La salida de Laura Sarabia y de Armando Benedetti es el último eslabón de una cadena de 17 altos funcionarios del gobierno de Gustavo Petro que han sido “llamados a calificar servicios”, desde que este arranco el 7 de agosto de 2022.
La cronología de la salida de los altos funcionarios del Gobierno nacional es la siguiente:
8 de febrero: tras múltiples denuncias sobre la falta de preparación para manejar una entidad tan estratégica para los cambios sociales que busca poner en marcha el Gobierno, en el Instituto de Bienestar Familiar renunció a la dirección de esa entidad Concepción Baracaldo, quien admitió que llegó al cargo por ser amiga y vecina de la primera dama, Verónica Alcocer.
27 de febrero: ese lunes, el presidente Petro, en alocución televisada, anunció que dejarían sus cargos Alejandro Gaviria, ministro de Educación, quien venía subiendo el tono de sus críticas a la reforma a la salud; María Isabel Urrutia, ministra del Deporte, salpicada por malos manejos, y Patricia Ariza, personaje muy querido en el mundo cultural colombiano y una de las productoras más importantes del teatro nacional.
21 de marzo: Javier Pava, director de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), sale del cargo debido a la falta de diligencia en la atención de las familias de Rosas, Cauca, afectadas por una avalancha que también causó el taponamiento de la vía Panamericana.
26 de abril: este día salieron cuatro ministros clave para el Gobierno Petro: José Antonio Ocampo, de Hacienda; Cecilia López, de Agricultura; Alfonso Prada, del Interior, y Carolina Corcho, de Salud. Los dos primeros se fueron del Gobierno por discrepancias profundas con el presidente Petro respecto a las llamadas reformas sociales que este ha venido impulsando desde que se posesionó. Ambos fueron especialmente críticos con la reforma a la salud y suscribieron la famosa carta que terminó precipitando la salida de Alejandro Gaviria del Ministerio de Educación.
Entre tanto, Alfonso Prada, que fue mencionado por Benedetti en los audios que reveló Semana, fue relevado, al parecer, por su incapacidad para facilitar el trámite de las reformas sociales en el Congreso.
Por su parte, a pesar de su cercanía con el presidente Petro, Carolina Corcho se fue ese mismo 26 de abril del Gobierno por su radicalismo que la llevó a convertirse en un obstáculo para el avance de la reforma a la salud en el Congreso. Corcho es considerada la autora de esa reforma y fue acusada desde diversos sectores de negarse a implementar los cambios que se acordaron con los partidos miembros de la coalición de gobierno.
A la salida de esos siete ministros se suman las de tres viceministros. El primer problema surgió en el Ministerio de Minas y Energía cuando la viceministra Belliza Ruiz renunció, alegando haber recibido maltratos de la ministra Irene Vélez. La segunda viceministra en salir fue Flor Salazar, de Trabajo, quien alegó que la reforma laboral iba en contra de sus principios. Un funcionario más del Ministerio del Trabajo, Carlos Andrés Dussan, fue despedido de su cargo después de que lo acusaran de acoso laboral. Otro viceministro de Irene Vélez, Giovanny Sepúlveda, fue despedido sindicado de ir en contra de los principios ambientales del actual gobierno.
Viernes 2 de junio: como se sabe, el exembajador en Venezuela Armando Benedetti y la mano derecha del presidente Laura Sarabia salieron del Gobierno en medio del peor escándalo que ha sacudido a la administración Petro, el cual involucró sometimiento al polígrafo a una exempleada de Sarabia y chuzadas telefónicas. El escándalo subió de tono con la revelación, en la revista Semana, de unos audios en los que Benedetti, en los términos más soeces, sugiere que hubo financiación con dineros ilícitos de la campaña que llevó a Petro a la Presidencia, al tiempo que amenazó al presidente y a su exjefa de despacho.
Consecuencias de esta cadena de despidos
Para el analista político John Mario González, esta alta rotación en la cúpula del Gobierno Petro conlleva varias consecuencias. Primero, causa ineficiencia en las ejecutorías gubernamentales por la falta de continuidad de las políticas públicas.
En segundo lugar, muestra improvisación en los nombramientos, así como altos costos en las decisiones implementadas. Además, incentiva la corrupción y provoca decisiones incorrectas y con poco fundamento técnico, lo que es una consecuencia de la improvisación.
El analista González también señala que esta puerta giratoria en los altos cargos del Estado dificulta la adopción de programas y proyectos de largo plazo. En últimas, agrega González, también refleja la excesiva politización de la Administración Pública, pues estos relevos muestran que se están buscando aliados de última hora, pruebas de ADN de paternidad ideológica a ver si a un funcionario lo dejan o no, o si aprueba la lealtad ideológica o programática al Gobierno para que permanezca.