Para andar en la luz hay que volver una y otra vez a la más bella expresión del amor: la compasión.
Un valor que no tiene nada que ver con la lástima, sino con la bondad y la sensibilidad.
Tú vuelas en el espacio de lo divino cuando te sientes uno con los otros, por más equivocados que estén.
Los entiendes, los aceptas y no incubas en tu mente pestes como el odio, la ira o la intransigencia.
Eres un ser tocado por el halo de la compasión, y haces tuyos los dolores que consumen a tus hermanos.
La palabra “hermano” no es para ti una palabra vacía, es una realidad que nace de estar con el Padre.
La compasión te une a los demás y te impide juzgar. Ten un corazón abierto, no uno duro y hermético.
Mide tu nivel de fe o espiritualidad por el alcance de tu compasión, no por ritos, rezos o doctrinas.
@Gonzalogallog