*Monseñor Edgar de Jesús García Gil, obispo de Palmira.
El profeta del Antiguo Testamento, imagen anticipada del profetismo de Jesús, tiene varias funciones bien definidas. En la primera lectura de hoy tomada del profeta Ezequiel descubrimos que el Señor dice a su elegido “A ti, hijo de Adán, te he constituido Centinela del pueblo de Israel”.
Este título es muy significativo para comprender la misión que Dios nos confía, descrita como “pastores del pueblo de Dios”. Son pastores o centinelas los que tienen la misión de cuidar a sus hermanos: Padres de familia, maestros, dirigentes de comunidades, religiosos, diáconos, sacerdotes, obispos, el papa Francisco. Describamos algunas características:
Están respaldados por Dios. “Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estaré yo en medio de ellos” Mt. 18,20.
Enseñan la palabra de Dios. Es su alimento diario. Cumplen su misión por la ley del amor: “La Ley se cumple en su totalidad con el amor”: Rom. 13, 8-10.
Cuidan. Vigilan como el padre que cuida con amor a su hijo para protegerlo del mal, de los peligros, de los caminos torcidos, de las malas influencias. No es un vigilante que castiga a la primera equivocación.
Advierten. Enseñan y explican la palabra para que nosotros la entendamos y actuemos según ella.
Acompañan el camino de la vida del Pueblo de Dios. Van junto a nosotros y con su presencia garantizan el apoyo y la fraternidad de la comunidad.
Llaman la atención cuando la necesitamos para caer en la cuenta de nuestras equivocaciones. ¿Mujer nadie te condena? Vete y no peques más.
Hacen corrección fraterna: primero a solas, segundo con dos testigos, tres con la comunidad. Práctica que Jesús nos enseñó para solucionar los problemas de relación entre nosotros antes de llevar el asunto al juez.