Nuevamente, salen al descubierto los actos de corrupción al interior de una entidad del Estado. Esta vez el turno es para la Superintendencia de Subsidio Familiar, tras revelarse una serie de conversaciones muy comprometedoras entre Luis Guillermo Pérez, superintendente de Subsidio Familiar, y una trabajadora de Comfacor, la Caja de Compensación del Córdoba.

“Estos son los inamovibles uribistas de los supersueldos de la caja, que atornilló la corrupta exfuncionaria”, escribió el funcionario al lado de esos nombres. | Foto: Fotomontaje de SEMANA

Por no acceder a sus peticiones, Vásquez aseguró que fue despedida y por eso presentó una demanda laboral pidiendo el reintegro a su trabajo. Esa petición la sustentó contando lo que para ella fue la verdadera causa de su retiro del trabajo: no haber accedido a las peticiones del superintendente de convertir en un fortín político la entidad. Para eso, Vásquez aportó todos los chats que tuvo con él, los cuales fueron revelados por la revista SEMANA.

La primera vez que ella le escribió al alto funcionario fue el 12 de octubre de 2022. Para ese entonces, Comfacor era ya una de las cajas de compensación intervenidas por el Gobierno. Esta medida le otorga al superintendente la posibilidad de elegir al director de la entidad. Y Diana Vásquez aspiraba a este puesto y ya había sido preseleccionada. “Buenos días, doctor, ya lo agregué a mis contactos”, le escribe ella. “Ha sido un gusto, Diana, seguimos en contacto”, le contesta él.

Al otro día, Diana le manda su hoja de vida y una propuesta que él le había pedido sobre cómo se podría mejorar la entidad. En noviembre, Vásquez es elegida para dirigir la caja. Y ambos se cruzan mensajes muy positivos. “Diana, te deseo lo mejor. Tu éxito será el mío, abrazos”, le escribe el Superintendente. Ella le contesta con la misma efusividad: “Doctor, voy a ser más que su mano derecha. Mi propósito está absolutamente alineado con el suyo… con trabajo leal le pagaré esa confianza”.

Confianza que desapareció luego de que Vásquez se posesionara en su cargo y diera una instrucción precisa: “Envía por favor un oficio a todo el personal directivo pidiendo sus renuncias protocolarias. Atenderás y priorizarás a quienes lo hagan. A los demás los desvincularemos progresivamente”, le decía el ‘súper’.

Desde ahí, los chats que le enviaba el alto funcionario se referirían solo a instrucciones frente a sus recomendados. En los chats se puede ver cómo le remite hojas de vida, una tras otra. La primera que le llega es la de Jénifer Rodríguez, una persona a la que el funcionario describió como de “mi confianza absoluta” para ser la revisora fiscal. Luego la descarta y dice que se la lleva “para otra caja” y propone otro nombre, el de Noris Yadira Mena.

Chats superintendente | Foto: Semana

Asimismo, el 30 de noviembre, le remite la de José Eduardo Guarnica y le aclara que “no tiene que ser en un cargo directivo”. El 2 de diciembre manda la hoja de vida de María Alejandra Oviedo con el mensaje de “abogada para contratar”. El 5 de diciembre envía la de Carlos Javier Hoyos con la siguiente orden: “Por favor entrevistar a esta persona y la vinculas”.

Así comenzó una temporada navideña poco alegre y relajada para la funcionaria, pues el Superintendente sigue dando órdenes, ahora para ascensos. El 21 de diciembre le pide “promover a una subdirección” a Juan Carvajal. “Puedes confiar en él”, agrega. Luego le pide también un salto profesional para José Tuirán. “También es de mi confianza”, señala. Un rato después le escribe que entreviste a Marta Pérez Montiel para que sea “la rectora del colegio”.

El 22 de diciembre, apenas dos días antes de Navidad, el alto funcionario le manda un mensaje con un tono de molestia: “Dime, por favor, en relación con las personas que he pedido ascender dentro de la caja o contratar, ¿cómo vas con ello?”. Cinco días más tarde, el 27 de diciembre, le insiste: “Mientras logramos reemplazar a los directivos de Marta, las personas que te he recomendado para que te acompañen en la gestión les puedes hacer contratos de prestación de servicios”.

Pero en este cúmulo de instrucciones y peticiones no solo Superintendente la aborda. También lo hace la doctora Carol Cárdenas, quien para la época era la agente especial de intervención de la Superintendencia. En diciembre, mientras el alto funcionario le envía las hojas de vida, la doctora Cárdenas la presiona por los nombramientos, le manda nuevos nombres y le pide que guarde silencio.

Sobre una persona, le dice que la ayude con prontitud porque “si no fuera por ella no te habríamos podido posesionar tan rápido”. A otros, pide que le abra una investigación: “Sorpréndelos mañana con el cambio”, “pásala a auditoría o control interno”, señala. El 21 de diciembre, la funcionaria le dice claramente que oculte que ella le da órdenes. “Hay ruidos de que estoy coadministrando”, señala y le dice que lo andan diciendo a “diestra y siniestra”. Y le hace una petición: “Que en lo mínimo me menciones”.

Un día después de que el ‘súper’ le pregunta por las personas que pidió que contrataran, la doctora Cárdenas le dice nuevamente lo mismo: “Si el doctor me llega a abordar con el tema, qué le digo”. La directora de la caja no aguantó más y decidió poner en conocimiento de la Procuraduría el tema. En su demanda laboral asegura que nunca pensó en ceder a esas presiones, pues violan los procesos de selección, el código de ética, buen gobierno y contratación.

La colecta para la Paz Total

La historia fue confirmada por otro directivo de cajas, Jorge Alejandro Gómez, quien hasta esta semana fue el director de Comfenalco Antioquia. Tras 26 años de trabajo, fue removido de su cargo, una vez la entidad fue intervenida por la Superintendencia.

“A mí directamente me llamó y me dijo que en Buenaventura se estaban matando los niños y los jóvenes. La causa era muy loable, pero al hacer el análisis de poder disponer los recursos para eso, no accedí. No tuve cómo justificar enviar un dinero a un particular que no estaba destinado para programas de nuestros trabajadores y sus familias”, le dijo a SEMANA.

Chats superintendente | Foto: Semana

Debido a todo lo anterior, la Procuraduría dirigió su mirada al trabajo del Superintendente. Le pidió información sobre esta colecta y sobre la petición que hizo a algunas cajas de enviar el listado con la nómina de la entidad.

En un comunicado, la entidad aclaró que la colecta la hacía con “relación a la solidaridad con la población de Buenaventura y el apoyo a la tregua promovida por el obispo Rubén Darío Jaramillo Montoya, que ha conducido al cese de los asesinatos”. Según el superintendente, eso forma parte de sus obligaciones constitucionales “para convertir a Colombia en potencia mundial de la vida”.

Sobre las nóminas, aseguró que “es labor propia del Superintendente, en su dinámica de vigilancia y control, estar al tanto de la administración de un sistema que emplea a más de 100.000 trabajadores en todo el país”.