Su nombre es Patricia Fernández. Es una tía abuela angustiada. La última vez que pudo ver a su sobrina, Abby, de apenas seis años, fue el 5 de octubre de 2022, hace ya 5 meses. Desde entonces no sabe nada. Ni siquiera una llamada; ni siquiera un correo electrónico. “Me estoy consumiendo en vida”, dice.

Patricia lleva un bolso rojo con una carpeta. Es el expediente que certifica la búsqueda de su sobrina, denuncias que ha interpuesto tanto en el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, en el norte de Cali, como en la Fiscalía y en las Comisarías de Familia de Dagua y Jamundí. En esta última fue tal la indiferencia con la que la trataron, que Patricia concluyó: “atienden mejor a un gato”.

La historia es así: Abby, la niña, ha tenido una vida difícil. Su madre murió cuando ella apenas tenía un año. A su padre le quitaron la custodia debido a una denuncia por presunta violencia intrafamiliar, con fecha del 3 de febrero de 2019. Una tía materna de la niña, hermana de Patricia, tiene una denuncia por el mismo motivo, aunque ella asegura que detrás hay una enorme calumnia.

La investigación sigue en curso, por lo que la custodia de Abby le fue entregada a la abuela paterna. Lo extraño es que, tras un seguimiento psicosocial, se concluyó que la señora no tiene una residencia estable por sus condiciones económicas.

En todo caso, en una diligencia realizada en la Comisaría de Familia de Dagua, se estableció un régimen de visitas a la niña por parte de la familia materna: la familia de Patricia. El documento tiene fecha del 11 de noviembre de 2022. Pese a ello, ni Patricia ni nadie de su familia ha podido ver a su sobrina porque en realidad, según las más recientes investigaciones, estaría con su papá pese a que la ley ordena lo contrario.

“El padre de la niña cortó todo vínculo con nosotros. No permite que sepamos nada de Abby, y no se imagina la angustia que eso nos genera. Por eso, como familia materna, para nosotros la niña está desaparecida. Lo que le pedimos a la Justicia es que intervenga para que nos permita algo tan básico y fundamental como poder visitarla y tener contacto con nuestra sobrina”.

Según la ley, de comprobarse que la niña vive con su papá, cuando la custodia la tiene la abuela, estaría incurriendo en un delito por el que ya tiene una denuncia ante la Fiscalía: ejercicio arbitrario de la custodia.
Según lo establecido en el artículo 230A del Código Penal, el delito de ejercicio arbitrario de la custodia se configura cuando el padre que no tiene la custodia del hijo “lo arrebate, sustraiga, retenga u oculte de quien sí la tiene”. La pena considera prisión de entre uno y tres años y una multa de hasta 16 salarios mínimos. ¿Por qué el Icbf no ha actuado al respecto?

El caso ya lo conoce el director regional de la entidad en el Valle, el abogado Carlos Bravo. Pese a que le solicité una cita para conocer su concepto, no recibí respuesta. Igualmente la denuncia de lo que está ocurriendo la recibió Darwin Lozano, Coordinador de Protección.
Lozano activó una búsqueda de la niña y el resultado es que Abby se encuentra en Jamundí, presuntamente viviendo con su papá. ¿Puede un padre arrebatarle de tajo el contacto a sus hijos con el resto de la familia sin que las autoridades intervengan? ¿No es acaso otra forma de violencia intrafamiliar, una violencia psicológica? ¿No es eso, también, maltrato infantil?

La historia de Patricia pone en evidencia lo que sigue ocurriendo en Colombia y en buena parte de Latinoamérica. Acceder a la Justicia para la mujer aún es doloroso. Patricia se ha encontrado con funcionarios que escriben cartas para cumplir con los tiempos de respuesta pero que al leerlas, es evidente que no conocen el caso. Hasta el momento, aunque el Icbf determinó que Abby vive en Jamundí, presuntamente con su papá, no ha constatado en qué estado se encuentra. En el Mes de la Mujer, Patricia asegura que ha estado ante una Justicia que con su indiferencia a sus denuncias, la falta de gestión para garantizar que su sobrina esté bien, la revictimiza. Patricia insiste: solo reclama que se le garantice un derecho tan básico como tener la posibilidad de visitar a su sobrina.