños, sin embargo, preliminarmente se informó que estos niños habrían podido haber consumido fentanilo dentro de sus alimentos.
“Estaban pálidos e insensibles (...) La boca [de uno de los chicos] estaba, como, abierta. Yo estaba como, ‘Oh, Dios mío. Yo tampoco puedo hacer nada al respecto’”, afirmó una mujer para el medio citado, detallando el momento en el que se encontró a los pequeños en la guardería Divino Niño.
“Ella estaba gritando pidiendo ayuda. Ella gritaba y decía: ‘¡Los niños están muertos! ¡Los niños están muertos!’ varias veces”, agregó la mujer en su entrevista, resaltando el terror que vivieron los cuidadores al encontrar a los pequeños inconscientes.
“Es una guardería legítima. Es completamente nueva. Solo unos pocos niños, en su mayoría bebés. Son personas tan decentes (...) Los vi arreglar todo el lugar. Era hermoso, todo de acuerdo con el código de la ciudad. Si tuviera un bebé, lo enviaría allí”, sentenció la mujer resaltando que fue toda una tragedia y que, hasta el momento, no se tenían quejas sobre el lugar.
Joven murió a causa del fentanilo
La familia de Sebastián Zimbrón vivía en Bluffton, una pequeña ciudad al sur de Carolina (Estados Unidos).
Comenzaron a tener problemas luego de que el joven, a los 15 años, recibió unas tabletas de alguien que se las ofreció en la secundaria.
La oxicodona es un potente analgésico opioide ampliamente recetado por médicos en los Estados Unidos.
Los problemas no terminaron ahí.
“En aquel momento lo encontré en el cuarto, tartamudeando. No podía hablar, le faltaba el aire y estaba vomitando. Al llegar al hospital, el médico le comentó que había tenido ‘suerte’, ya que al duplicar la dosis no había experimentado consecuencias graves. Pensamos que había aprendido la lección”, afirma Ana.
Y años después, aquel episodio no seria historia.
“Regresó a la casa cuando tenía 20 años. Empezó a recaer una vez aquí. Cambió el Percocet por la oxicodona, ambos medicamentos para el dolor. Por eso, hay que tener mucho cuidado ahora, porque te puedes volver adicto con las recetas de los hospitales. En ese momento, él me dijo: ‘Mami, perdóname. He tratado de hacerlo, quiero hacerlo, pero no soy capaz. No puedo más. Esto me gana’”.
Ana cuenta que, al no conseguir los fármacos, Sebastián (como muchas otras personas dependientes a los opioides) empezó a buscar en el mercado negro las pastillas M30, una forma química que se comercializa de forma ilegal y que suele contener el opioide fentanilo o metanfetamina.
Cantidades irregulares ponen en riesgo la salud de quien las consume.
“La mayoría de personas que consumen M30 saben que lo mezclan con fentanilo. Nosotros creemos que Sebastián sabía. Yo no tenía ni idea de qué era el fentanilo hasta el momento en que recibimos el resultado de la autopsia de Sebastián, que nos indicaba que el cuerpo de mi hijo de 22 años tenía un nivel de fentanilo demasiado alto, tanto como para que tres personas murieran por sobredosis”.