Una de las incógnitas del Acuerdo de Paz firmado con las Farc era qué iba a pasar con las 26 zonas veredales transitorias de normalización que se crearon para que esta guerrilla dejara sus armas.
Esa duda se despejó la semana pasada, tras el anuncio de que se convertirán en Espacios Territoriales de Capacitación desde el 1 de agosto, mientras se concluye el desarme.
¿Cómo serán esos espacios? ¿Cuánto tiempo durarán? ¿Se crearán por decreto?, son algunas de las preguntas que surgen alrededor de esa transformación, y aunque desde el Gobierno se han dado luces al respecto, habrá que esperar a que “próximamente” se defina el modelo, como dice el alto comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo.
El funcionario agregó que ese modelo se definirá con gobernadores, alcaldes y las comunidades, “para entre todos montar un modelo viable y sostenible” que sirva para capacitar a las Farc en su reincorporación, pero también a las comunidades.
Lo que sí desaparecerá es la figura jurídica que dio vía libre a las condiciones especiales de las zonas veredales. Cuando los más de siete guerrilleros no tengan ni un arma –deberán entregarlas todas el 20 de junio-, los espacios serán usados por ellos y las comunidades que viven alrededor, porque se eliminarían las restricciones de ingreso a dichas áreas.
“Esos lugares van a ser como un caserío normal. Va entrar la Policía, va cualquier ciudadano”, precisa el coordinador de la Fundación Paz y Reconciliación, Ariel Ávila. Sin embargo, deja claro que se deben establecer unas condiciones básicas que permitan que todo funcione con normalidad.
“¿Qué es lo importante? Obviamente que, como ahí están congregados todos los guerrilleros de las Farc, tendrán que garantizar una seguridad para que no les vaya a pasar nada y para que ellos tampoco tomen comportamientos autoritarios de quién entra y quién no, como lo hicieron antes”, agrega.
Por eso, el Alto Comisionado complementa que con los Espacios de Capacitación se quiere dar un tiempo de transición en el que quienes dejen las armas ingresen paulatinamente a la vida cotidiana.
Al respecto, el profesor de la Universidad Externado de Colombia y experto en procesos de paz, Frédéric Massé, afirma que la creación de estos espacios en el papel se ve loable, pero quizás su aplicación sea compleja: “Puede ser que dentro de las comunidades haya personas o grupos que no ven bien que las Farc se queden en esas regiones. Muchos ya se están organizando y van a entrar a competir con las asociaciones que ya están en esa zona. De ahí, la pregunta es cómo la guerrilla va a manejar esas situaciones si ya no van a tener fusiles, ni medios de presión para obligar o para convencer a la gente a actuar como quieren”.
Pero pese a ello reconoce que en muchas de las zonas en donde están hoy concentradas las Farc las comunidades alrededor están familiarizadas con ellas, como lo confirma el senador Iván Cepeda, quien ha visitado varios de esos campamentos.
“En las zonas todos los días hay un diálogo con autoridades, con alcaldes, hay una permanente comunicación con los gobernadores, con las juntas de Acción Comunal, con las organizaciones políticas y sociales. Así que no creo que ese sea un factor nuevo en esta etapa, sino que es continuidad”, afirma.
¿Repúblicas independientes?
“Van a ser espacios de reincorporación, y van a requerir seguridad porque están concentrados, pero no son repúblicas independientes, como dice el uribismo, ni van tener alcaldes allí adentro”, añade Ávila.
Es que la conversión de los campamentos a espacios de capacitación la critican miembros del Centro Democrático, como el representante Edward Rodríguez.
“Esto es otra trampa y una mentira de Juan Manuel Santos y de las Farc. Ahora van a mantener con nuestros impuestos a estos bandidos que durante años le hicieron daño a Colombia. Convertir las zonas veredales en zonas de capacitación es prorrogar los ‘caguancitos’ para que sigan amedrentando a la población civil. Dejarlos hacer lo que les venga en gana, ayudándolos a fortalecer tanto económicamente como políticamente a puertas de las elecciones de 2018”, dice.
Pero más allá de las opiniones, lo que sí hay es preocupación de los directamente involucrados: los alcaldes. Al menos así lo afirma el director de la Federación de Municipios, Gilberto Toro: “Esas zonas se construyeron con un propósito y era concentrar a los guerrilleros durante un periodo de tiempo, era un proceso de transición. El anuncio de que se van a convertir en zonas de capacitación es comprensible mientras se hacen algunos cursos que les permitan hacer más fácil la transición, pero habría que ponerle un límite de tiempo”.
A renglón seguido especifica: “No puede convertirse esto en un pretexto para que en realidad se esté buscando crear unas repúblicas independientes dentro de unos municipios, con el ánimo de intervenir en procesos democráticos que deben ser respetados, que tienen una dinámica”.
Si no hay un tiempo definido, asegura, se interpretaría como ese “pretexto”, y aunque el Gobierno dice que el modelo de los espacios se definirá con las autoridades locales, persiste la inquietud: “Lamentablemente, la experiencia de la articulación de esas zonas con la institucionalidad local no ha sido buena”.
¿Límite de tiempo?
Para el profesor Massé, más que un límite de tiempo se necesitan concretar las condiciones sobre las cuales funcionen estos espacios.
“No creo que se necesiten tiempos límites, lo fundamental es tener reglas claras, si el objetivo es que, poco a poco, las Farc se integren en la vida política. Mientras eso pasa, las reglas específicas pueden ir desapareciendo”, sostiene el académico.
Una posición similar tiene la gobernadora del Valle del Cauca, Dilian Francisca Toro, quien considera que esas zonas tienen que convertirse en una extensión de los municipios donde se encuentran: “Lo que estamos esperando es que ellos se integren a la comunidad y que la comunidad entienda que ellos son parte de nuestra sociedad, se pueden quedar en las zonas, siempre y cuando tengan las oportunidades que les permitan una buena calidad de vida”.
Para otros, incluso el Gobierno Nacional está demorado con esta transición, como lo cree el exgobernador de Antioquia, Sergio Fajardo.
“Es relativamente sencillo llegar a estas zonas, identificar el nivel educativo de cada uno y organizar unos programas de educación a la medida. Son 26 zonas y si en cada una de ellas se llevara a cien personas con equipos del Sena, con educadores de diferente naturaleza, estarían todos trabajando ya”, sostiene el precandidato presidencial.
Este es el debate que apenas se cocina, pero que debe terminar antes del próximo 1 de agosto, cuando las zonas dejarán de ser veredales.