Hace ocho años me vi en esta situación. Juzgar las elecciones norteamericanas y el papel de los medios de comunicación en ellas. La mayoría de los grandes medios, desde CNN hasta The New York Times, han mostrado una postura crítica hacia Donald Trump.

Sin embargo, a pesar de esta oposición mediática, él ha logrado mantenerse a flote en las intenciones de voto, lo que plantea interrogantes sobre la real influencia de estos medios en la política actual.

Considerados el cuarto poder, los medios de comunicación han sido históricamente vistos como guardianes de la democracia, capaces de influir en la opinión pública. Sin embargo, en la era de Trump esta influencia parece estar en entredicho.

El director ejecutivo de Tesla, Elon Musk, salta al escenario mientras se une al expresidente de Estados Unidos. | Foto: Getty Images

A pesar de las críticas de medios liberales y conservadores, él ha encontrado formas de comunicarse directamente con sus seguidores, usando plataformas digitales y redes sociales, lo que le permite eludir el control mediático.

Trump ha capitalizado su imagen de outsider, desafiando las normas del ‘políticamente correcto’. Su estilo agresivo y directo ha atraído a votantes que buscan un cambio radical en la política. Este fenómeno no es nuevo; como lo han demostrado figuras mediáticas en el pasado, el escándalo y el sensacionalismo pueden ser herramientas efectivas para captar la atención y ganar seguidores.

El expresidente republicano se presenta como un antihéroe que desafía la ideología woke. Cada crítica que recibe es una oportunidad para reforzar su imagen de luchador contra el sistema, dinámica que ha permitido que su mensaje resuene con los que se sienten desilusionados por el establishment político.

La comunicación política está en un punto de inflexión. Las estrategias tradicionales ya no son suficientes para captar la atención de un electorado cansado de los discursos convencionales. Trump ha demostrado que es posible desafiar los grandes medios y, en muchos casos, salir victorioso. Esto plantea la necesidad de repensar el papel de los medios en la política contemporánea.

Donald Trump en su último evento en Pensilvania, uno de los estados que podrían definir las elecciones de noviembre. | Foto: 2024 Getty Images

Con sus polémicos comentarios y su estilo disruptivo, el expresidente ha dado voz a sectores de la población que se sienten ignorados. Su capacidad para conectar con estos votantes ha sido clave en su éxito en regiones donde la desesperanza económica y el pensamiento conservador y religioso ha llevado a muchos a buscar alternativas fuera de la política tradicional.

Los estados bisagra indican un aumento en la incertidumbre: Wisconsin, refleja un descontento con la Administración actual y un deseo de cambio. Michigan: el apoyo a Trump ha crecido, especialmente entre los votantes de clase trabajadora. Pensilvania mantiene un empate virtual. La falta de confianza en la Administración demócrata ha llevado a un aumento en el apoyo al exmandatario.

¿Estamos ante el fin del dominio mediático tradicional o solo es una transformación en cómo se ejerce ese poder? La respuesta podría definir el futuro de la política en EE.UU. y más allá. Yo estoy convencido que es así. ¿Y tú, qué piensas?