En medio de la caótica situación que tiene Petro al país, generando incertidumbre, mal estado de ánimo al seguir polarizando y agrediendo a quienes ve como sus enemigos y con esa personalidad tan desconfiada y propensa a encontrar conspiraciones en su contra, la economía se ha venido desempeñando razonablemente bien. El rumbo que le dio José Antonio Ocampo, el ‘adulto responsable’, generó confianza tanto en el frente doméstico como en el internacional.
Se avanzó en la reducción del déficit fiscal con medidas tan responsables como el aumento del precio de los combustibles y, por cuenta de la caída en las importaciones fundamentalmente, el déficit externo también se ha reducido. El Ministro de Hacienda es una persona seria, que ha tratado de mantener la economía en una senda positiva. No es fácil, sin embargo, al tener, quizás, menos independencia de Petro y con el desorden que se observa en el resto del gobierno.
El resultado concreto, como se desprende de las encuestas de Fedesarrollo, es que la confianza en los hogares y en la industria viene en franco deterioro. En los hogares, en particular, la inflación contribuye de manera muy importante a este problema. Es cierto que gracias al Banco de la República viene creciendo menos, pero estamos lejos de haberla controlado. El excepcional crecimiento de la economía el año pasado ha contribuido a compensar la situación de los sectores con problemas, pero no se puede olvidar que dos sectores tan relevantes para la economía, como el minero energético y el de construcción, no solo no han alcanzado el nivel de actividad pre-pandemia, sino que muestran caídas muy importantes (-10,9% el minero-energético y -23,6% el de construcción). En el primero hay pocas razones para esperar un repunte pues, por el contrario, la reforma tributaria lo golpeó aún más. En construcción tampoco, pues las obras de infraestructura y el gasto público está frenado, como se ha visto en los bajos niveles de ejecución presupuestal, en la ausencia de proyectos de infraestructura y en la inseguridad jurídica originada en medidas como la congelación de los peajes. En lo privado, los proyectos VIS se encuentran frenados ante la crisis creada por el gobierno con los subsidios.
Es muy preocupante que las intenciones de cumplir con la Regla Fiscal están sustentadas, en parte, en ingresos que no son recurrentes y, por el contrario, inciertos; como son los litigios que esperan ganar, o los recursos provenientes del control de la evasión. Los egresos, por el contrario, son permanentes. En lugar de atender gastos prioritarios, como son las deudas con las EPS, el gobierno sigue creando compromisos de gasto en otros frentes. Como lo han anunciado las tres principales EPS, tenemos por delante, y en el corto plazo, una grave situación para ellas que pareciera ser lo que busca Petro con sus obsesiones.
Si a todo esto se le suman muchos otros problemas autoinfligidos, como pueden ser la incertidumbre frente al TLC o frente a algo tan complejo como la institucionalidad cafetera, solo queda ver con mucha preocupación el futuro económico de los próximos años.