¿Nos pasa que pensamos en algo y minutos después nos aparece un anuncio relacionado con eso que pensamos? Podríamos asegurar que nos han leído la mente. Pero realmente, ¿qué nos llevó a pensar en eso inicialmente? ¿Son realmente libres nuestros pensamientos? Experimentos como los de Benjamin Libet en los años 80 y John-Dylan Haynes en 2008 han puesto en jaque la idea del libre albedrío al mostrar que el cerebro toma decisiones antes de que seamos conscientes de ellas.
Libet descubrió que la actividad cerebral que precede a una acción ocurre fracciones de segundo antes de que una persona declare haber decidido moverse. Y Haynes llevó esto un paso más allá al utilizar resonancia magnética funcional para predecir una decisión hasta siete segundos antes de que la persona sea consciente de ella.
Esto plantea una cuestión inquietante: si nuestras elecciones se originan en el inconsciente, ¿hasta qué nivel pueden ser influenciados nuestros pensamientos? Sartre decía que estamos “condenados a ser libres”, pero la neurociencia sugiere que quizá estemos condenados a ser predecibles.
Hoy, nuestros sesgos, emociones e impulsos pueden ser explotados con mucha precisión. Empresas como Meta o Google utilizan algoritmos que analizan nuestros patrones de comportamiento y predicen qué nos hará comprar, votar o incluso sentir. Esto no es una simple casualidad; es una aplicación directa del principio de que nuestras decisiones son manipulables antes de que siquiera pensemos que las hemos tomado.
El filósofo Daniel Wegner hablaba del ‘yo consciente’ como un narrador que justifica las decisiones que el cerebro ya ha tomado por nosotros. Esto podría explicar por qué creemos tener el control cuando en realidad ya hemos sido influenciados. ¿Cuántas veces hemos pensado que estamos eligiendo libremente un producto o una opinión política, cuando en realidad hemos sido arrastrados por un algoritmo diseñado para explotar nuestra psicología?
Sin embargo, esto no significa que estemos destinados a ser simples autómatas. Libet hablaba de la posibilidad del ‘veto consciente’: la capacidad de frenar una acción antes de ejecutarla. El conocimiento de cómo funciona nuestro cerebro nos da el poder de cuestionar, reflexionar y resistir la manipulación.
Pero la libertad, por más limitada que sea, viene con una gran responsabilidad. Si bien es cierto que nuestras decisiones pueden estar influenciadas, también es nuestra tarea reconocer estos sesgos y actuar con consciencia. Somos responsables de cómo elegimos responder a las influencias externas, y eso implica cultivar el pensamiento crítico y la reflexión, antes de dejarnos llevar por impulsos automáticos. Como decía Nietzsche, “ser independiente es cosa de una pequeña minoría; es el privilegio de los fuertes”.
Comprender y asumir la responsabilidad de nuestras acciones es la clave para evitar la manipulación y ejercer nuestra libertad de manera más consciente. Como proponía Libet, aunque las decisiones puedan iniciarse en el inconsciente, tenemos la capacidad de vetarlas antes de actuar. Esta habilidad nos permite desafiar la automatización de nuestras respuestas, cuestionar la información que consumimos y tomar decisiones que verdaderamente reflejen nuestra voluntad.