Siguiendo el DLE, la lengua es un sistema de comunicación humana, que cuenta generalmente con escritura, y esta con vocabulario y gramática propios; base de toda cultura, entendida esta como el conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico o industrial de un grupo social; o sea un conjunto de personas, pueblos o naciones, que conviven bajo normas comunes; principalmente reglas que se deben seguir o a las que se deben ajustar las conductas, tareas, actividades y demás; obras o trabajos que deben hacerse en un tiempo limitado, es decir que tiene límite, o que aquel es poco o escaso.

Su lengua es lo que vincula de manera ineludible, ya en la tercera década del Siglo XXI, a cerca de 800 millones de personas, o sea el 10 % de la población mundial, que utilizan la segunda lengua más hablada en el mundo en 21 países en los que es la lengua oficial, o sea más del 10 % de los 193 que conforman la ONU, la gran mayoría de ellos en América, principalmente al sur del continente, y al norte ya el 18 % de los habitantes de Estados Unidos la hablan; otros más en Europa, en la Península Ibérica, y otros en África; y hay varios países que la utilizan aunque no sea la lengua oficial, como Andorra, e incluso también se usa en Oceanía.

Es ‘el poder de las palabras’ como titula Mariano Sigman su libro de 2022, y de lo que trata el interesante y oportuno, Geohispanidad: La potencia hispana en el nuevo orden geopolítico, 2024, de Pedro Baños. Una defensa del poder hispano en el área geopolítica mundial, en donde invita a toda la comunidad hispana a unir fuerzas para afrontar, en posición ventajosa, el cambio de paradigma geopolítico y los desafíos de la reconfiguración de poderes en el contexto mundial de las próximas décadas. Además, aclara, con datos que se pueden verificar, la historia del Nuevo Mundo, desde su descubrimiento por los españoles, en contra de lo dicho por la Leyenda Negra al respecto.

Además, la mayoría de los actuales habitantes de Iberoamérica no somos descendientes ‘puros’ de los indígenas que poblaban estas tierras ni de los esclavos negros que después trajeron los españoles. Somos el mestizaje entre todos, el cual es cada vez mayor. Como lo expone Néstor García Canclini, en Culturas híbridas / Estrategias para entrar y salir de la modernidad, 1990, somos indígenas, europeos y africanos del Magreb como del África central; que además, unidos por climas, vegetaciones, valles, sabanas, y una larga cordillera, que determinan paisajes y tradiciones, y por dos lenguas ‘hermanas’, es en lo que estriba el cambio de paradigma en el continente.

Eric Hobsbawm afirma en Sobre el nacionalismo, 2021, que ‘La multietnicidad y el plurilingüismo son prácticamente inevitables, excepto de manera temporal cuando se recurre a la exclusión de masas, a la asimilación forzosa, a la expulsión masiva o al genocidio; en resumen, a la coerción’. Pero el plurilingüismo no aplica en Iberoamérica en donde luego de cinco siglos todos hablamos español o Portugués y el uso cotidiano de las lenguas indígenas prácticamente ha desaparecido; y con respecto a la multietnicidad, la gran mayoría somos mestizos de ‘amarillos’, ‘blancos’ y ‘negros’, en orden de su llegada al Nuevo Mundo.