El asunto puede plantearse de una manera sencilla: la Constitución que nos rige fue expedida en 1991 y el primer trino circuló por las redes sociales en 2006. Los constituyentes de 1991 jamás se imaginaron que un artilugio técnico digital creado quince años después iba a convertirse en una peligrosa herramienta de poder.

Desde luego que existen gobernantes sensatos, cautos y prudentes que practican el lema de que “no todo lo que se piensa se dice y no todo lo que se dice se expresa públicamente”. Pero hay un puñado de mandatarios que son bocazas, sin freno al hablar y sin conciencia de las consecuencias. Donald Trump es el príncipe de ellos y un fiel seguidor es el actual presidente de Colombia.

Aún se recuerda que al señor Trump lo sacaron de una red social para que no siguiera incendiando su país en enero de 2021. Con el ímpetu que lo caracteriza, Trump montó su propia red social y movió a sus amigos para que compraran la red que lo había suspendido definitivamente.

No cabe duda de que está en juego el interés nacional, tanto en Estados Unidos como en Colombia. En nuestro país es urgente regular el acceso de los gobernantes a las redes que distribuyen por todas partes las opiniones, sin filtros, contrastes ni contrapesos. Las consecuencias de esta falta de control pueden ser muy costosas.

En la madrugada del 26 de enero, cuando las personas bien calibradas deberían estar durmiendo, el Presidente de Colombia armó un terrible follón al suspender por su red social la autorización que previamente se había dado a dos aviones militares de Estados Unidos con deportados colombianos.

Tampoco se le puede permitir al Presidente de Colombia que intervenga sin ritualidad formal ninguna en el desenvolvimiento de las relaciones internacionales. Existe entre nosotros una Comisión Asesora de Relaciones Exteriores, prevista en la ley, pero que el autoritarismo desbordado del actual presidente la ignora de manera reiterada.

El Mandatario que hoy ocupa la casa de Nariño debe entender que fue elegido, pero no ungido; que al posesionarse juró cumplir con las normas y leyes; y siempre debe actuar en interés nacional. Su misión institucional consiste en convocar y representar a la generalidad de los colombianos. Su parecer personal es irrelevante.

Las consecuencias de la bravata de la madrugada del 26 de enero alteraron la marcha normal de las relaciones históricas entre Estados Unidos y Colombia. De hecho, la última gran crisis en esas relaciones se produjo con la separación de Panamá, hace más de un siglo.

Es triste que la falta de visión del gobernante actual de Colombia hubiera llevado un enorme susto a los mercados en que se desenvuelven los intereses colombianos. Y que cientos de connacionales vean afectado su futuro inmediato en la consecución de visas para el país norteamericano.

Para la historia anecdótica de Colombia, el 26 de enero de 2025 puede catalogarse como la madrugada en que el titi pateó al gorila.

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Posdata: Jamás puede olvidarse que el 27 de enero de 1945 los soldados soviéticos liberaron el campo de exterminio de Auschwitz. El horror que invadió a la humanidad al comprobar la barbarie nazi no debe disiparse nunca. De allí que no se puede trivializar la palabra ‘nazi’ para endilgarla a los opositores políticos o simplemente a quienes nos caen mal.