Conectar Buenaventura, en el Pacífico colombiano, con Puerto Carreño, en el extremo oriental de la Orinoquía, es la gran tarea pendiente para la integración del territorio colombiano. Y debe hacerse mediante el ferrocarril, y no con carreteras.
El desarrollo vial de Colombia ha tenido dos características principales: la primera, desde el principio, es que se ha concentrado en conectar el centro del país con la Costa Atlántica y a los valles medios de los ríos Magdalena y Cauca. Dos excepciones, poco afortunadas, han sido la nunca terminada carretera a Buenaventura y la complicada e incompleta vía a Los Llanos que solo llega hasta la mitad de la Orinoquía.
Es tal el grado de centralismo de este modelo de desarrollo vial que para ir de Buenaventura a Villavicencio y Los Llanos hay que pasar por Bogotá. Para exportar productos del suroccidente del país a Venezuela hay que pasar el Canal de Panamá, o resignarse al largo recorrido hasta Cúcuta, de nuevo pasando por Bogotá.
La otra característica más reciente es el abandono de las vías férreas que tuvieron gran importancia hasta inicios de la segunda mitad del siglo pasado y después fueron abandonadas, también con unas pocas excepciones.
La importancia y sobre todo las posibilidades de la Orinoquía para el desarrollo agroindustrial del país son bien conocidas. Son más de 9 millones de hectáreas subutilizadas en ganadería extensiva, donde se puede cuadriplicar el hato ganadero y aumentar la producción de alimentos para reducir el hambre en Colombia y generar excedentes de exportación para mercados que hoy los están demandando. Por supuesto el enorme mercado asiático, con China a la cabeza, que está buscando alimentos en todo el mundo, pero también el mercado venezolano, cuando se recupere.
La conexión Pacífico-Orinoquía es una necesidad urgente e inaplazable. Lo que se discute es si para los 1.500 km del trayecto se deben construir carreteras o una moderna vía férrea. Son conocidos los argumentos a favor de las carreteras: que es menor el costo de construcción, que se hace más rápido, que ya hay tramos construidos, y que es más flexible para la movilidad de carga y pasajeros.
Son más los argumentos a favor del transporte férreo. Desde el punto de vista económico, es cierto que su costo de construcción es mayor, pero el de operación y mantenimiento es menor y es un medio más eficiente para el transporte de grandes volúmenes de carga.
Para el cruce de las cordilleras es muchísimo menor el impacto ambiental de la vía férrea, se pueden construir túneles a menor altura y con un costo muy inferior a los túneles vehiculares. Además, al ser alimentados por electricidad, se elimina la enorme contaminación de los camiones, inclusive si se sustituyera el diésel por gas.
El ferrocarril Buenaventura-Puerto Carreño no es un sueño irrealizable. Desde hace más de una década se viene plantando esta posibilidad, y existen completos análisis de prefactibilidad para el tramo de Buenaventura hasta Puerto Gaitán y solo hay que completarlos con el trayecto hasta Puerto Carreño.
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Adenda: ¡Aguanta, Ucrania! Con esta frase artistas, intelectuales y otros personajes públicos están manifestando su el rechazo a la criminal invasión de Rusia. Hay que apoyar esta campaña liderada por el excomisionado de Paz Sergio Jaramillo, que busca despertar la solidaridad de Latinoamérica con el pueblo ucraniano que ha sufrido atroces crímenes de guerra.