“El Senado sí tiene el derecho, desde la Comisión de Relaciones Exteriores, de mostrar una postura, como lo está haciendo, frente a la situación en Venezuela, y estoy de acuerdo con la línea planteada por algunos legisladores en la que referencian que el Congreso de la República representa la voz de los ciudadanos”.
Ese es el concepto de la politóloga María Alejandra Arboleda sobre el ‘choque de trenes’ entre el presidente Gustavo Petro y el Legislativo, luego de que Cámara y Senado aprobaran una constancia en la que reconocen a Edmundo González como el presidente electo de Venezuela e instan al Mandatario nacional a hacer lo mismo.
El disgusto se dio con la respuesta del Jefe de Estado, quien escribió en su cuenta de X que él es “quien dirige constitucionalmente las relaciones exteriores del país” y, aunque prometió que estudiará la proposición, reiteró que el Legislativo no puede exigirle temas internacionales, como lo es el caso político en Caracas.
“El Congreso de Colombia, por ordenamiento constitucional, no puede exigirle al Presidente posiciones en materia de política internacional. La proposición es una solicitud y la estudiaré dentro de las decisiones que tengo que tomar, siempre consultando, antes que nada, el interés general de la sociedad colombiana”, dijo.
Para la politóloga, el Mandatario hace ese tipo de declaraciones “con el objetivo de seguir instaurando ese mensaje de que en Venezuela no ocurrió fraude en las elecciones, y este es un ejemplo más de cómo, desde que llegó Gustavo Petro al poder, sus tácticas han sido de confrontación, de polarizar, de ir en contra de quienes piensan diferente. Es como si le molestara la separación de poderes”.
De hecho, lo que más se le criticó al Jefe de Estado desde diferentes sectores, especialmente los congresistas que apoyaron esa constancia, más que su negativa a reconocer a González como presidente electo de Venezuela, fue su tono, que para muchos es de confrontación.
“Esta es una muestra más de cómo se comporta el Presidente para lavarle la cara a su homólogo en Venezuela, Nicolás Maduro, y para ir en contra de quien piensa diferente a él. Además, aquí hay un apoyo hacia el Mandatario venezolano, como ya ha expresado antes en diferentes mensajes e incluso en instancias internacionales, como lo hizo ante la ONU”, añade Arboleda.
Según explica Enrique Serrano, profesor universitario, “asistimos a una crisis de poder presidencial en muchos países, donde la fuerza de los parlamentos, por un lado, pero también la condición errática de muchos Ejecutivos, ha hecho que tanto desde el punto de vista de la gestión y la administración del Estado, como desde la política internacional, algunos acontecimientos creen disputas al interior de los aparatos administrativos”.
Añade que ese es el “nuevo lenguaje de las controversias internas, que ha producido una suerte de fenómeno de cohabitación como el que hay en Francia al interior de los parlamentos y eso ha quitado poder presidencial y capacidad de reacción, como la que se ve por ejemplo en España”.
Para el docente, esta constante confrontación de Ejecutivo y Legislativo hará que en los siguientes años “se agrave un poco más la crisis del poder presidencial y las posibilidades de que estos cohabiten de manera peligrosa al interior de los estados, afectando el funcionamiento de los mismos”.
Una ponencia en ese mismo sentido fue aprobada hace un par de semanas por la Cámara de Representantes, con 86 votos a favor y 27 en contra, donde la oposición, que impulsó la propuesta, alegó que, aunque conocía el ordenamiento constitucional como Legislativo, no podía guardar silencio ante lo que consideran un fraude.