A un mes de la contienda electoral por la Casa Blanca en Estados Unidos, el panorama parece no mejorar para ningún bando, según encuestas, ya que mientras Donald Trump se mantiene estable con el apoyo de sus bases, Kamala Harris no logra dar el impulso que necesita para tomar la ventaja.
En un principio las mayorías las tenía el republicano, quien desde muy temprano empezó a cantar victoria, pero todo giró cuando el actual presidente, Joe Biden, anunció su retiro, dejando que su candidatura la ocupara Harris y dándole esperanzas al Partido Demócrata de repetir mandato.
“La llegada de la hoy Vicepresidenta hizo que la ventaja que tenía Trump quedara sepultada. El primer chance lo tiene Kamala, pero no es definitivo, aunque le permite sentirse cómoda sin que pueda bajar la guardia, porque nada está definido en un país donde el voto popular no pone al Presidente, sino que lo hace el Colegio Electoral, y ahí gana quién tenga más estados de su lado. Entonces, no será fácil”, anota el analista político internacionalista Mauricio Jaramillo.
La disputa dependerá del bando que tome el estado de Pensilvania, opina Cristian Rojas, profesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de la Sabana, quien señala que el ponderado de encuestas muestra un empate perfecto.
“Cualquier cosa que mueva la aguja en un sentido o en otro en ese estado cambiaría la elección presidencial. Eso no significa que los demás estados sean irrelevantes, pero en Pensilvania es donde las opiniones están más estrechas y sus votos son suficientes para mover el mapa electoral, siendo una situación atípica”, dice.
Y agrega que “en Estados Unidos ha habido mucha división y polarización, con unas elecciones muy cerradas, resultados no previstos por las encuestas, como fue el caso del triunfo de Trump sobre Hillary Clinton en 2016″.
De otro lado, Manuel Camilo González, profesor de la Universidad Javeriana, indica que, en promedio, “Harris cuenta con una ventaja de entre tres y cinco puntos porcentuales sobre Trump, incluyendo estados bisagras donde la competencia electoral es reñida y los votantes suelen cambiar de preferencia entre elecciones”.
Así, se espera que en estas últimas semanas las campañas refuercen sus posturas frente a temas clave para la región y, en ese sentido, la aguja electoral empiece a tener una mayor tendencia hacia un lado u otro.
Los debates clave de la campaña
Harris se ha mantenido sin dar mayores detalles sobre su programa centrista, que combina firmeza frente a la inmigración ilegal, promesas de mejoras para la clase media y la defensa del derecho al aborto, tema en el que los republicanos se sienten incómodos.
De su lado, Trump, candidato a la Casa Blanca por tercera vez, repite la partitura de 2016 y 2020, presentándose como un antisistema, cercano a la gente y muy crítico con las élites de Washington. El mismo credo de campaña: la lucha contra la migración ilegal, que según él está destruyendo las ciudades estadounidenses.
“La inmigración es un tema clave en el que se han concentrado la mayoría de debates y el cruce de argumentos entre las campañas Harris y Trump. Esencialmente, el foco se ha puesto en la inmigración irregular desde países latinoamericanos, particularmente flexibilizar o endurecer los controles fronterizos”, indica González.
En ese sentido, Rojas indica que “la crisis de la frontera sur que hemos visto en los últimos meses ha hecho que ese tema tome especial relevancia y tiene que ver también con la relación que hacen muchos votantes con el deterioro de la seguridad. Entonces la inmigración no es un tema aislado, sino que se relaciona con otros que pueden ser importantes, como la economía”.
Sin embargo, para el analista Jaramillo, a pesar de que este ha sido un asunto importante, no es el principal interés entre los estadounidenses.
“El tema migratorio puede conmover a algunos sectores en el Partido Republicano, que tienen mucha preocupación por la llegada de migrantes, pero en Estados Unidos define las elecciones el tema económico, es lo que más le interesa a la gente, así como la inflación, el empleo, el desempleo, los subsidios, qué hacer con la mercancía China y la seguridad”, explica.
Además, las fuentes coinciden en que el aborto es otro de los asuntos que están en el centro de la discusión, después de que ese derecho fuera eliminado en algunos estados.
De hecho, diez estados celebrarán referendos sobre ello en paralelo a la votación presidencial, donde se espera que se levanten prohibiciones, lo que los demócratas esperan que les permita movilizar votantes a su favor.
Por ello, Kamala convirtió la interrupción voluntaria del embarazo en algo principal de su campaña y procura presentar a su rival como responsable de historias trágicas en ese sentido.
La influencia de la guerra en Medio Oriente
¿Podría influir el conflicto en Medio Oriente en la campaña presidencial estadounidense?
Por ahora, la candidata demócrata Kamala Harris se encuentra pisando cáscaras de huevo al defender el apoyo del presidente Joe Biden a su aliado Israel, al tiempo que corre el riesgo de alienar a los votantes musulmanes y árabes estadounidenses.
Mientras tanto, Donald Trump se ha pronunciado sobre el conflicto para advertir sobre una tercera guerra mundial, un pronóstico apocalíptico del que culpa al Gobierno actual.
“En una contienda tan cerrada, parece que todo puede sumar o restar. Entonces podría parecer que la guerra cobra importancia, pero la diferencia de las posiciones entre los partidos no es significativa. O sea, no hay un partido pro Palestina y otro pro Israel, sino que ambos han asumido un compromiso con este último”, opina Cristian Rojas, profesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de la Sabana.
Asimismo, el docente de la Universidad Javeriana Manuel González reconoce que, si bien hay cierto consenso entre ambos partidos sobre ese tema, “hay una brecha importante entre los republicanos y los demócratas, donde los primeros tienen una posición de apoyo irrestricto a Israel, mientras que los demócratas están más abiertos a reprobar ciertas acciones de Tel Aviv, sin que ello comprometa su alianza”.
Además, advierte que, en caso de una victoria de Trump, “es predecible que Estados Unidos pueda volver a una lógica aislacionista y proteccionista, en la que busca alejar a Washington de sus compromisos con la OTAN, la Unión Europea y significativamente del rol en la guerra en Ucrania, mientras que con Kamala la posición es la de recuperar el prestigio y rol internacional como defensor del orden liberal, donde se promueva el comercio libre, la democracia y el respeto por los Derechos Humanos”.
No obstante, el politólogo internacionalista Mauricio Jaramillo señala que este conflicto en realidad no es un tema que preocupe al estadounidense de a pie, ya que es un país aislado y poco interesado por lo internacional.
Agrega que, aunque gane Harris o Trump, “Washington va a tener una posición bastante conservadora y no se van a meter en camisa once varas a jugársela por los palestinos, ni se va a sumar al consenso de los países del sur global que consideran que hay un genocidio”.