El Mameyal, la tierra ancestral de los Gamboa, ha sido inmortalizada en los poemas de esta estirpe de poetas y literatos, La Tierra Nativa de Isaías Gamboa, los cuentos de Miguel Fernando Caro, Los poemas de Octavio y de Margarita Gamboa entre otros. Hay también un compendio de poemas inéditos donde no solo se canta al amor y a la tristeza, sino que fue otrora la manera de comunicarse de la familia en sus desacuerdos. Se dice que hay escritos, algunos divertidos, otros ofensivos, haciendo mofa de diferentes miembros de la familia que según entiendo se fueron a la tumba sin conocerlos. Los Gamboa nunca se pusieron de acuerdo sobre los derechos hereditarios, más que todo de los bienes de la tía María Antonia, quien cuidó a su madre Teresa hasta su muerte y, como era costumbre en esa época, falleció soltera, a una avanzada edad, como muchos de los Gamboa.
En diferentes momentos de la historia, miembros pudientes de la familia quisieron construir urbanizaciones, pero entre las cosas extrañas, los Gamboa del Salvador, descendientes del tío Francisco, quien emigró al país centroamericano a raíz de la Guerra de los Mil Días, tenían la percepción de que los cristales que se encontraban a flor de tierra eran esmeraldas y, por lo tanto, las minas los sacarían de pobres. Sí salieron de pobres, pero fue gracias al espíritu empresarial de yernos y nueras. Así se salvó Cali, en ese entonces en el que se podía construir sin restricciones en los cerros de la ciudad, de que se quedara sin su brisa vespertina que tanto nos favorece.
Más recientemente, los espíritus de los Gamboa han salvado a Cali de lo que hubiera sido el bloqueo de la corriente del Pacífico, ese chorro de viento que en alto porcentaje limpia nuestro aire entre las 3 y las 6 de la tarde. Esto pasa en la parte baja del Mameyal, y aunque sí se construyeron unos pocos edificios que infortunadamente tuvieron que ser previstos de ventanas de alto impacto, pues el chiflón era tan fuerte que quebraba los vidrios normales y ni pensar en abrir ventanas después de las tres de la tarde, esto ha persuadido a los amantes del cemento, que en las tierras de los Gamboa solo se podrán hacer parques y senderos ecológicos.
Dicen los chismes que algunos empresarios estaban esperando que Cali se convierta en Distrito Especial, y que el nuevo POT de la localidad al cual pertenecería el Mameyal lo desafecte. Diego Arias, físico del Sistema de Vigilancia, ha advertido: “Mientras sigamos encementando el frente de nuestras casas y quitándole a la ciudad esas franjas verdes, que además de ornato, cumplen una importante función de pequeños sumideros de carbono, la calidad del aire en nuestra ciudad se continuará deteriorando”. Y la profecía se cumple: el espíritu de los Gamboa no permite que el Mameyal sea algo distinto de lo que ha sido siempre, la guarida de las memorias de poetas y escritores.