En cierta ocasión dijo un sabio a sus discípulos: “El más grande de los engaños es engañarse a sí mismo”.
Y agregó: “es una bendición ser pobre sin resentimiento, y ser rico sin arrogancia”.
Evitas el autoengaño si dedicas tiempo a conocerte, y escuchas lo que le dicen aquellos que lo aman.
Los otros son un buen espejo, y eres inteligente cuando buscas guía y orientación.
Entonces no importa si eres rico o pobre en dinero, ya que lo que cuenta es ser ricos en amor.
Para no tropezar con el engaño y llegar a un despertar de consciencia se necesita humildad.
Sólo un ser humilde reconoce sus fallas, y únicamente quien es sencillo busca orientación y apoyo.
Por eso tantos sufren y hacen sufrir mientras dicen: “No tengo fallas” o, “yo tengo la razón”.
@Gonzalogallog