Se nos viene el fin de este año, que normalmente ha sido alegre, con una Feria de Cali esplendorosa; también se acerca el final del primer año de gobierno del alcalde Alejandro Eder. Por el bien de los caleños, esperamos que, a su vez, termine bien.
Se avizoran no menos de cinco retos cruciales, no solo para finalizar el año, sino para continuar modelando su mandato y su legado.
La próxima semana inicia la COP16, de la cual hemos hablado en este espacio y el país entero y de la cual especialmente los caleños estamos pendientes. La ciudad y su gente se han preparado para recibir a los más de 15.000 asistentes. Los hoteles están ya copados, los restaurantes y los sitios para atender a los clientes potenciales también. La ciudad ha estado en obra, y esperemos que así se mantenga por los próximos años, no solo para embellecerla, sino para avanzar de manera decidida en la solución de un problema tan sentido y tan grande como el deterioro de sus vías. La zona azul y la verde están listas para los eventos. La ciudad y su gente sueñan con la COP16 y han trabajado para que todo salga bien; esperemos que los visitantes se comporten a la altura y el evento resulte de la mejor manera.
El alcalde debe seguir trabajando duro en la seguridad de la ciudad, entre enero y septiembre. Los homicidios se han reducido en un 9%. Los hurtos también bajaron, los de personas en un 5% y al comercio en 21%; los realizados dentro del sistema de transporte masivo MÍO, en un 42%. Sin embargo, la percepción ciudadana sobre la seguridad, que es uno de los asuntos de mayor preocupación, todavía no es la mejor y se debe seguir trabajando en ella.
La ciudad, como lo acabo de describir, ha estado en obra; la malla vial ha sido la prioridad: se han reparado puentes, como el del Club Colombia; se han pintado muros y puentes que estaban ‘grafitiados’; se han demarcado las vías; se ha avanzado con parques que estaban por terminar. En fin, se ve el trabajo duro, pero lo mejor es que las obras se están entregando a la comunidad a tiempo y sin sobrecostos. El reto que se tiene es seguir haciéndolo, pues para organizar la malla vial se necesita cubrir más de 1.600 kilómetros, que es como ir a Bogotá y volver. La meta de estos cuatro años del mandato de Eder es la mitad, llegar a 800 kilómetros; es decir, pavimentar de aquí a Medellín, más o menos. Adicionalmente, estar en obra genera trancones y dificultades de movilidad, lo cual incomoda a la ciudadanía.
Se apronta la discusión del presupuesto distrital en el Concejo, donde se deben destinar los recursos para afrontar el 2025 y los programas y proyectos establecidos en el plan de desarrollo para ese año. La clave está en asignar los recursos necesarios para iniciar a tiempo los programas sociales como comedores comunitarios y el PAE, que históricamente quedan desfinanciados. Sumado a esto, el alcalde ha estado hablando de la necesidad de un nuevo endeudamiento por 3,5 billones. Nos ha venido diciendo que para volver a crecer como ciudad y económicamente, hay que invertir. Para que Cali sea grande, debe terminar parte de las obras inconclusas como las megaobras, pavimentar 800 kilómetros, hacer más parques, becar más estudiantes, remodelar colegios y escenarios deportivos, mejorar el manejo del agua rural, entre muchas otras obras y proyectos por hacer. Para esto se requiere mucho dinero, que la ciudad no tiene, y para poder hacerlo, toca endeudarse.
Los desafíos son gigantes y esperemos que el alcalde los pueda sortear. Así como el último reto del año, que es cerrar con una maravillosa Feria de Cali.