Leer o ver noticias locales, nacionales e internacionales se ha vuelto una actividad no apta para cardiacos. Todos los días tenemos sobresaltos y ‘malas’ noticias que en gran medida corresponden a confrontaciones políticas. El arte de tocar las fibras más profundas se convirtió en un ingrediente infaltable en la política, desde donde se incentiva a los ciudadanos a reconocerse y pertenecer a un grupo particular, generando sentimientos de odio, angustia, temor o nacionalismo. Las redes sociales han potencializado esto, no solo porque se ha convertido en la mejor forma de llegar a millones de personas, sino porque los algoritmos terminan fortaleciendo nichos y grupos que se autoconvencen de que el mundo solo tiene una mirada, la de ellos.
Si me preguntan cómo podemos parar esto, no tengo la respuesta, pero los ciudadanos deberíamos unirnos en una sola voz para rechazar los discursos de odio que nos dividen. Es un hecho que este es un país que le falta mucho y que son muchas las desigualadas y dificultades en el marco de un conflicto eterno; pero también es importante resaltar los avances.
Colombia no es la misma de hace 30 años, por ejemplo, en el Valle del Cauca la pobreza monetaria se redujo de 43 % a 26 % de la población entre 2002 y 2023, mientras los homicidios se redujeron a casi a la mitad en la última década. Aunque aún hay retos en esas y otras áreas, es absurdo que nos levantemos todos los días con discursos que nos obligan a coger bando entre culpables e inocentes; malos y buenos; ricos y pobres.
Lo que sucede en nuestro país debe importarnos a todos, pero quienes han decidido ocupar cargos públicos tienen una gran responsabilidad en lo que pasa y las consecuencias. Cuando se está en el gobierno se debe gobernar y no buscar responsables ni en el pasado ni en las circunstancias. Si los gobernantes utilizaran la energía que gastan echando ‘culpas’ en buscar soluciones, este país sería otro.
Esto mismo se puede llevar a lo que está pasando en Cali. Sin duda es muy importante que se haga control político a la alcaldía. Sin embargo, en nuestra ciudad se han vuelto costumbre los ataques a la administración sustentados en un discurso de luchas de clase que hacen mucho daño. Como en el caso de Colombia, nadie pretende decir que Cali es perfecta. Sin embargo, pretender responsabilizar a un sector de todo lo que sucede, bajo un discurso de ‘lucha de clases’, simplemente agudiza las divisiones y las heridas que hemos tratado de sanar los últimos años.
El sector empresarial ha jugado un rol fundamental en el desarrollo positivo de este país en la economía, el empleo y el liderazgo en asuntos públicos, pero tristemente es constantemente atacado justamente en esta lucha de clases. Existen algunos casos que se deben condenar, pero no opacan el buen nombre de la mayoría. En Cali y el Valle del Cauca tenemos un gran ejemplo de lo que significa liderazgo y trabajo conjunto entre empresarios y líderes sociales: Compromiso Valle. Aquí nos hemos dedicado a trabajar juntos, a no ver lo que nos separa o divide, sino lo que nos une, accionando y transformando personas y territorios.
Tengo claro que controlar a aquellos políticos en su afán de dividir es imposible, pero me quedo con lo que podemos hacer desde la sociedad civil donde están los empresarios, los líderes y los ciudadanos. Sigamos dando ejemplo y no nos dejemos poner en bandos opuestos, no hagamos eco de los discursos de odio ni de división, por encima de esos discursos están las acciones que en conjunto hemos desarrollado líderes, organizaciones sociales y empresarios inclusive con el sector público que han generado confianza y están transformando nuestra ciudad y región.
*Directora Ejecutiva Propacífico