La inyección verde de la COP16 significa que Colombia puede hacerse una reflexión sobre sus valores, la forma de aprovecharlos y convertirse en ejemplo.
Es posible que el trabajo de la ‘zona azul’ no tenga un impacto muy significativo en la biodiversidad del mundo, pero si el entusiasmo de la ‘zona verde’ se estimula y amplifica a todo el país, se abre una gran oportunidad de un desarrollo armónico con la naturaleza.
En contravía del documento aprobado, dudo mucho que eso se logre gracias a los “saberes ancestrales” de los indígenas.
Sí es verdad que los grupos indígenas más primitivos no han destruido su entorno, pero más que por sabiduría ha sido por ignorancia. No conocen la imprenta, la agricultura, ni ninguno de los avances científicos que han permitido que la humanidad crezca, se extienda por el mundo y mejore su calidad de vida. Es válido que todo ser humano aspire a una vida sana, una alimentación equilibrada y unas comodidades básicas que no ha generado ninguna sabiduría ancestral. Los indígenas no han dañado la naturaleza porque no han progresado, y llevan unas vidas precarias y difíciles. La gracia es que hayan logrado subsistir los 10.000 años que lleva la humanidad progresando y arrasando.
La sabiduría rescatable es la del conocimiento empírico de algunas plantas medicinales, muchas de las cuales ya han sido estudiadas y diseminadas por la farmacología. Y sin duda sus elementales bases filosóficas de integración y respeto con la Pacha Mama, nos sirven mucho para enmarcar lo que debemos hacer para no seguir destruyendo nuestro entorno.
La oportunidad para Colombia no consiste en imitar a los indígenas y volver a la primitiva vida de la selva. Consiste en usar la ciencia y la tecnología para lograr un desarrollo que mejore la calidad de vida sin dañar el entorno. Legislación fuerte e ideas innovadoras, como muchas de las que se vieron en la Zona Verde, que permitan parar el daño y recuperar lo dañado. Asumir el costo y el esfuerzo de limpiar ríos y mares, conservar bosques y selvas, proteger la fauna y flora, imponer una agricultura e industria que no afecten el entorno natural.
Si, viviendo la realidad de lo que hemos sido capaces de hacer, logramos sacudir los mitos ideológicos, podremos ir arreglando todo lo que nos ha quedado mal, con un diálogo civilizado y pacífico.