Diez países y el 51 % de los latinoamericanos (o sea 345 millones de personas) tendrán gobiernos de izquierda una vez asuma Gustavo Petro la presidencia de Colombia. Y si Lula recupera el poder en Brasil en octubre, 212 millones de habitantes se sumarán a esa cifra. Pero esto no parece significar que necesariamente se formará un frente común en el continente. Porque se trata de izquierdas de distinto tenor: unas progresistas, otras más populistas y algunas más definitivamente autoritarias, como el caso de Venezuela, Nicaragua y Cuba.
¿Dónde cae Petro en este espectro? Para la politóloga colombiana Sandra Borda, es posible ubicarlo entre el mandatario chileno Gabriel Boric y el mexicano Andrés Manuel López Obrador. Es decir, tiene tintes progresistas, de la izquierda moderna que apoya las reivindicaciones de grupos históricamente desplazados, como indígenas y afrodescendientes, que respalda al feminismo y la lucha contra el cambio climático. Pero también tiene matices cercanos a la vieja izquierda del siglo XX, personificados en algunos integrantes de su círculo más cercano. “Tiene un pie en cada lado”, dijo Borda a CONNECTAS.
Por eso sus primeros meses en el Gobierno serán clave para saber cómo se relacionará, por ejemplo, con la prensa y con las organizaciones de la sociedad civil que lo fiscalizan. Y también cuál será su política internacional.
De esto último ya dejó entrever parte de su postura en su discurso de celebración, que pronunció la noche del domingo ante miles de adherentes en el Movistar Arena de Bogotá. “Queremos que Colombia, y será la prioridad de la política diplomática, se coloque al frente en el mundo en la lucha contra el cambio climático”, sostuvo desde la tarima.
También habló de adelantar un diálogo para avanzar en la transición energética con el resto del continente, incluyendo Estados Unidos, y llamó a los otros países del área a “construirse alrededor de la agricultura y las reformas agrarias, de la agroindustrialización, de la industria bajo las nuevas tecnologías”.
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Para Borda, quien fue candidata al senado por el Nuevo Liberalismo (centro), pero en esta segunda vuelta apoyó a Petro, sorprendió el énfasis que el presidente electo puso en temas internacionales, sobre todo porque justamente esos asuntos estuvieron muy ausentes en la campaña. “Da la sensación que en la cabeza de Petro sí está la idea de articular acción colectiva en América Latina, pero no creo que se vaya a tratar de un regreso de la ola rosa… él habló de una articulación sin exclusiones, sin identificar a Estados Unidos como el enemigo”.
Pocos minutos después de confirmado el triunfo de Petro, presidentes de todo el continente comenzaron a escribir sus felicitaciones por redes sociales. Los más entusiastas eran obviamente los de su mismo espectro ideológico. Gabriel Boric escribió: “Alegría para América Latina. Trabajaremos juntos por la unidad de nuestro continente”. López Obrador, en un mensaje más del tipo izquierda tradicional, escribió un hilo de tres tuits en que criticó a los conservadores colombianos, recordó el asesinato en 1948 del líder liberal Jorge Eliecer Gaitán y sostuvo que el triunfo de Petro puede ser “la aurora para ese pueblo hermano y digno”.
Pero uno de los mensajes más comentados en los medios de Colombia vino del presidente venezolano, Nicolás Maduro, quien escribió: “Se escuchó la voz del pueblo, que salió a defender el camino de la democracia y la paz. Nuevos tiempos se avizoran para este hermano país”.
Ya estaba anunciado que el cambio de gobierno en Colombia significaría también un viraje diplomático ante Venezuela, incluso si hubiera ganado el contendor de Petro, Rodolfo Hernández, en un quiebre con la postura del actual presidente, Iván Duque, de confrontación e intento de cerco diplomático sobre el Gobierno de Caracas.
Oscar Arnal, especialista en relaciones internacionales y exdiputado opositor venezolano, dijo a La Voz de América que cree que Petro entiende mejor la complejidad fronteriza. “Comprende la relación Colombia-Venezuela como alguien que estuvo en la guerrilla, que es importante. Entiende muy bien la frontera y sabe lo que significan los grupos irregulares", dijo.
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Gabriel Pastor, periodista uruguayo y analista en asuntos internacionales, considera factible pensar en un acercamiento con el Gobierno de Maduro. “Si uno mira lo que está pasando en la región y el caso de Estados Unidos con Venezuela, Petro podría jugar un papel interesante. Podría convertirse en un interlocutor para elecciones democráticas en Venezuela, pero para esto debe llevar también una agenda pragmática con Estados Unidos”, dijo a CONNECTAS.
Eso sí, Pastor advierte que, de ocurrir un acercamiento con Venezuela, debe incluirse necesariamente el tema migratorio en la agenda, y debería continuar la política de hospitalidad de Duque. Justamente los 1,8 millones de venezolanos que migraron hacia Colombia, huyendo del régimen ‘bolivariano’, podrían motivar una fuerte oposición interna a los acercamientos con Maduro. De hecho, para Cynthia Arnson, analista del Wilson Center, con sede en Washington, “cualquier apariencia de una amistad entre Petro y Maduro sería mal vista en muchos sectores en Colombia”.
Petro, por su parte, ya ha dicho que continuará con la política del estatuto de refugiado para los venezolanos, en medio de críticas que señalan la virtual ausencia de este importante tema en su campaña.
Con todo, ¿el triunfo de Petro aleja cada vez más a Latinoamérica de Estados Unidos? Colombia ha sido históricamente el gran aliado norteamericano en la región, y Petro proviene de una izquierda para la que ese país es el causante de muchos de los males latinoamericanos.
Desde Estados Unidos, el secretario de Estado, Antony Blinken, tuvo palabras amables para Petro, al dejar claro que por lo menos desde el norte la intención es no tensar las relaciones: “Esperamos continuar nuestra sólida asociación con el presidente electo @petrogustavo y la construcción de un hemisferio más democrático y equitativo”.
Gabriel Pastor, quien vive en Washington pero estuvo radicado largo tiempo en Bogotá, explica que “Colombia es un aliado estratégico de Estados Unidos en la zona, pero esa relación se construyó con presidentes de derecha y centroderecha. Es posible que Petro tome distancia de este matrimonio y tome una posición más fría. Eso, si está dispuesto a asumir el costo que podría suponer sobre asuntos de seguridad y lucha contra el narcotráfico”. Para Pastor, lo más probable es que Petro tome una postura pragmática.
Sandra Borda coincide con este análisis. “No creo que se vayan a llevar a cabo grandes ni rápidas revoluciones en la relación con Estados Unidos. Están (en el equipo de Petro) muy preocupados de mandar un mensaje de estabilidad y de continuidad”.
La politóloga sí cree que el gobierno de Petro buscará tener un trato distinto, más horizontal. “Me llamó poderosamente la atención que quiere que el eje de las conversaciones con Estados Unidos sea el cambio climático. Eso es interesante porque ese eje siempre ha sido el narcotráfico, un escenario donde nosotros supuestamente tenemos la culpa, nosotros somos el problema y es Estados Unidos quien impone las formas de resolverlo. En cambio climático, por el contrario, son Estados Unidos, y los países del primer mundo, los causantes del problema”.
¿Gustavo Petro se convertirá con el tiempo en otro caudillo autoritario y mesiánico como tantos otros que han surgido en América Latina en los últimos años, o será un líder progresista, pragmático y moderado? Todavía es muy pronto para decirlo. En su discurso de la noche del domingo lanzó un mensaje de unidad al país, prometió “desarrollar el capitalismo, no porque lo adoremos, sino porque tenemos primero que superar la premodernidad en Colombia" y aseguró que no afectará la propiedad privada ni intentará mantenerse en el poder más allá de su único período constitucional de cuatro años.
Ese esfuerzo por tranquilizar a quienes votaron contra él se vio opacado cuando, en forma insólita, le pidió al fiscal general liberar a los jóvenes más radicales de las protestas sociales de los últimos años, algo que preocupó a quienes vieron en ese gesto una amenaza a la independencia judicial. Pero para Cynthia Arnson las instituciones colombianas de pesos y contrapesos, como el Congreso y la Corte Constitucional, son fuertes, lo que evitaría que un posible populismo petrista gane fuerza.
Solo el tiempo confirmará si el nuevo presidente de Colombia tiene en realidad esa tendencia autoritaria. En todo caso, los analistas consultados sostienen que la política exterior no parece ser su prioridad, sobre todo tomando en cuenta los graves problemas de violencia que atraviesa el país y los profundos cambios que aspira a desarrollar. Colombia, a lo largo de los años el aliado más estable de Estados Unidos en Latinoamérica, se unió por fin a la ola izquierdista que atraviesa el subcontinente. En los tiempos que corren, eso debe tener preocupado a más de uno en Washington.