"Me persiguen por ciego, por negro y por pobre". Ese fue el 'caballito de batalla' preferido por el exalcalde Apolinar Salcedo para defenderse, cuando algunos pocos periodistas denunciamos las anomalías ocurridas en la firma del contrato con el que se privatizó el recaudo de impuestos de Cali.
Por fortuna, la Procuraduría no comió cuento, investigó a fondo el caso y terminó destituyendo del cargo a Apolinar.
Recordé esa estrategia al escuchar la perorata con la que Jorge Iván Ospina quiso desviar la atención frente a las denuncias que hizo la Unidad Investigativa de El País el domingo pasado. (Lea el informe en este enlace).
En su habitual tono melifluo, Ospina, cual Apolinar, sostuvo que ese tipo de denuncias, así como las críticas que le hacen a su proceder durante su paso por la Alcaldía, se deben a que es "negro y pobre".
Durante el extenso Facebook Live que transmitió el lunes pasado, el exalcalde busca victimizarse y no responde uno solo de los señalamientos que se le formulan en el artículo. Difícilmente podría hacerlo porque no lo leyó, como él mismo admite. Dado que no se tomó ese trabajo, le haré un sucinto resumen de esa investigación.
Para comenzar, el artículo revela que Ospina tiene vigentes 69 investigaciones disciplinarias en la Procuraduría. Y al menos cuatro de tipo penal. (Vea el reporte de la Procuraduría en este enlace).
Una de las investigaciones, la que se adelanta por los exorbitantes sobrecostos que se ocasionaron durante la remodelación del estadio Pascual Guerrero, acaba de pasar de la Corte Suprema, que adelantaba la investigación cuando Ospina era senador, a la Fiscalía.
Por otro caso, el exalcalde deberá asistir, el 31 de marzo a audiencia de imputación de cargos ante una Fiscal Anticorrupción, por los supuestos delitos de celebración indebida de contratos y contratación sin el lleno de requisitos legales. (Vea la citación a la audiencia en este enlace).
Esta investigación tiene que ver con un contrato de publicidad firmado con la firma Vission Digital Comunicación Estratégica, que cuando tal contrato se suscribió llevaba solo dos días de creada, por la misma persona que hizo la publicidad de la campaña de Ospina.
Un contrato muy cuestionado, que aún no ha llegado a manos de la Justicia, fue el que suscribió el alcalde Ospina, por $342 millones, con un exmagistrado que luego lo defendió, ya como exalcalde, en varios procesos que le lleva la Procuraduría. (Vea en este enlace el contrato).
En opinión de analistas, el contrato tenía todos los visos de haber sido direccionado para que se lo ganara este personaje. Pero además al señor nunca lo vieron por el CAM y no hay un solo documento en los archivos de la Alcaldía que dé fe de la gestión que adelantó el exmagistrado.
¿Será, como sugieren algunos suspicaces, que con ese contrato se pagó la asesoría jurídica que ese abogado prestó cuando Ospina salió de la Alcaldía? Ojalá la Justicia despeje estas suspicacias.
La tercera denuncia que hace ese artículo tiene que ver con la firma de un contrato con el cual se entrega un estratégico local del estadio que el gobierno Ospina remodeló a una mujer cubana, que fue muy cercana al médico cuando este estudió en la isla.
El contrato, firmado un día antes de que Ospina dejara la Alcaldía, tiene varias anomalías: no tenía número de identificación, ni se exigieron garantías necesarias como pólizas de responsabilidad extracontractual que amparen a quienes fueran los clientes del local, entre otras. (Vea aquí el contrato del local comercial).
Los tres casos denunciados en ese artículo reflejan la forma ligera, por decir lo menos, como Ospina manejó los recursos del Municipio durante su administración. Es por esa ligereza que considero que Ospina carece de la solvencia moral para ser alcalde de Cali otra vez. Y no por banalidades como su color de piel, su voz meliflua o su patrimonio, que, según se rumora, está lejos de ser el de un pobre.
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