“El Fiscal olvida una cosa, y es que la Constitución le ordena: Yo soy el Jefe de Estado, por tanto, jefe de él”. “Le pido a la Federación de Cafeteros, que no tome decisiones sobre el nombramiento del gerente general hasta que el nuevo Ministro de Hacienda tome su decisión al respecto”. “Los queremos con nosotros, queremos esa fuerza organizada y misionera que logre atraer a la totalidad de millones de trabajadores a la lucha por las reformas sociales”.
Esos son algunos de los pronunciamientos del presidente Gustavo Petro que han encendido las alertas en diferentes sectores del país por el tono desafiante del mandatario y su posible interés de desconocer la institucionalidad.
“Petro está maravillado con los regímenes autocráticos; esa cercanía con Venezuela y con Cuba lo hace perder la noción. Ser jefe de Estado no significa una jerarquía sobre las demás ramas del poder público ni sobre los órganos de control independientes”, observa el senador de Cambio Radical Carlos Fernando Motoa. Y agrega: “Está afectando la democracia, manda un mensaje errado, vulnera la división de poderes, que es fundamental en un Estado de derecho”.
De hecho, fue la confrontación entre el Presidente y el fiscal general, Francisco Barbosa, la que revivió el temor en la opinión pública, luego de que el primero dijera que era su jefe, llevando a la Corte Suprema, entre otros actores, a hacerle “un llamado a la sensatez, al respeto y a la cordura”.
“El Fiscal General no tiene superior jerárquico y es elegido por la Corte Suprema de Justicia de terna elaborada por el Presidente de la República. Es un funcionario cuya misión está claramente regulada por el orden jurídico y enmarcada en la autonomía e independencia de la Rama Judicial”, dijo el magistrado Fernando Castillo Cadena, presidente cde la Corte.
Para la politóloga Nury Astrid Gómez, salidas como estas “evidencian desconocimiento o soberbia frente a lo alcanzado en gobiernos anteriores. Un poder monárquico, centrado en sí mismo, y un dogmatismo que no entienden la responsabilidad de un país para los próximos 50 años”.
Señala que “en la posesión presidencial Petro enunció ‘no nos podemos equivocar’ en súplica al nuevo Gobierno, una propuesta de valor para once millones de votantes y una promesa a la oposición. Pero es un poder solitario, en primera persona, anuncia la soledad de un presidente con creencia de ‘el pueblo y el Estado soy yo’”.
El analista político John Mario González se refiere a la pugna con Barbosa: “Es triste para la institucionalidad saber que Petro desconoce la división de poderes. Ser el jefe de Estado no significa que no tenga límites. Para eso está la Constitución y la ley”.
Y Gómez anota que “el liderazgo autoritario (del Presidente) se caracteriza por tomar todas las decisiones: solo habla él, no permite la crítica y se comporta como un sabelotodo; es impositivo, exigente”.
Sin embargo, González añade que el Fiscal también está incurriendo “en un aprovechamiento de las circunstancias para lucirse, y no propiamente con el cumplimiento de sus funciones”.
De acuerdo con él, el director del doctorado en Estudios Sociales de la Universidad del Rosario, Carlos Charry, considera que “los dos salen mal parados en esa discusión y quizás haya algunas intenciones electorales de parte del Fiscal a futuro, y por eso quiere posicionarse mediáticamente en el debate político nacional”.
“Lo que la opinión pública debe exigir es que haya una adecuada articulación entre los poderes, porque esos choques generan desconexiones y desentendimientos a la hora del funcionamiento para ejecutar las políticas públicas”, añade.
Asimismo, el discurso del Presidente desde el balcón de la Casa de Nariño, el Día del Trabajo, no cayó mejor entre los ciudadanos, ya que invitó a sus seguidores “a estar en la primera línea y a la vanguardia de la historia de Colombia y sin dar un paso atrás” en la movilización por las reformas sociales.
Para Charry, “Petro quiere ejercer como presidente y Colombia es un país presidencialista que le provee demasiadas herramientas y poder a la figura presidencial, pero hay un Congreso, hay instituciones que le han hecho contrapeso a esas intenciones y solamente el tiempo nos dirá qué tan reales son esas vetas autoritarias que pueda expresar en su discurso”.
“Lo que está en la palestra es el funcionamiento institucional del Estado. Estos momentos no llevan a nada bueno y entorpecen el funcionamiento de las instituciones”, menciona.
De su lado, el analista político Álvaro Benedetti señala que ese ‘balconazo’, la disputa con el Fiscal General y la remoción de los ministros responden “a esa necesidad de evitar el fuego amigo dentro del Gobierno. Esta es una Administración que necesita tener áulicos en el marco de ejecución”.
Explica que “si tiene al Congreso en contra o dividido y además dentro del Ejecutivo hay voces que se oponen, obviamente eso no va a salir bien de cara a los intereses de tramitar los proyectos de ley”.
Y continúa: “Al final de cuentas esto era lo que se preveía por el vaticinio de Alejandro Gaviria, que en su momento muchos suscribimos. Íbamos a tener un gobierno que, con el pasar del tiempo, se iba a radicalizar en sus posturas y, en ese sentido, tomaría decisiones que a una muy buena parte del país le parecen inconvenientes”.
Una situación similar se dio con Germán Bahamón, elegido como el nuevo gerente general de la Federación Nacional de Cafeteros, que no fue bien recibido por Gustavo Petro.
Luego de que se conociera su nombramiento, y tras el ‘remezón’ del gabinete, el Mandatario le pidió al gremio que aplazara la elección en la que había participado el entonces ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo.
“Este es el nuevo presidente de la Federación Nacional de cafeteros. Pensé que era el tiempo del diálogo y la construcción común. Dialogaré con sus organizaciones de base regionales”, dijo Petro en su cuenta de Twitter posteando dos comentarios del nuevo gerente en los que lo criticaba.
Al respecto, el analista González dice que esto ya ha sucedido antes, dado que “el Presidente está en una búsqueda afanosa de cooptar todos los sectores de la economía, no solo los cafeteros, sino también otros gremios de la producción”.
Y reitera: “Lo que busca el Gobierno es apropiarse de los diferentes sectores de la vida pública nacional, como una especie de necesidad de auto reproducción del poder. Eso no es sano para los ‘check and balance’ que requiere la democracia, al Ejecutivo le incomoda la crítica y eso pasa con muchos ministros que están en esa tónica”.
Coincidiendo con él, la politóloga Gómez sostiene que “reconocer la equivocación es la mayor dificultad de Gustavo Petro. Aceptar posiciones contrarias es inválido y reconocer otros escenarios de consensos, imposible. Contradictorio que un presidente que vendió ‘el cambio’ como una oportunidad, tenga un sesgo de ‘status quo’ tan arraigado y solo gobierne en un imaginario”.