Saca tiempo para sentarte, cerrar los ojos con manos sobre los muslos y respirar.
Estás así un rato, y luego, sin premuras, relajas tu cuerpo de pies a cabeza.
Si practicas, logras estar rápido en un estado hermoso y grato, de serenidad y comunión con Dios.
Eres sabio al darte cuenta de cómo vives y, siendo consciente, haces cambios esenciales.
Elige comprender sin culpas, perdonar, soltar cargas y reconstruir el pasado para estar en paz.
Cuenta con los ángeles, hazlo con fervorosa entrega, y espera un desenlace feliz.
Reconoce que eres una chispa de la Suprema Energía, de ese Dios que te ama infinitamente.
Si tienes bien presente al Creador, tu vida es un remanso de paz y no una vorágine.
@gonzalogallog