Los hijos de Petro, Oscar Iván Zuluaga y Rodolfo Hernández están implicados en un mismo asunto: hay dudas por su comportamiento, dudas sobre su ética, dudas sobre la legalidad de sus actuaciones. ¿Estos muchachos, qué tanto aprendieron, qué tanto imitaron, qué tanto obedecieron? ¿Qué tanto su actuación es de su propio talante o qué tanto los valores con que se motivan son los normales dentro de sus familias? Los padres de estos hijos fueron los candidatos a la Presidencia de Colombia y cualquiera que hubiera quedado como presidente, íbamos a contar el mismo cuento, con cambio de nombre, pero en definitiva la misma historia.
Para muchos lo importante es culpar a Petro, sacarlo, estigmatizarlo como el malo de la película, olvidando que Zuluaga y su hijo cometieron el mismo delito y Hernández y su hijo tienen líos por contratos e ilegalidades. ¿Entonces el problema es particular, aislado, con nombre propio o podemos mirar un poco más allá e indagar cuál es la verdadera causa de ‘los dineros en campañas’?
En momentos de crisis se conoce el talante de las personas para enfrentar las situaciones. La comparación entonces es necesaria: ¿ante el problema de dinero en sus campañas, reaccionaron igual Petro y OIZ? Y así Uribe, Cabal y su grupo de adalides de la moral estigmaticen a Petro, fue más íntegro el Presidente que el sinuoso Zuluaga que sí sabía, pero jugó a no saber. ¿Dónde está la raíz de la inmoralidad? ¿Es viable educar con ética? ¿Quién falla: la familia, la escuela, la Universidad, las instituciones o todas las anteriores?
“Un buen hijo nunca crece”, dice Bert Hellinger, padre de las Constelaciones Familiares, haciendo alusión de cómo es de importante dejar que los hijos asuman su propio camino, así no concuerde con las expectativas de sus progenitores. Aquellos hijos o aquellas hijas que buscan complacer, no defraudar, agradar a sus papás, como una forma de ‘devolver’ lo que han hecho por ellos, es posible que estén o llenos de culpa o inseguridades y no han logrado generar vida propia, debido tal vez al poder autoritario de quienes los educaron. Literal, terminan siendo los ‘verdaderos hijos de papi y mami’, pero en ese falso altar de agradecimiento, sacrifican sus vidas, carentes de criterio y decisión.
En las relaciones familiares de Petro hubo vacíos con su hijo mayor y la expresión “yo no lo eduqué”, Nicolás la debió escuchar como una puñalada. La confirmación de la ausencia paterna debió ser desgarradora y había que cobrarla porque en el mundo emocional no es fácil crecer con heridas de infancia. No hay que olvidar que las emociones viscerales enredan a la más ecuánime de las razones. La historia de la humanidad muestra cómo las pasiones desbordadas causan tanto guerras y traiciones como momentos sublimes. Solo que existen quienes prefieren hurgar en alcantarillas.
Gobernar no es lo mismo que tener el poder. Petro es gobierno, pero no tiene el poder y las dificultades para implementar aquello en lo que él cree, tiene una férrea oposición. Lo importante ahora es la mesura para encontrar un camino donde no sean la retaliación y la venganza, emociones desbordadas, las que gobiernen al país. Si usted no votó por Petro no olvide que esta historia pudo haber sido con el hijo de Oscar Iván, solo que por Petro votaron más…