Petro no es el primer mandatario colombiano que sale a un balcón del palacio presidencial. Del de San Carlos (actual Cancillería) escapó Simón Bolívar a un atentado. Rafael Núñez gobernaba desde un balcón de su casa en Cartagena, el General Rojas Pinilla convocaba juramentos masivos de lealtad en los balcones del capitolio y Virgilio Barco salió por otro de los varios balcones que tiene la Casa de Nariño a saludar una multitud, vestido con la camiseta amarilla de Lucho Herrera cuando ganó la vuelta a España.

El discurso en el balcón da para todo porque para un presidente el hecho de asomarse por allí ya es un postulado: el caudillo frente a su pueblo. Mussolini lanzaba sendas declaraciones de guerra los ‘sábados fascistas’ desde el Palazzo Venecia, Juan Domingo Perón (que acogió a los nazis fugitivos) y su esposa Evita saludaban a sus ‘descamisados’ en el balcón de la casa rosada.

Hugo Chávez denominó al de Miraflores como el balcón del pueblo, desde allí cantaba y arengaba; Nicolae Ceaucescu, dictador rumano, hizo el último discurso desde su balcón ante una multitud y al día siguiente lo fusilaron, y el balcón de Buckingham Palace el sitio de encuentro entre la realeza y el pueblo británico, allí se han celebrado guerras, besos y matrimonios. Como dice Ricardo Silva en su columna en El Tiempo: desde el balcón “se reivindica a un pueblo ninguneado”. Pero del discurso a su participación nada.

El de Petro fue un monólogo (citando nuevamente a Silva) y la invitación a la plaza fue a dialogar. De la reforma no digo nada porque como la mayoría de los colombianos no la entiendo, hablo de la forma, que de fondo tiene mucho y más cuando cada palabra y cada gesto tienen un efecto bautizado como el ‘efecto balcón’ una reacción que alarma los mercados, dispara el dólar y asusta los inversionistas.

Esto no le está saliendo bien al Presidente, que además tiene enormes dificultades de comunicación, las marchas de la oposición a sus reformas fueron más concurridas que las del oficialismo, hay un agotamiento del discurso que ya comienza a verse en las cifras de popularidad y pronto en las de la economía si sigue dejando que cada ministro haga anuncios que ponen a temblar los mercados.

Particularmente la reforma a la de salud es una prueba para la frágil alianza que lo tiene con leves mayorías en el Congreso. Si no resuelve esto rápido allí está la oposición más dura frotándose las manos liderando las marchas gigantescas que hubo en Cali (ciudad petrista) y otras capitales contra las reformas, esperando el giro a la derecha ultra que van a dar pronto en el Perú y como van las cosas también en Chile.