Preocupante que la administración del presidente Gustavo Petro esté pasando de ser el gobierno del cambio al gobierno del tumbo. Si analizamos las últimas movidas, cambios de dirección, crisis de gabinete, el gobierno está dejando una sensación de que no sabe lo que quiere y estamos en pleno periodo de ensayo y error.
La salida de tres ministros, entre ellos la ya cantada de Alejandro Gaviria, deja varias lecciones. La primera, una completa ridiculez que Petro se hubiera llevado a Gaviria al gobierno, no tenía nada qué hacer el exrector de los Andes ahí. Torpe el primero por irse a cobijar en una administración ajena, donde los más radicales lo consideraban poco menos que un espía y más equivocado el Jefe de Estado al llevar a un hombre que no tiene ninguna cercanía ni sintonía con él. Terminó como se sabía que iba a suceder.
Lo de María Isabel Urrutia y Patricia Ariza resulta extraño, no se entiende lo que sucedió. Parecieran presiones clientelistas, tal vez algunos partidos de la coalición piden pista y Petro en épocas de reformas en el Congreso, está dispuesto a todo con tal de que le aprueban sus iniciativas.
Lo cierto es que María Isabel se va diciendo, palabras más palabras menos, que el Ministerio del Deporte es un nido de corruptos y que ella estaba destapando la cantidad de contraticos y personas que trabajan allá sin hacer nada. Mientras tanto, a Patricia Ariza, muy respetada en el ámbito cultural, pero que parece que se quedó por allá en 1970, todo indica que la movió de su cargo la Primera Dama.
La intervención de Verónica Alcocer es cosa seria, su participación en el gobierno no es en la sombra, va por todo. Hasta se fue para Venezuela con el viceministro amigo, profesor de piano de su hija, Ignacio Zorro. Lo extraño es que Zorro viajó al país hermano a ver cómo funcionaba el rollo de las sinfónicas allá, pero no le contó a la Ministra y al regreso, ya le tenían el cajón a ‘la compañera’ Patricia Ariza.
Las formas han sido terribles, ambas se quejaron del poco espacio que les daba el Presidente y queda la sensación de que en el gabinete lo que hay es una desconexión total y que, como siempre, hay ministros de primera, segunda y tercera categoría.
Esos tropiezos del gobierno, obviamente han sido aprovechados por una oposición hirsuta, con pocos argumentos, cargada de odio. Una oposición patética, desmembrada, sedienta del poder que les quitaron y que no ofrece mayores alternativas, fuera de exigir el regreso de lo que, en su sentir, les fue arrebatado.
Esto será lo que padeceremos durante este proceso. Un gobierno bisoño, frágil, dando ‘papaya’ de manera absurda y una manada de lobos, con el título de oposición, dispuestos a llevarse lo que sea con tal de recuperar el poder que, según ellos, les pertenece porque sí y punto.
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