La solicitud del presidente Gustavo Petro de emplear un “lenguaje respetuoso” para referirse a la guerrilla del ELN, con la que el Gobierno adelanta un proceso de negociación de paz, desató toda una tormenta en el escenario político.
Mediante la Resolución 194 del 8 de julio de 2023, el mandatario ordena tanto a la Fuerza Pública como al ELN utilizar un “lenguaje respetuoso” para cumplir el cese al fuego bilateral pactado con este grupo armado. Esta nueva norma reitera que los diálogos con el ELN buscan construir salidas democráticas para superar la violencia.
Según el artículo 3 de la resolución, firmada hace unos días, el presidente busca establecer un lenguaje respetuoso entre ambas partes. “En el marco del acuerdo de cese al fuego bilateral, nacional y temporal pactado entre el Gobierno Nacional de la República de Colombia y el Ejército de Liberación Nacional, las partes acordaron que usarán entre sí un lenguaje respetuoso”, señala la norma.
Además, el mandatario pidió al Ejército que en adelante se refieran al ELN como una “organización armada rebelde”, con lo que reconoce el carácter político de la agenda pactada en México para la mesa de conversaciones del Gobierno y este grupo armado.
Aunque esta orden está dirigida a las Fuerzas Militares, diferentes políticos reaccionaron molestos. El exvicepresidente Francisco Santos fue uno de los que arremetió en contra de la decisión del Gobierno. “Nos encantaría decirles ‘hermanitas de la caridad’, pero si caminan como ratas, si tienen cola de rata, si parecen ratas, ¿qué son?”, escribió en un trino acompañado de un video. Además, destacó que el ELN es una “organización criminal, de narcotraficantes y terroristas”.
También el senador del Centro Democrático Jota Pe Hernández mostró su inconformidad con la resolución firmada por el Gobierno. “¿Qué podrán esperar los colombianos desprotegidos que claman por seguridad, al ver que el mismísimo presidente sale en defensa de estos bandidos?”, apuntó.
Las reacciones, incluso, se extendieron más allá del territorio nacional y el senador de Estados Unidos Marco Rubio se lanzó en contra de Petro. “Es insólito que el presidente de Colombia abogue por un lenguaje ‘respetuoso’ hacia los terroristas marxistas del ELN. ¿Respetaron estos criminales a las víctimas que han sufrido por su culpa?”, escribió el republicano.
La polémica no solo se generó en el panorama político. Periodistas, abogados y politólogos también compartieron su opinión sobre la norma. El abogado Daniel Briceño, por ejemplo, aseguró que la mayoría de los colombianos seguirán calificando a los miembros del ELN como “delincuentes”.
“Por medio de esta resolución el presidente Gustavo Petro les ordena a los funcionarios del Gobierno nacional tener un ‘lenguaje respetuoso’ con el ELN. Creo firmemente que para la mayoría de los colombianos ellos seguirán siendo: delincuentes, terroristas, mafiosos... etc.”, dijo el especialista en Derecho Público.
“El ELN desbloqueó otro nivel en la actividad del secuestro: logró secuestrar el lenguaje. En el marco de unos diálogos, intercambian el uso de ciertas palabras por la vida de sus víctimas. Por una delirante norma del Gobierno, desde ahora se les debe tratar con palabras “respetuosas”, mientras ellos humillan, asesinan, desplazan y reclutan a la fuerza a los colombianos”, advirtió Álvaro García, director nacional de Q’hubo.
¿Qué es el lenguaje de desescalamiento?
En un documento publicado en 2015, Instituto para el Desarrollo de la Paz dice que “la propuesta de desescalar el lenguaje no es una ‘pendejada’ simbólica, como algunos han dicho. Por el contrario, es una propuesta bastante sensata. Saben los analistas políticos y de conflictos que la confrontación se da en planos estructurales, directos y simbólicos. Los simbólicos tal vez son los planos más poderosos, es en estos donde se da legitimidad a la confrontación”.
Indepaz también explica que es “en el plano de lo simbólico, donde se manifiesta el lenguaje, están las palabras y en ellas algunos valores, signos y símbolos que definen las conductas. A través del lenguaje se ha dado legitimidad a masacres, a la muerte, a la persecución, al encarcelamiento, a todo tipo de conducta. Todos recordamos –o hemos repetido– frases como: ‘los mataron, en algo andarían’”.