Hoy se inauguran los Juegos Olímpicos, en París, la Ciudad Luz, la más bella del mundo. A la sombra de una crisis política que divide Francia y genera un clima de peligros y violencias. Por lo tanto, el presidente francés Emmanuel Macron les pidió a los franceses otorgarle una ‘tregua política’ durante los 19 días del magno evento deportivo para recobrar los beneficios de una sana convivencia. Ironía, quizás, ya que el mismo Macron fue quien desató la crisis política que divide a su país en estos momentos, sin tomar en cuenta la proximidad de los Juegos que tantos esfuerzos necesitaron para realizarse.
En efecto, los Juegos en París, que hoy arrancan, se proyectan como los más originales de todos los anteriores. Y los más diversos, a tono con ideologías modernas. Y los más económicos. Aunque también los más amenazados y arriesgados, políticamente hablando. El desafío que representan anticipa expectativas mayores para el deporte, entre entusiasmo e inquietud. Veamos.
El entusiasmo de los franceses ante la organización de los Juegos es evidente. Respalda la voluntad de convertir estos Juegos en una hazaña de diversidad, de talento y buen gusto. Una vitrina rutilante del ‘savoir faire’ francés. Y nos prometen maravillas, primero con una inauguración ‘hors normes’, al aire libre, que se tomará todo París (y todo el país) adecuado para la fiesta. Incluyendo el río Sena, invadido por desfiles y paradas. La ceremonia de inauguración contará con lo mejor del arte nacional e internacional y estrellas como la deslumbrante Lady Gaga que quizás nos cantará ‘La vie en Rose’, la canción francesa más conocida, -lo había hecho en su película ‘A Star is Born’- (también, quizás), de la diva Celine Dion, o del magnífico Michel Sardou y otros…
Para la buena marcha de los Juegos, el gobierno francés se dio a la esencial tarea de asegurar París, con una política de ‘tolerancia cero’ y castigar cualquier perturbación del orden. Lo hace con la ayuda de unos 80 mil policías, gendarmes, agentes de seguridad y militares. Incluso militares que vienen del exterior.
Otro esfuerzo mayor ha sido el costo de los Juegos que Francia debe asumir en momentos de crisis y serias dificultades. Sin embargo, los organizadores -muy conscientes de la situación- lograron contentarse con un presupuesto bajísimo (considerado el más bajo de la historia de los Juegos). Para cumplir. ¿Cómo? Simplemente, porque los Juegos se programaron en espacios deportivos y recintos ya existentes en la ciudad (y en todo el país); estadios, teatros, terrenos, piscinas, el río Sena, etc. Los Juegos anteriores se realizaron en ciudades construidas especialmente para los eventos y costaron fortunas arruinadoras, en Río, en Pekín, Tokio, Atenas… Y demoraron años en recuperarse.
Resumiendo, las inquietudes de los franceses en los Juegos que tienen que ver con la seguridad son válidas, pese a las precauciones adoptadas. También con las innovaciones aportadas por audaces organizadores que podrían fallar. Y con los incontrolables caprichos del clima que si le da por enviar lluvias o vientos, atentaría contra la marcha de todos los eventos programados al aire libre. Entretanto y con los dedos cruzados nos alistamos a disfrutar del delicioso programa de los Juegos en medio de París, el más bello escenario posible. Y rezando para que todo nos salga bien.