Y llegó el momento para la ‘parodia’ de posesión del dictador Nicolás Maduro. No importa quién asista o no de otras naciones, pero la presencia de Colombia en ella así sea en cabeza del Embajador o de un delegado del Embajador, no se compadece con lo que nos merecemos los ciudadanos de un país que siempre hemos sido ejemplo en Latinoamérica de democracia y respeto a las libertades y derechos humanos.
A la fecha de escribir este artículo no sabría decir cuánto pueda durar la tiranía de Maduro, podría ser unos meses o incluso tristemente muchos años, pero sea cual sea el caso, es indigno de Colombia cohonestar con el desastre venezolano.
Han sido casi 26 años de destrucción, pauperización y muerte, y conociendo la triste actitud de algunos gobernantes, incluyendo el nuestro, si esto sigue, nada raro será intentando reescribir la historia, que mañana aparezcan otros que como en el caso de Cuba, nos vendan que han sido 26 años de “lucha obrera contra el fascismo… (ejemplo que) marcó la historia contemporánea de América Latina”. Por ello es preferible dejar clara la destrucción que dejaron los dos tiranos, Hugo Chávez y Nicolás Maduro y su sequito de forajidos.
En 26 años redujeron a una cuarta parte el PIB del país, el ingreso per cápita a menos de la mitad, triplicaron la pobreza extrema, disminuyeron el salario mínimo en un 99%, lograron que el 80% de la población tenga inseguridad alimentaria, aumentaron en un 76% las muertes maternas al parto y el 30% las muertes de niños por enfermedad, acabaron con la libertad de opinión, destruyeron la mayoría del sector empresarial, encarcelaron miles de personas por razones de diferencia política, generaron la peor crisis migratoria en América Latina en su historia, corrompieron el Estado y lo volvieron socio del negocio del narcotráfico.
Por eso, 26 años después de esto el canciller Luis Gilberto Murillo, no puede salir a decirnos que hay “razones técnicas” para asistir a la posesión del tirano. También es indigno salir a decir que las elecciones en Venezuela no fueron libres por los “bloqueos” o pedir las actas electorales, que son públicas en más de un 80% y que dan la victoria contundente a Edmundo González. Para todos es obvio que en esas elecciones se cometieron todo tipo de burdos fraudes electorales, y que ahora al perseguir a los opositores del régimen de Maduro, se cometen además violaciones a los derechos humanos.
Pero, además, si nuestros gobernantes tuviesen un mínimo de sensatez, saben perfectamente que si se reinstaura la democracia en Venezuela, las oportunidades comerciales y de inversión para Colombia pueden llegar a representar 1 punto porcentual adicional de crecimiento del PIB muy rápidamente. Véanlo por lo menos con mínima dosis de pragmatismo.
Presidente Petro y canciller Murillo, con su decisión y su actitud, ustedes nos ponen del lado oscuro de la historia de la humanidad y de la historia de la democracia.
Su decisión es indigna a lo que debería ser la posición de un país democrático. ¡Sus expresiones tácitas o explícitas en relación al bravo pueblo de Venezuela y a nuestros hermanos venezolanos, no nos representan como colombianos!