“La principal característica que ha definido el desarrollo del ELN es que no tiene una jerarquía interna, sino que cada uno de sus bloques o frentes tiene autonomía en la toma de decisiones, y eso se va a ver en la negociación: que hayan diferencias muy pronunciadas entre un frente y otro”.

Así analiza Carlos Charry, director del Doctorado en Estudios Sociales de la Universidad del Rosario la que se considera sería la principal dificultad que habrá durante la conversaciones de paz entre el Gobierno colombiano y el Ejército de Liberación Nacional que se iniciaron el pasado lunes en Caracas.

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En el mismo sentido, el analista político de la Universidad Central Jorge Yarce explica que, a diferencia de las extintas Farc, “que tenían una estructura piramidal y había una sujeción férrea a las decisiones que salían del comando central, en el ELN son células que tienen objetivos comunes, pero que responden a objetivos estratégicos y cada estructura se pone en la tarea de hacerlos, pero manejando autonomía en lo territorial, lo presupuestal y en la toma de decisiones”.

Agrega que el precedente de La Habana plantea un punto de partida muy difícil para las negociaciones con el ELN “en tanto hay una desconfianza, más que natural, respecto del alcance de esas negociaciones y su efectividad. Para nadie es un secreto que el Acuerdo del Teatro Colón dejó muchos sin sabores en su ejecución, en la situación de los excombatientes hoy, con las muertes de los firmantes, etcétera, entonces ahí se pone una línea roja”.

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Es por eso que Carlos Charry anota que uno de los desafíos del proceso que busca retomar lo que se había avanzado desde los diálogos iniciados en la Presidencia de Juan Manuel Santos es lograr que la delegación encabezada por ‘Pablo Beltrán’ “tenga una centralidad en la toma de decisiones y por consiguiente se prevé que sea una negociación muy demorada, porque ellos tendrán que consensuar todas las decisiones previamente”.

En su opinión, “con las Farc también ocurría así, pero no de una manera tan exponencial como con el ELN. Incluso se puede decir que pueden haber posiciones disidentes dentro del propio ELN que van a hacer que el logro de un consenso sea más difícil de conseguir al interior mismo de esa guerrilla”.

El politólogo Pedro Viveros coincide con los analistas y explica que históricamente el ELN ha sido casi “una confederación. Es decir, que tiene frentes que son autónomos y muy independientes de la dirección nacional”.

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Además, en su concepto el tiempo que ha pasado entre una y otra negociación también incidirá en los resultados, porque “el ELN ha sufrido transformaciones en sus liderazgos, tanto en la dirección nacional como en el Comando Central y en cada uno de los frentes de ataque”.

Para Viveros, otro punto divergente de los diálogos de La Habana es que esta es una guerrilla que “no busca la representación política, sino más la participación ciudadana y el trabajo directo con las comunidades”.

Sin embargo, destaca que “el hecho de tener a las Farc como hermano mayor hacía muy difícil que ellos se sentaran con propuestas sensatas y en esta oportunidad, al tener a un exguerrillero como Gustavo Petro como presidente de Colombia, desvirtúa el argumento de que no hay posibilidades de que las personas que cumplan los acuerdos puedan tomarse el poder por la vía electoral. Eso ayuda mucho”.

En esa línea enfatiza que el hecho de que el grupo de negociadores por parte del Estado lo esté dirigiendo un exguerrillero como Otty Patiño “son mensajes que hacen prever que este momento es diferente a los anteriores”.