Sí, ya llegamos. Estamos en modo ‘sálvese quien pueda’. La pandemia dejó de ser asunto gubernamental para convertirse en un problema individual. ‘Manéjelo como quiera’, adminístrelo con los regaños de su mamá, su esposo o la parentela. O corriendo el riesgo de que le den un puño al estilo hija de Marbelle porque reclama el uso de un tapabocas.
Pero ya no más desgaste, ya no más obligaciones, ni pasaportes especiales, ni exigencias de Estado. Se morirán, qué fuerte, los que se tengan que morir. Pareciera como si los gobiernos hubieran llegado al agotamiento completo y ya ninguna campaña parece necesaria. Si quiere creer, bien y si no, es asunto suyo, solo suyo. No tiene por qué reclamarle a nadie. ¿Será cierto que, con el tiempo, todo se vuelve costumbre?
Hay testimonios desgarradores, historias individuales que conmueven. Pero en definitiva terminaron siendo historias para el árbol genealógico de la familia que lo vivió. “Mi abuelita murió sola en una clínica en Madrid, en enero, mientras las discotecas estaban repletas”, reclama una nieta en Twitter. Contradicciones, incoherencias, pero… nada por hacer.
Ahora pareciera, dos años después que estamos en el mismo lugar donde comenzamos. Marzo 2020 y ahora marzo 2022, como un círculo vicioso y según parece, ya todo terminó. ¿Fue una ilusión? ¿Fue un montaje? ¿Fue una conspiración? ¿Aprendimos algo?
El estrépito, la bulla, la parafernalia, ensordecieron. Solo los que perdieron un ser querido saben qué tan real fue la pandemia. Para los demás pareciera que fue un tiempo en la vida que produjo muchos contratiempos, pero… pasó. Murieron aproximadamente 6 millones de personas. Una estadística más que solo golpea si uno de los míos, engrosó esa lista.
La paradoja más grande, para mí, es el papel de la Ciencia. Tantos criterios, tantos estudios, tantas teorías y sí, claro, tantas farmacéuticas ayudando (?) pero también lucrándose. Nadie pide unanimidad de rebaño, pero las diferencias son abismales entre las distintas posiciones de los científicos. Total, lo que aprendimos: todo es relativo, depende del cristal con que se mire, en definitiva no existe ninguna teoría, ningún campo humano perfecto y completo y, por lo tanto, todo puede ser susceptible de cambiar. Teoría cuántica en vivo y en directo. ¿Pero de qué me agarro? ¿En qué creo?
Sobre el tapete dramas humanos reales que esta cultura había disfrazado, no quería ver. El consumismo y el dinero nos habían enceguecido. Pero ahora, a la vista de todos, queda la descomunal desigualdad, la inmensa pobreza, el hambre, las agresivas diferencias entre los países y claro, entre seres humanos. No habrá decreto gubernamental que elimine esta diferencia. Solo la conciencia individual que mueva a un cambio de actitud.
Si usted cree que la pandemia lo ‘tocó’ es hora de concretar en qué puede cambiar creencias por este hecho, cuáles son los cambios reales que va a practicar. Ojalá que el virus no haya pasado en vano, ojalá podamos ser mejor seres humanos porque sentimos el dolor y la tragedia de las diferencias y queremos contribuir a borrar la inequidad.
No hay que esperar decretos de gobierno. Es tarea de todos porque la indiferencia es tan fuerte como la corrupción. Ojalá la pandemia nos haya acercado a los dioses y alejado de las bestias.
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