El rezago de Cali en obras que requiere una ciudad de 2,5 millones de habitantes, que ha crecido sin un ordenamiento urbano adecuado y donde la población tiene tantas necesidades sin atender, obliga al Gobierno Local a buscar los recursos que garanticen su actualización, mientras permiten su desarrollo y progreso. Con un presupuesto limitado y en su mayoría comprometido para gastos de funcionamiento, no parece quedar un camino diferente al del endeudamiento.
Por estos días se debate en el Concejo el proyecto de acuerdo presentado por la Administración de Alejandro Eder con el que busca autorización para gestionar empréstitos por $3,5 billones. Es un monto alto, el mayor que se haya pretendido tramitar para la ciudad, que genera dudas y provoca reticencias tanto en los legisladores locales como entre la ciudadanía.
Si se pretende que en uno y otro lado se le dé el visto bueno a la propuesta de aumentar el endeudamiento local, se tienen que entregar detalladas de forma milimétrica las obras a realizar, así como sus costos, el tiempo que tardarían en realizarse, cómo se asegurará que se terminen y cómo se garantizará que las administraciones que lleguen en los próximos 14 años, tiempo calculado para pagar las acreencias, puedan hacerlo.
Es importante explicar a cuánto ascenderá al final la deuda, es decir esos $3,5 billones más los intereses que se generen y de dónde saldrán los recursos para pagarla. Si algo preocupa a los caleños es que las finanzas locales queden empeñadas, y que sean ellos, vía aumento de impuestos quienes deban asumir cualquier improvisación cometida.
En la exposición de motivos del proyecto de acuerdo presentado ante el Concejo, así como en las declaraciones entregadas por el alcalde Eder y sus cercanos colaboradores, se justifica la solicitud en la necesidad de adelantar obras que sin duda necesita la capital del Valle.
Por ejemplo, hay un retraso en infraestructura y también en reparación de la malla vial que se encuentra deteriorada; se debe reponer una parte importante de las redes de acueducto y alcantarillado; y hay varios proyectos inconclusos que deben terminarse, incluidas algunas de las megaobras que nunca se hicieron aun cuando los ciudadanos las pagaron juiciosamente.
Más importante es cerrar las brechas sociales que persisten. Atender las deficiencias en educación, salud, vivienda y en general de oportunidades para la población, en particular para los más jóvenes, es una obligación.
Y hay que pensar en el futuro, contemplado en el Plan de Desarrollo ya aprobado para los próximos cuatro años, donde además quedan asentadas las bases de lo que deberá hacerse para que el progreso se dé como lo demandan las necesidades de los caleños. Para ello la ciudad necesita de recursos con los que hoy no cuenta y que deberán proveerse de la mejor manera.
El endeudamiento puede ser esa opción, siempre y cuando se brinden las garantías para que los recursos se inviertan en lo importante y se blinden de intereses particulares que degeneren en corrupción. La Alcaldía debe también asegurar que la ciudad tendrá cómo pagar los empréstitos, porque lo peor que podría ocurrir es que termine con sus finanzas quebradas y sin las obras que necesita. Si se da esa tranquilidad, los caleños acompañarán la iniciativa