El rescate de los depositantes del Silicon Valley Bank (SVB) y del Signature Bank ha mostrado el nuevo dilema que enfrentan las autoridades monetarias: ¿suben las tasas de interés para controlar la inflación, o relajan la política monetaria para evitar una crisis financiera? El dilema conocido de los bancos centrales era entre inflación y crecimiento/empleo, pues es sabido que elevar las tasas de interés -que es su instrumento principal para controlar la inflación- frena el crecimiento y afecta el empleo.

Para entender este nuevo dilema hay que recordar que las altas tasas de interés también afectan los balances de los bancos, como le pasó al SVB, y pueden llegar a desatar una crisis financiera a través de dos canales.
El primero, es que al subir las tasas de manera inmediata se desvalorizan y bajan de precio los bonos y papeles financieros que tienen sus rendimientos a tasa fija. Esto les ocurre aún a activos con la mejor calificación y el menor riesgo crediticio como los bonos del Tesoro de Estados Unidos.

Cuando esto sucede, de acuerdo con las normas contables las entidades financieras deben registrar el menor valor de sus inversiones como una pérdida en su balance, lo que ocasiona de manera inmediata una caída en el precio de las acciones de las entidades afectadas. Si las pérdidas son demasiado grandes, los clientes pueden perder la confianza en el banco y empiezan a retirar sus depósitos, como le sucedió al SVB.

Se estima que por este concepto la banca norteamericana tiene pérdidas que no ha registrado por unos US$620.000 millones. (el doble del PIB de Colombia). Por el contrario, hay que anotar que este riesgo es muy pequeño en Colombia, porque el monto de las inversiones de los bancos en papeles de tasa fija es reducido.

El segundo impacto negativo es el deterioro de la calidad de la cartera de los bancos, es decir el aumento de los créditos vencidos que se produce por las dificultades de los deudores de pagar intereses más altos. De nuevo, al tener que hacer provisiones o castigar los créditos que no pueden cobrar, los bancos tienen que registrar pérdidas en sus balances, con las mismas consecuencias del caso anterior.

Hasta ahora no se ha presentado un deterioro significativo de la cartera de los bancos en Estados Unidos, ni tampoco en Colombia. Pero el riesgo existe, y fue una de las causas de la gran crisis financiera de nuestro país en 1999, cuando la tasa del Upac llegó a niveles del 45% por el error de la Junta Directiva del Banco de la República de atarlo al DTF. Los créditos hipotecarios se hicieron impagables, los deudores perdieron sus viviendas, los constructores se quebraron y el sistema bancario colapsó.

Los bancos centrales siempre han privilegiado el control de la inflación
sobre el empleo, pero lo que ha demostrado este episodio es que para evitar una crisis financiera si están dispuestos hacer “lo que sea necesario” incluyendo un aumento de la emisión monetaria como lo hizo la FED al abrir una ventanilla especial para darle liquidez y evitarles las pérdidas a los bancos comprándole los bonos de tasa fija, al valor nominal y no al precio de mercado que es inferior. Una medida tan extraordinaria demuestra que para estas autoridades la estabilidad financiera es más importante que el control monetario. El dilema ha sido resuelto.