Hasta hace muy poco tenía la convicción que Roy Barreras jamás sería Presidente de Colombia. Ahora no apostaría contra esa posibilidad.
Admito que menosprecié la capacidad política de Roy. Durante mucho tiempo lo vi como un politiquero más, como un lagarto que se arrimaba al sol que más alumbraba y como un traidor que, en el fondo, solo trabaja en función de sus propios intereses.

Sin duda, nuestro coterráneo es todo eso. Pero mucho más: un verdadero animal político, dueño de un olfato y de una capacidad única para moverse en las catacumbas de esa actividad. Y de organizar las cosas de tal manera que al final él les pueda sacar provecho.

Lo que hizo con Petro y el Pacto Histórico fue una jugada maestra. Tras cuatro años en el ostracismo, logró reencaucharse poniéndose la camiseta del Petrismo. El actual Presidente aceptó a Roy en sus huestes, convencido de que su olfato político le podía servir para llegar a la Presidencia. Una vez alcanzó ese cargo, Petro entendió que la persona indicada para alinear el Congreso para que la aprobara las reformas que pretendía implantar era el senador vallecaucano.

El error de Petro fue pensar que podía usar a Roy para materializar sus pretensiones y nunca intuir que corría el riesgo de que Roy terminara usándolo a él. Lo cual, por cierto, habla mal del olfato político del Presidente. Bastaba con fijarse como usó Roy a políticos tan curtidos como Vargas Lleras, Uribe y Santos, para percatarse del peligro al que se exponía.

A estas horas el Mandatario ya ha debido caer en cuenta de ello. Muy tarde. Fiel a su costumbre de voltearse para el lado que más le conviene, Roy decidió marcar distancia de un gobierno que ha venido perdiendo prestigio y popularidad por cuenta del radicalismo de algunos de sus miembros.

Y optó por fundar su propio partido, que denominó la Fuerza de la Paz, proclamándose como un petrista de centro. El mensaje que mandó nuestro paisano es que él tiene lo bueno del petrismo, la sensibilidad social, pero carece de lo malo, sus tendencias extremistas.

De cara a las elecciones regionales, en las barbas de Petro, Roy le armó la competencia al Pacto Histórico y entró a pelear por los votos de esa coalición, usando como principal bandera su petrismo moderado. ¿Quién usa a quién?

Lo peor para Petro es que no puede chistar ante esta jugada, que lo debe tener furioso. Él sabe que necesita al Presidente del Senado para aprobar las reformas que cursan en el Congreso. Que Roy haya presentado su partido justo cuando esas reformas comienzan a debatirse no es casualidad. Y a Petro le tocó tragarse ese sapo.

Por supuesto que el objetivo de Roy no son las elecciones regionales. Esas son apenas una etapa en su proyecto que es llegar a la Presidencia. Y como dije al principio, ya no estoy tan seguro de que eso sea un imposible.

Que Roy sea presidente sería una tragedia para Colombia: él encarna todos los vicios de la política nacional: el clientelismo, la deslealtad, el transfuguismo, los pocos escrúpulos en el manejo de los recursos del Estado. Pero es tal la mediocridad de nuestra clase política, que un personaje con semejante perfil termina de estrella y poniéndose de primero en el partidor de la carrera presidencial.

Para el Valle sería una vergüenza que el primer presidente oriundo de la región en más de un siglo termine siendo semejante animal... político.