El presidente de la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegan) y negociador de paz con el ELN, José Félix Lafaurie Rivera, le atribuyó gran parte de la violencia de Colombia a las más de 300.000 hectáreas de coca y sus negocios subsidiarios. Además, señaló los métodos de las bandas criminales que se dedican al microtráfico para intimidar a la población.
En su reciente columna titulada “Si por el campo llueve, por la ciudad no escampa”, el líder gremial plantea el difícil panorama de violencia que deja el narcotráfico a su paso, exponiendo las cifras más recientes de asesinatos, extorsión e índices de crimen organizado y de paz global.
Entre los negocios de los grupos criminales a los que se refiere Lafaurie se encuentra la minería ilegal, la extorsión y el secuestro. Menciona esa violencia como “vasos comunicantes, que golpea igualmente las ciudades, infestadas de bandas del microtráfico que se han especializado en la extorsión como ingreso ilegal complementario, sobre todo en las principales ciudades”.
Entre las cifras de la Policía Nacional que cita en su columna, el negociador de paz explica que, si bien el asesinato está presentando una disminución frente al 2022, “no es para alegrarse, pues entre enero y abril completamos, 4119 casos”.
También, de todas las ciudades de Colombia, Bogotá sigue liderando, junto a otros territorios, la lista con 341 homicidios intencionales, 118 con arma blanca. Observa esa cifra como “un eufemismo macabro para el acuchillamiento”. Y termina el dato con 184 muertes con arma de fuego y 39 por otros medios.
En cuanto a Cali dice que “es la ciudad más peligrosa con 332 asesinatos, seguida de Cartagena con 120, Medellín con 112 y Barranquilla con 110. Estas cinco capitales suman el 25 % del total de asesinatos”, dice el Presidente de Fedegan.
Y agrega que “la desastrosa situación actual de inseguridad en las ciudades es multicausal. La pobreza es una de esas causas, por supuesto, sobre todo si a la nuestra debemos sumarle la de los inmigrantes venezolanos, con una participación cada vez mayor de esta población desarraigada en los altos niveles de violencia urbana”.
En ese sentido, indica que los cultivos ilícitos y, de camino, el narcotráfico, “son el mal de males en los territorios, el microtráfico lo es en las ciudades, replicando el modelo de control territorial y de dominación social mediante una combinación de violencia que, además del asesinato, incluye el reclutamiento de menores convertidos en adictos, la extorsión al comercio, el robo, la trata de personas y cuanta conducta criminal permita su condición sanguinaria y armada frente a comunidades inermes”.
Además, comenta que, de la distribución minorista de la droga, las bandas que se dedican al microtráfico se “especializaron” en la extorsión para obtener ingresos extras. “En todo el país, con un subregistro altísimo e imposible de estimar, durante 2022 se presentaron 8.745 denuncias y entre enero y abril van 7616 casos, un 87 % del total del año anterior. De seguir la tendencia, una simple regla de tres indica que se podría llegar a diciembre con más de 22.000 denuncias”.
Continuando con unas alarmantes cifras: “En Medellín (se incrementó) en ¡258%!; y los signos de admiración no son suficientes para Barranquilla, donde la extorsión creció, entre enero y abril, un ¡443%! frente al mismo periodo de 2022, repito, con inmenso subregistro y afectación mayoritaria en barrios populares; una especie de extorsión gota a gota de baja cuantía, pero de gran impacto social en comunidades necesitadas de apoyo, que no de esta criminal exacción de sus ya escasos recursos”.
Dadas las cifras, el líder gremial menciona que eso explica por qué en el índice mundial del crimen organizado (2021), que realiza la Iniciativa Global contra el Crimen Transnacional Organizado, Colombia ocupa el segundo lugar entre los 193 Estados de la ONU. “Somos el tercer país con más actores criminales, con una calificación de 9,5 sobre 10 en tráfico de cocaína y de 8,0 en tráfico de armas y cannabis”.
Y finalizó: “¿Cómo nos ve el mundo?, ¿qué nos indican estas mediciones? Algo realmente desesperanzador; nos muestran lo cerca que estamos de convertirnos en un narcoestado sin porvenir y, sobre todo…, lo lejos que estamos de la prometida paz “estable y duradera”.