“Una de las características principales de los nuevos populismos tanto de izquierda como de derecha es el de denigrar o rechazar los puntos de vista de expertos, científicos, académicos e ir a una especie de persona genérica para argumentar desde aspectos morales porque se deben hacer los cambios que ellos creen que se deben hacer, y es ahí donde está el almendrón del asunto”.
De esa forma analiza Carlos Charry, director del doctorado en Estudios Sociales de la Universidad del Rosario, el discurso del presidente Gustavo Petro desde el balcón de la Casa de Nariño el pasado martes, en el que llamó “al pueblo a levantarse y a no arrodillarse”, y defendió cada una de sus reformas sociales.
Charry agrega que “casi la mitad del discurso está orientado a exponer las razones del fracaso de la sociedad colombiana en donde unos ricos, y la corrupción de esos ricos, han permitido no solamente su enriquecimiento, sino que es la causa de la marginalización y la precariedad de los más pobres, pero ni siquiera se le da una tercera parte a la explicación de la reforma a la salud, que era el objeto del discurso”.
En ese sentido, el consultor y asesor en comunicación política Miguel Jaramillo Luhan señala que “se trató de un discurso más de campaña que de un estadista y de Gobierno, porque apela a la fuerza de las calles, a su propio sector electoral, que solamente es del 17 % en campaña, pero que hoy, con esa asimetría, se da un nivel de desaprobación enorme que no se compara con la aprobación que tuvieron en su primer año presidentes de izquierda como Lula da Silva, Hugo Chávez u otros líderes de América Latina”.
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De acuerdo con lo anterior, el analista político de la Universidad Central Jorge Luis Yarce indica que “el tono discursivo del Petro se quedó en las tarimas de la campaña, olvidando que hoy es el presidente de todos los colombianos”.
Agrega que el Jefe de Estado “debería acoger el llamado de muchos sectores de la sociedad a consolidar un Gobierno de unidad que sea verdaderamente la voz que busque el encuentro de todo el país y no, por el contrario, el enfrentamiento entre ricos y pobres, regiones e ideologías”.
Esas consideraciones se dan ya que durante la alocución, Petro lanzó un fuerte mensaje a lo que él llama “la oligarquía”.
“Aquí lo que se está proponiendo es un pacto, no sobre la base de que el pueblo se arrodilla, para que nadie cambie, para que nada cambie. No, aquí lo que se propone es un pacto social, para que la oligarquía colombiana ceda en sus privilegios y permita construir una democracia y la paz”, señaló.
Por ello, Yarce advierte que cuando el Mandatario “cambia de discurso y empieza a hablar de cómo los negocios son ‘el diablo’ de la sociedad y empieza a introducir un fenómeno de confrontación generacional, ideológica, política y evidentemente de clases, es un juego muy peligroso. Pero ese ha sido su fundamento, no solo de su movimiento político, sino de él como candidato personalista”.
“Una posible derrota”
De su lado, Yann Basset, politólogo de la Universidad del Rosario, observa que “Petro estaba anticipando una posible derrota de su reforma de la salud en el Congreso y por eso estaba buscando culpables y excusas. El llamado al pueblo a las marchas esconde eso y llama la atención porque, dado el caso en el que no se apruebe su reforma, se hablaría de una derrota del Gobierno por su incapacidad de socializar su reforma y crear un consenso alrededor de ella”.
De otro lado, Charry considera que “la justificación de la reforma pasa más por cuestiones morales que por la exposición razonada de asuntos técnicos, que a veces pueden ser lejanos al entendimiento de algunas personas. Pero si bien el propio Presidente dice que pone la reforma a discusión de la sociedad, existe un rechazo de los argumentos contrarios por ser supuestamente de carácter oligárquico”.
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Por esa razón, señala que habrá qué ver cómo se desarrolla esta iniciativa, porque “ahí está la prueba de fuego, ya que como la tributaria, q ue pasó, pero con varios aspectos recortados y fue transformada, lo mismo podría pasar con la de la salud”.
De otro lado, Miguel Jaramillo menciona que “la invitación a la marcha, antes de la discusión en el Congreso en medio de apenas un esbozo tardío de un proyecto de ley, del cual ni siquiera existe la fecha en la que va a iniciar su ejecución, demuestra que el presidente Petro confía más en las calles”.
Sin embargo, añade que “lamentablemente las calles el martes no le cumplieron, pero ayer sí que funcionaron, con evidentes fotos y sistemas de contabilización de la oposición. Las calles no le funcionan a Petro. La desaprobación es simétrica al período de Iván Duque y, fuera de eso, empieza a haber fisuras en partidos como el Conservador, Liberal y la U”.