Nada fácil fue el trámite de primera vuelta de la reforma política que presentó el Gobierno de Gustavo Petro al Congreso de la República.
Si bien hace parte de las iniciativas que le fueron aprobadas, la misma tuvo que ser duramente defendida por los alfiles del Presidente, que enfrentaron a los también oficialistas de la Alianza Verde que no les gusta recurrir a la conformación de candidaturas con listas cerradas.
En la Cámara de Representantes la labor de escudero le correspondió a uno de los debutantes del Pacto Histórico, Heráclito Landinez, quien demostró que conoce el tema político y que ayudó consolidar el apoyo requerido para la enmienda constitucional que por ahora deja más que certidumbres.
Le puede interesar: Monseñor Darío de Jesús Monsalve habla de lo que será su papel en diálogos entre Gobierno y ELN
¿Qué tan difícil fue el trámite del proyecto, incluida su conciliación?
Yo creo que, en medio de las complejidades que significa cambiar la forma de hacer política en este país, fue un debate suave en términos de confrontaciones. Hubo una participación activa, pero no tan radical como pensamos que podría generar ser la discusión. Sin embargo, la oposición y algunos parlamentarios, que aun siendo de partidos de Gobierno, trataron de atravesarse a la reforma por vicios en el procedimiento, cosa que nunca ocurrió.
Por ejemplo, una parlamentaria nueva decía que no se podía incluir artículos nuevos a la reforma para llevarse a la plenaria. Si eso no puede hacer un ponente en el trámite legislativo, como está contemplado en la Ley Quinta y la Constitución, pues simplemente los ponentes serían unos relatores y entonces no tendrían por qué existir.
¿Sí fue una discusión con participación de todos los sectores o se impuso la coalición de Gobierno?
Creo que fue una discusión amplia, pluralista, democrática, en la plenaria nuestra y en comparación con el Senado, y voy a decirlo como representante a la Cámara, mejoró mucho esta reforma política en el sentido de que fueron más profundos los cambios que se propusieron y que al final de cuentas en la conciliación se aceptaron.
Pero la reforma fue muy cuestionada por analistas que dicen que le faltó mucho, ¿qué opina?
Es muy injusto, porque con el solo hecho de asegurar dos grandes temas: listas cerradas paritarias y de género, se va a garantizar cambiar la forma de conformación de las listas, porque están obligando a los partidos a establecer mecanismos democráticos para escoger a sus candidatos.
Y, en segundo lugar, con listas cerradas paritarias de género con alternancia se va a garantizar que la mitad de los concejos, las asambleas y el Congreso de la República sean mujeres. Ningún país de América Latina tiene eso, Colombia estará a la vanguardia.
¿Hay otro tema del acto legislativo que usted resalte?
El otro gran componente es la financiación estatal de las campañas políticas cien por ciento. Cuando financiamos esas campañas de listas cerradas paritarias y de género estamos evitando financiar campañas individuales, como está ocurriendo. Hoy, si hay 22 partidos y se presentan listas al Senado, son 2200 candidatos, 2200 campañas, porque cada candidato financia con recursos propios o de particulares las campañas y algo aporta el Estado, pero se vuelve una competencia malsana entre los propios miembros de su lista, porque van a competir es por el que tenga más recursos y poder para influenciar más los liderazgos locales para inducir su votación y en algunos casos compra de votos.
Miembros de la Alianza Verde, a pesar de ser un partido oficialista, se opusieron a la reforma. ¿Eso no le hizo daño a la coalición?
Yo creo que eso le hace daño a la coalición, porque hay una apuesta de Gobierno y debe ser respaldada por la coalición misma en el Congreso. Son partidos que se ha comprometido con el ideario del Gobierno y su agenda programática, pero entendiendo la democracia, en donde hay voces disidentes, creo que eso alimenta el debate. Algunos dijeron: ‘es que la ‘aplanadora’ del Gobierno aprobó la reforma política, pero no hubo ‘aplanadora’. En algunos temas, por ejemplo, la votación fue muy cerrada, con diferencias de cuatro o cinco votos. Es decir, hubo disenso al interior de la misma coalición, y eso le sirve a la democracia.
Le puede interesar: Dólares, cocaína y narcotráfico, los temas del nuevo desacuerdo en redes entre Petro y Cabal
Hacia afuera hubo ruido generado por algunas voces, pero, en términos generales, líderes de opinión han respaldado la reforma política. En grandes medios nacionales, columnistas y editorialistas han respaldado la financiación cien por ciento estatal de las campañas, porque elimina las costumbres políticas de corrupción y el clientelismo en las elecciones.
¿No cree que, como se dice en el Congreso, la primera vuelta de una reforma constitucional es más fácil y la segunda muy compleja?
Sí, yo creo que eso es una tradición en el Congreso: que una primera vuelta surte un trámite más suave y la posición radical debe llegar con la segunda vuelta. Sin embargo, creo que debe existir un acuerdo en la coalición, en los partidos de Gobierno, para saber qué vamos a aprobar en la reforma política. Si va a haber, de verdad, la aprobación de la mayoría de lo que tenemos, pero si los partidos no están de acuerdo, la reforma política no pasa en la segunda.
Entonces, ¿cuál será la estrategia?
Para la segunda vuelta estos partidos debemos estar de acuerdo para sacar adelante la reforma o la hundimos. Sin listas cerradas y financiación estatal es mejor hundir la reforma, porque ese es el cambio de la política. Si hacemos una reforma maquillando algunas normas de la Constitución, permitiendo que los congresistas sean ministros o permitiendo el transfuguismo, es un procedimiento, pero no es la gran reforma política que quieren los colombianos.
¿Pero cerrar las listas no beneficia especialmente al Pacto Histórico?
Es una reforma constitucional que va a beneficiar a todos, pero sobre todo a la política colombiana, porque los partidos deberán organizarse de acuerdo al ideario político, a la propuesta de país que tenga cada partido, entonces no veo sustancialmente, como algunos dicen, que eso va a favorecer solo al Pacto Histórico y no a los demás partido.
En tanto las normas son iguales para todos, no hay ventaja para nadie, pero creo que los ciudadanos, cuando vayan a votar viendo listas cerradas, van a tomar una decisión teniendo en cuenta la concepción ideológica de los partidos y sus propuestas y no como ahora: qué le ofrece cada candidato en particular.
¿Y por qué no dejan las listas cerradas de manera indefinida?
Esa es la discusión. Nosotros consideramos, en la Cámara de Representantes, que deben ser indefinidas, pero en el Senado esperan que sean solamente dos periodos.
¿Qué otros temas importantes resalta usted de cómo quedó hasta el momento la reforma política?
Que se le respeta la soberanía al pueblo cuando elige a un gobernante al que la Procuraduría le había cercenado ese derecho al sancionar al alcalde Gustavo Petro. En un fallo de 20202 la Corte Interamericana definió que no se les podía quitar los derechos políticos a los ciudadanos, a los electores ni al elegido y, por lo tanto, incluimos en la reforma que un órgano administrativo no puede quitarles los derechos políticos a los ciudadanos. Solo se perderán por condena de un juez penal competente o por pérdida de investidura del Consejo de Estado.
Le puede interesar: ¿Quiénes son? Conozca la lista de los primeros siete voceros de paz que liberará el Gobierno
Otro aspecto importante es la democratización de los partidos políticos: si los partidos no hacen procesos para escoger sus candidatos de manera democrática, pueden perder su personería jurídica. También que, para los ciudadanos que se presenten al interior de partidos o en interpartidistas, el resultado de las consultas es obligatorio para ellos acatarlos. No pueden salir a buscar avales en otros partidos.
¿Si esta reforma se aprueba en junio de 2023 podría aplicarse para las elecciones de octubre?
Dos cosas: una, que los congresistas podrán renunciar e inscribirse para ser candidatos a elecciones regionales y, dos, que podrán en ese mismo sentido, ser nombrados en un cargo público o privado. Se le quitó la inhabilidad de un año posterior a su renuncia o al término de su periodo.