Salud Diego Pombo, artista que resucita a Jovita con su nueva efigie que se yergue en la vecindad del Santa Librada College, donde no gané el cartón de bachiller por andar jugando billar en el Alameda, como no ganó Jovita Feijóo el título de Reina de Radio Higueronia, que concedía la emisora en la Plaza de Cayzedo. Para ello debía competir con una canción, e interpretó La Palmirana, en forma tan destemplada que provocó los chiflidos del público, azuzados por el locutor de la emisora.

Esta, que a pesar de sus 17 años no perdonaba una, lo fulminó con una mirada que incluía un madrazo al instigador, quien no tuvo otra salida que proclamarla por el micrófono Reina de la Simpatía. Y así comenzó a cursar su loca leyenda, pues por donde pasaba siempre airosa y con vistosos atuendos que recibía de damas acomodadas que admiraban su temple, las gentes le decían a su paso Su Majestad.

Con igual reverencia de simpatía era recibida en el Club Colombia y en el Campestre, dados sus amplios y comedidos anfitriones, colaboraba impulsando las labores de la Cruz Roja, viajaba sin pagar en los buses urbanos e interurbanos, se desplazaba en las fiestas en el carro de los bomberos agitando la mano enguantada en blanco. Y cuando presidentes de la república, como Eduardo Santos, Rojas Pinilla y Carlos Lleras visitaban a Cali, los recibía de beso en el aeropuerto, poniéndolos al tanto de las necesidades de la ciudad y las suyas propias.

Con mi poema libro, que figura entre otros como soporte histórico editorial de la elocuente efigie, gané mi diploma de Bachiller Honoris Causa y que el colegio bautizara con mi nombre su auditorio, que por algo se está viniendo abajo.

Jovita ejerció su legítimo reinado, ya no como Reina de la Simpatía sino como Reina de los Estudiantes y luego estos la declararon Reina Eterna de Cali, en honor de su raza morena y sus ojos claros, con el aplauso de todos sus convivientes menos uno, morenazo por cierto, bienaventurado y engrupido, quien seguramente no soporta que haya dos figurines regionales de la misma catadura.

Jovita muere en 1970, cuando estaba por recibir casa propia. Ahora no solo habita bajo tierra sino que gracias a la iniciativa y el talento de Diego Pombo y su combo colaborador, resucita y se yergue sobre el Parque de los Estudiantes como escultura veneranda a la Reina Eterna de Cali. En la vecindad del Santa Librada College, que al tiempo que la soporta como libro está que se le viene encima por fallas estructurales ante la indiferencia de las autoridades nacionales, departamentales, municipales y celestiales.

Si con esta efigie Jovita sale bien librada, pidámosle a ella el milagro de que la santa que muriera crucificada por su propio padre, se levante de sus escombros.

Las palabras anteriores fueron enviadas al evento celebrado el sábado en el Parque de los estudiantes como resignificación del monumento a Jovita e inauguración del Pedestal de la memoria estudiantil. Algún tijeretero se propuso cuestionar el acto mediante un panfleto gráfico donde señala que el artista, famoso por su temple y su obra, y los fans de la vieja diva -la mayoría estudiantes-, lo que hacen es opacar el recuerdo de las luchas y masacres estudiantiles. Tamaña bellaquería no merecería respuesta, pero peor era dejarla pasar. Por ello la mesa conceptual del monumento redactó un comunicado, en el que viene sutilmente incorporada la mirada fustigante de Jovita.

Transcribo un párrafo: “El cambio de vestuario de Jovita obedece a la resignificación de ella como reina en duelo de los estudiantes. El pedestal incluye un homenaje a la memoria de 5 de los estudiantes caídos en épocas recientes de la lucha estudiantil y las obras más emblemáticas de la literatura vallecaucana incluyendo las más jóvenes figuras de la poesía y obras pictóricas originales de artistas representativos de la plástica de la región”.