Da la impresión de que la gente del Pacto Histórico está haciendo todo lo que está a su alcance para NO ganar las elecciones presidenciales.
En casi cuatro décadas que llevo en el periodismo, no había visto a ningún candidato meter la pata tantas veces como lo ha hecho Gustavo Petro y la gente que lo rodea.

El primer error que cometieron fue aceptar en sus toldas al político más odiado del país: Roy Barreras. A Roy no lo quieren ni en el uribismo, ni en el santismo, ni en el Partido Liberal, ni en Cambio Radical y próximamente tampoco en el Pacto Histórico. Y mucho menos lo quieren los electores por lambón, tránsfuga, clientelista, desleal y lagarto, entre otras ‘virtudes’.

Risa me produce ver cómo Roy pretende convertirse en el principal escudero de Petro, tal como lo hizo con Vargas Lleras, Uribe y Santos. Y faltan datos de otros municipios. Como proclamaba Joseph Fouché, tenebroso personaje de la Revolución Francesa, el de Roy es el partido de las mayorías. O sea, el que él cree que va a ganar.

Pero nuestro paisano no es el único personaje nefasto que ha recalado en esas filas. Armando Benedetti, involucrado en escándalos como el del cartel de la hemofilia, también amaneció petrista un buen día.

Y qué tal Piedad Córdoba, a quien su más cercano asistente sindica de haber manipulado la liberación de secuestrados, de acuerdo a sus conveniencias políticas, y de ser ‘socia’ de Alex Saab, el mayor lavador de activos del régimen de Nicolás Maduro. Petro trató de enmendar ese error cuando ya Teodora, perdón, Piedad, está elegida senadora por el Pacto Histórico, con lo cual lo que le ocurra necesariamente salpicará al candidato de esa coalición.

Petro, además, puso en su contra a los transportadores, a quienes responsabilizó públicamente de los bloqueos y afectaciones que se presentaron en las vías nacionales durante el paro nacional del año pasado. Y luego convirtió en enemigos a los afiliados a los fondos de pensiones, al asegurar que esos recursos pertenecían al Estado, y al anunciar que, de ser Presidente, acabaría con esos fondos.

Pero la metida de pata mayor fue la visita que hizo Juan Fernando Petro, el hermano preferido del candidato, a los más tenebrosos delincuentes que están recluidos en la cárcel de La Picota.

No se sabe qué fue peor, si esa visita o las explicaciones que dio Petro para justificarla. Primero dijo que se proponía extender un ‘perdón social’ a los delincuentes, lo que después negó. Y como uno de los personajes con los que se reunió Juan Fernando fue Iván Moreno, cerebro del mayor escándalo de corrupción ocurrido en la historia de Bogotá, Petro salió a afirmar que Moreno estaba en un proceso personal “muy interesante”. Hágame el favor.

No se requiere ser muy perspicaz para intuir que el propósito de la visita de ‘Juanfer’ a La Picota fue conseguir el apoyo a la candidatura de su hermano de los clanes que están detrás de los políticos presos.

Esta sucesión de errores le va a pasar factura a la aspiración de Petro. De momento, perdió toda autoridad moral para portar la bandera de la lucha contra la corrupción. Asimismo, se desvaneció la ilusión de ganar en primera vuelta para evitar el ‘toconpe’ (Todos contra Petro) que de seguro se producirá en la segunda.

Yo he visto a millones de colombianos arrepentirse luego de elegir un presidente. Pero esta es la primera vez que se arrepienten sin haberlo elegido.

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