Sé que muchos de mis lectores no tienen ni idea de qué es un corrector de estilo y menos qué diablos es un linotipo y no les culpo porque ambas cosas ya pasaron al olvido por culpa -¿o gracias?- a la modernidad que tampoco sabe quién fue Gutenberg.

Yo solo me referiré a lo primero porque acaba de fallecer el último corrector de estilo, actividad que no ha sido reemplazada por invento alguno y por eso es que cada vez son más frecuentes los gazapos, los errores, la mala sintaxis, la pésima ortografía y la carencia de sindéresis de múltiples escritores, redactores y columnistas.

Para decirlo de una vez, un corrector de estilo es -perdón fue- una persona con una vasta cultura y una paciencia infinita que corregía los manuscritos que llegaban a sus manos para practicarles una exhaustiva revisión no siempre justipreciada por plumas de alto turmeque que debían agachar la cabeza ante la impecable pulcritud digna de cuanto corregía con una exigencia pretoriana.

No obstante, lo anterior, ello no coincidía con su personalidad. Como lo escribió su sobrino amado Rodrigo, fue un ‘bon vivant’ criollo que se gozó la vida a borbotones y desde la imprenta de linotipos, que luego fuera una excelente litografía, fundada por sus padres, el cubano José Fernández Morgado y la peruana María Antonieta Riva, progenitores también del gran economista Javier Fernández Riva, que descolló brillantemente en las artes gráficas del siglo pasado.

Benefactor y mecenas de cientos de artistas buenos y malos, a todos por igual les asesoraba para que fueran mejores los unos y menos malos los otros e igual sucedía con los poetas, cuenteros, cuentistas, novelistas y librepensadores, con tan mala suerte para él y buena para mí , que un día llegue a su oficina y mientras preparaba un pescado frito, delante de todo su staff, acepto revisar el controvertido manuscrito de Mis 18 centímetros a la sombra, que escandalizaron a más de unas beatas que pidieron a la Librería Nacional que lo retiraran de las estanterías.

Debo reconocer que fue Ernesto, cómplice de ese libelo que se vendió como pan caliente. Aunque ya retirado en sus cuarteles del Pacífico, sus amigos seguimos extrañándole porque como él ni hubo ni habrá otro corrector de estilo como lo fue Ernesto Fernández Riva.

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Posdata. Les comento que la campaña Yo Hablo Bien de Cali se creció y dentro de poco daremos a conocer la estrategia de la mano de nuestro periódico El País.

Por otra parte, en el tema de la chocleras fueron más los comentarios a favor de que se queden que los que piden que se vayan y frente a ello vamos a buscar una solución con la colaboración de la alcaldía que está interesada en el tema.

Y hoy a las 6:00 p.m., en Exposer, MF Piano ofrecerá el recital Reconociendo la Vida y mañana sábado en Chipichape a las 4, canciones de los países que miran al Pacífico y la presentación de la agrupación Palmeras del Pacífico.