Es asombrosa la capacidad de algunos colombianos para armar ‘escandola’ –como decía el presidente Virgilio Barco- por las cosas más nimias e intrascendentes, que me llevan a pensar que este es un país que vive en otra dimensión, casi siempre movido por pasiones subalternas.
Todas las encuestas muestran que la mayor preocupación de la gente es la inseguridad rampante que sufre gran parte del territorio nacional, rural y urbano, y clama para que se adelanten acciones contundentes para controlar la criminalidad, que ahora está más desbordada que nunca.
No son la salud, ni el empleo, ni la educación, ni el costo de la canasta básica, lo que desvela a ‘los hijos de nuestra amada Colombia inmortal’, como la llamó el general Rojas Pinilla cuando se hizo con el poder sin disparar una bala porque los gobiernos conservadores que hubo hasta el 13 de junio de 1953, eran intolerables.
Nadie mejor que un militar de alto rango para dirigir el ministerio del ramo, y al presidente Petro le vino la feliz idea de designar ministro de Defensa al Mayor General Pedro A. Sánchez, de tan brillante trayectoria en la FAC como piloto de helicópteros de combate, con 7 mil horas de vuelo.
Y se armó la ‘escandola’: que Petro rompía con la tradición de 33 años de ministros de Defensa civiles, y que eso riñe con el precepto de la Carta que dice que la Fuerza Pública no es deliberante, y que un ministro de Defensa se torna en deliberante si tiene que atender citación del Congreso o una rueda de prensa.
Ante la ‘escandola’, Sánchez pidió ser dado de baja para no molestar a oficiales de más alto rango en las filas militares.
Para mayor mezquindad, se le cobra al nuevo ministro que en una entrevista que concedió a un payaso de la farándula criolla, a pocos días del rescate de los niños indígenas perdidos en la selva amazónica luego del accidente de la avioneta en que murió la mamá, rescate del que Sánchez fue principal protagonista, frente a un gracejo grotesco del entrevistador contra Petro, el entrevistado dijo que no aceptaba agravios al presidente, que es el comandante en jefe de las fuerzas armadas. Eso lo convirtió en ‘petrista’ para la oposición.
Sánchez pidió la baja como general de la FAC y ahora viste de Everfit, convertido en civil para contentamiento de los guardianes de la ‘libertad y orden’, que proclama el escudo. Y ahí lo tenemos de ministro de Defensa.
Quienes, como yo, solo hemos conocido fugaces instantes de ‘paz total’ en una vida que ya va siendo larga, clamamos al cielo para que Colombia vuelva a ser como la conocí en los primeros años de mi tránsito terrenal, y por eso apoyo todos los procesos que tiendan a la pacificación, que tantos gobiernos han intentado sin éxito, y que ahora Petro lucha por lograrla.
En cuanto a que un ministro civil sea mejor que uno salido de las filas castrenses, me lo tienen que barajar despacio, pues me niego a aceptar que Marta Lucía Ramírez, o Guillermo Botero, o mi admirado jurista Iván Velásquez, tengan mejor criterio de estrategia bélica que uno salido de los cantones militares.
Por eso aplaudo la llegada del general (r) Sánchez al Ministerio de Defensa, pues tengo del oficial la mejor opinión por sus largos años en la FAC, en los que llevó a cabo exitosas misiones. Además, tiene buen discurso para enfrentar citaciones del Congreso y las preguntas de los periodistas.
Colombia tiene fe en usted, general Sánchez.