Consuelo Triviño es un caso ejemplar de escritora académica, dicho en el buen sentido de la expresión. Ella es una narradora muy fecunda. En su vida, que ya es larga, ha escrito seis libros de cuentos y cinco novelas, además de dos biografías, de Cervantes y de José Martí. Que también es una investigadora rigurosa, autora de la edición crítica de los diarios de José María Vargas Vila, tan exaltado y vilipendiado en su vida, tan olvidado ahora.
Y por esta época, viene de publicar en la prestigiosa editorial Cátedra de Madrid, una rigurosa edición crítica de Ingermina o la hija de Calamar de Juan José Nieto, quien, como se sabe, ha sido reivindicado como ‘el primer presidente negro de Colombia’ y cuyo retrato oficial fue incorporado a la galería de retratos presidenciales de la Casa de Nariño por el entonces presidente Juan Manuel Santos, en un acto tan solemne como tardío. Lo hizo pocos días antes de abandonar la presidencia.
Consuelo, que ha escrito un estudio introductorio de cien páginas de esta que es la primera edición española de la novela de Nieto, descree o al menos relativiza estas afirmaciones contundentes. En primer lugar, afirma que Nieto no fue un negro, si acaso un ‘negro claro’, como cantaba Celia Cruz, porque era hijo de un español y de una criolla, por lo que probablemente sería un mestizo, como somos la gran mayoría de los colombianos y colombianas.
En este punto habría que sospechar que lo que realmente le pasó fue que lo ‘negriaron’ las minorías racistas de Bogotá, de Popayán o de la misma Cartagena de Indias, que presumían, y aún presumen, de una ‘limpieza de sangre’ ya por entonces muy dudosa.
Consuelo también matiza el título de ‘Presidente de la República’, por cuanto él lo que fue realmente fue presidente del Estado soberano de Bolívar, que solo fugazmente ejerció la Presidencia de una República que entonces, como ella recuerda, era federal.
En cuanto al género literario de Ingermina, afirma que puede calificarse de novela, aclarando eso sí, en primer lugar, que una parte importante de la misma está dedicada a la historia de Cartagena. Destacando, en segundo lugar, que en cuanto a novela romántica, cabe decir que es la primera de su género publicada entre nosotros. Fue en 1853, mientras María de Jorge Isaac se publicó en 1857. Aquella vez los impresores eran jamaiquinos que no sabían castellano, de allí los muchos errores ortográficos que Consuelo ha corregido.