Juan Manuel Santos tiene la convicción de que quien lo suceda en la Presidencia de la República no va a poder echar para atrás los acuerdos suscritos con las Farc.
Por eso afirma, sin el menor dejo de duda, que “la paz es real y con la dejación de las armas por parte de las Farc no tiene marcha atrás”.
A su paso por Cali esta semana, durante la celebración de la Cumbre Alianza del Pacífico, el Mandatario dio un balance de lo que para él fue un hecho histórico: el desarme de la guerrilla y explicó lo que viene hacia adelante con los acuerdos.
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Santos, que a pesar de la alta desaprobación a su gestión que señalan las encuestas se muestra sereno, asegura que esas estadísticas no lo preocupan y atribuye la situación a que “la bruma, la neblina, que producen los odios, las divisiones y la política no ha dejado ver bien la realidad de los hechos”.
Sobre lo que dijo el martes en el acto celebrado en Mesetas, su relación actual con su exembajador en Estados Unidos Juan Carlos Pinzón, las divisiones de los partidos que defienden la negociación, el perdón de los colombianos a la guerrilla y la Jurisdicción Especial para la Paz y las dudas que aún la rondan, así como los beneficios de la Alianza del Pacífico, el Jefe de Estado habló con El País.
Presidente, si bien la mayoría de colombianos recibió con júbilo la entrega de las 7142 armas de las Farc, mucha gente cree que su arsenal era mucho mayor y que no entregaron la totalidad del armamento. ¿Usted le cree a las Farc cuando dicen que entregaron todas sus armas?
La Misión de Verificación y Seguimiento de la ONU certificó la entrega de 7132 armas individuales por parte de los miembros de las Farc en las Zonas Veredales.
En ningún proceso de paz anterior se había tenido una proporción tan alta de armas por miembro de la organización. Le recuerdo que en el caso de los paramilitares hubo dos veces más desmovilizados que armas entregadas, con el M-19, tres.
A los escépticos y críticos les recuerdo que a las Farc se les han incautado o han entregado más de 50 mil armas en las últimos años. La recuperación de las armas en las caletas está en marcha y –como lo dijo el representante de Naciones Unidas el martes— el proceso debe acelerarse.
Pero un tuit suyo de hace unos meses, en el que afirmaba que las Farc iban a entregar 14.000 armas, ha contribuido a aumentar esas suspicacias. ¿Por qué dio esa cifra?
Esa cifra se dio sobre la base de unas estimaciones que se tenían preliminarmente sobre el número potencial de integrantes de las Farc, la cual después fue corregida.
En el discurso que pronunció en Mesetas, usted dijo que por lograr esa entrega de armas habría valido la pena ser Presidente. ¿Qué significa esa frase?
Llevo la mayor parte de mi vida pensando y trabajando por acabar con la violencia de nuestro país. El martes esto se materializó. Las Farc se desarmaron, el sueño se cumplió.
A pesar de todas las críticas, de las dificultades propias de un proceso de negociación para poner fin a un conflicto de más de 50 años, haber visto la cara de esperanza en tantas personas, pensar en las vidas que hemos salvado y en los niños que no van a tener que vivir la guerra, me permite decir que valió la pena.
El exministro Juan Carlos Pinzón, quien lo acompañó en casi todo su gobierno y es precandidato presidencial de su partido, dijo que “es un error celebrar la entrega de armas como si fuera la totalidad. Es claro que las Farc y la disidencia tienen armas”. ¿No es desconcertante que alguien tan cercano a usted haga esa afirmación?
Juan Carlos Pinzón me ha acompañado a lo largo de mi carrera pública. Entiendo que ahora tiene intereses electorales que sin duda juegan un papel en sus posturas públicas.
¿Pero no es raro que una persona tan cercana a usted haga esa declaración justo el día en que se acaban de entregar las armas?
Sí, es muy raro, sobre todo cuando él sabe perfectamente que durante los últimos quince años, de los cuales once ha estado conmigo como viceministro, ministro de Defensa o secretario general de la Presidencia, todos los días se incautaban armas, todos los días se desmovilizaban miembros de la guerrilla y que sumadas todas esas armas daban más de 50 mil.
Entonces sí es muy raro que él, a estas alturas, diga lo que está diciendo, pero eso tiene que ver con la campaña política.
Como lo he dicho muchas veces, citando a los clásicos: “La lucha por el poder de la política infortunadamente saca lo peor de la condición humana”.
¿Eso lo que quiere decir, Presidente, es que él está comenzando a marcar distancia de su gobierno?
Esa es una pregunta para él. Yo trabajé con él toda la vida, 25 años ha estado a mi lado en todos los puestos, y espero que aprecie eso, que defienda lo que él ayudó a construir, que son muchísimos resultados no solo en materia de seguridad sino en todos los frentes. Eso es lo que yo esperaría de una persona que ha estado a mi lado 25 años.
¿No tendría él un poquito de celos en el sentido de que usted parece estar más cercano a otros candidatos como Humberto De La Calle?
Yo no soy cercano a ningún candidato, soy el Presidente y me corresponde estar por encima de las contiendas políticas. Lo que este país necesita es reconciliación, es dejar a un lado los odios, dejar a un lado esas envidias, esos miedos, el país necesita reconciliarse y ojalá esta contienda política sea civilizada, con argumentos más que con emociones.
¿A qué atribuye el hecho de que buena parte de los colombianos no valoren en su justa medida lo que significa haber logrado que la guerrilla más antigua del mundo haya dejado las armas y se esté convirtiendo en un partido político?
La bruma, la neblina que producen los odios, las divisiones y la política no han dejado ver bien la realidad de los hechos. Desde el exterior no se tiene esa distorsión, por eso valoran tanto lo que aquí se ha hecho.
Yo espero que cuando esa neblina se disipe, más colombianos reconozcan no solo el resultado de la paz, sino todo lo que se ha hecho para modernizar el país, para mejorar las condiciones sociales, para fortalecer la economía y nuestro reconocimiento internacional.
Yo he visto mucha alegría y emoción. Sin embargo, creo que para muchos es difícil conectarse con algo aún desconocido. Los colombianos quieren –y a eso debemos dedicarnos todos— ver cómo las oportunidades que nos trae la paz se hacen realidad con más presencia del Estado en las regiones afectadas, con el regreso de los campesinos a sus tierras, con más inversión y más turismo. Estoy convencido de que el país entero va a sentir y a vivir la diferencia entre el conflicto y la paz.
La decisión que tomamos como colombianos de acabar esta guerra es reconocida en el mundo entero, más aún en momentos de tanta convulsión y violencia. Como dijo el expresidente uruguayo José Mujica, ‘Colombia es un laboratorio de la historia y no podemos fallar’.
¿No será que el rechazo a los acuerdos de paz se origina en gran parte en el odio que los colombianos le tienen a las Farc? ¿Usted dimensionó ese odio durante el proceso?
Eso es cierto, la gran mayoría de los colombianos no tienen sino un sentimiento negativo frente a las Farc, no les creen y por eso cualquier argumento a favor del proceso recibía una mala receptividad, porque se hacía en un ambiente de incredulidad y escepticismo debido a eso que usted menciona.
Algunos analistas, basados en lo que ha ocurrido en otros procesos de paz en el mundo, dicen que un país tarda entre 15 y 20 años en perdonar los delitos que cometió una guerrilla que se desmoviliza.
¿Usted siente que ya perdonó a las Farc por los crímenes que cometieron?
Los colombianos estamos aprendiendo a convivir, a respetar las diferencias, a debatir sin violencia. Habrá justicia, verdad, reparación y garantía de no repetición para las víctimas, pero el perdón es una decisión personal e individual. Si dejaron las armas, es hora de dejar los odios.
¿Pero cuánto cree que los colombianos se van a demorar para perdonar a las Farc?
Eso depende de cada persona, hay personas que perdonan rápidamente, hay personas que nunca perdonan. Pero, inclusive, no se trata de perdonar, se trata más bien de aceptar la situación y mirar para adelante.
Le quiero decir algo: las víctimas me han dado una lección de vida, yo pensé que iban a ser las más reacias a perdonar y pensé que iban a ser las que más iban a cuestionar la justicia transicional, pero me demostraron que estaba equivocado, que son las más propensas a perdonar y las más entusiastas de que se termine este conflicto, con una generosidad inmensa.
Yo les pregunto a esas víctimas: ¿a usted, que le mataron a su papá, a su mamá o a su hija, no siente mucha rabia? Me dicen: ‘Por supuesto que siento rabia, pero no quiero que otra gente sufra lo que yo sufrí’.
¿Le preocupa que en el 2018 triunfe un miembro de la oposición y haga trizas lo acordado con las Farc?
La paz es real y con la dejación de las armas por parte de las Farc no tiene marcha atrás. Solo en estos últimos seis meses se han salvado cerca de 2500 vidas y los campesinos están volviendo a sus tierras.
¿Eso quiere decir que el próximo Presidente no va a poder alterar lo que se acordó en La Habana?
Esto es como los tratados internacionales, una vez se firman y se aprueban por el Congreso, pasan a ser parte de nuestra Constitución. Los presidentes que vengan no lo pueden echar para atrás, porque es la palabra no del Presidente sino de un Estado, la palabra empeñada de un Estado y cometeríamos un acto de perfidia en echarnos para atrás y en incumplir lo que se pactó.
¿Eso quiere decir que los que dicen que volverían trizas el acuerdo están equivocados?
Quienes manifiestan eso están haciendo política porque no se puede hacer trizas un acuerdo que ya es parte de nuestra Constitución. Les hago una pregunta muy sencilla: ¿ustedes creen que alguien en sus cinco sentidos va a volver a armar a las Farc, les va a devolver todos los fusiles para que vayan al monte a seguir secuestrando, a seguir atacando a la población civil y a seguir volando oleoductos? Por eso digo que esas manifestaciones son producto de esa política que ha generado una bruma, una neblina, que no deja ver las cosas en su verdadera dimensión.
La paz fue el tema central de las elecciones del 2014, ¿cree que en el 2018 ocurrirá lo mismo?
Superado el conflicto, sentadas las bases sólidas de la construcción de la paz, lo que Colombia debe pensar y decidir es cómo seguir adelante con la reconciliación y en cómo aprovechar las oportunidades que nos trae la paz.
El haber concluido el conflicto con las Farc nos permite enfocar mayor tiempo y recursos en mejorar la calidad de vida de los colombianos, una tarea que debe continuar quien ocupe mi lugar.
Sin conflicto, el debate deberá ser sobre qué modelo de desarrollo debemos perseguir, un populismo de extrema derecha, uno de extrema izquierda o el extremo centro que hemos defendido: la tercera vía.
Creo firmemente que esto último es lo que más le conviene al país. Los avances en materia de pobreza, generación de empleo, educación, infraestructura, vivienda o agua potable así lo demuestran. Proseguir ese camino es lo que debemos hacer en el futuro.
En mucha gente ha causado desconcierto que mientras el tribunal de la Jurisdicción Especial de Paz, JEP, aún no se ha integrado, la justicia ya ha dejado libres a personas responsables de crímenes tan atroces como la bomba del Club el Nogal. ¿No sería mejor esperar a que ese tribunal se integrara y se encargara de resolverles la situación?
Todos aquellos responsables de delitos atroces tendrán que presentarse ante la JEP. Las personas vinculadas ya a procesos de este tipo se encuentran en libertad condicionada, si ya han cumplido más de 5 años en la cárcel, o están siendo trasladados a la zona veredal de Mesetas para seguir cumpliendo con su condena de privación de la libertad hasta que se puedan acoger a la JEP.
Todas estas personas, además, están obligadas a cumplir una serie de requisitos y quienes no cumplan perderán todos los beneficios y serán castigados por la justicia ordinaria.
Hay personas que temen que las zonas veredales, que se concibieron como transitorias, terminen convirtiéndose en permanentes y en una especie de pueblos de las Farc. ¿Ese riesgo existe?
Las zonas veredales van hasta el 1 de agosto. A partir de esa fecha se convertirán en Centros Comunitarios de Capacitación y Reincorporación para las comunidades y los excombatientes, bajo control del Gobierno.
Pero más allá de cómo se llamen, van a seguir existiendo. ¿No se corre el peligro de que se conviertan en unos pueblos de las Farc y que los exguerrilleros no se integren a la sociedad si no que se queden viviendo en esos 26 lugares?
Mi gran reto ahora es eso que usted acaba de mencionar: la reintegración. Para ellos es muy importante y para la sociedad colombiana es muy importante que ellos sientan y tengan las posibilidades para reintegrarse, para volverse ciudadanos comunes y corrientes.
Vamos a aprovechar que están en las zonas para ofrecerles esa posibilidad y eso es lo mejor que le puede pasar a ellos y a los colombianos en general.
En la medida en que podamos utilizar esas zonas para hacer esa transición, van a ser muy útiles.
Mientras la oposición parece estar muy unida de cara a las elecciones del 2018, quienes defienden el proceso de paz están atomizados. ¿No es grave eso para la implementación definitiva de los acuerdos?
Estamos avanzando con lo que nos corresponde para cumplir el acuerdo y saldando la deuda histórica con aquellos territorios a los que el Estado no había podido llegar. Las inversiones para las comunidades en las zonas más afectadas por el conflicto hacen posible las oportunidades reales que trae la paz.
El 15 de julio se inician los Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial en 16 zonas que van a permitir que las comunidades, con las autoridades locales y el Gobierno Nacional, prioricen las obras de infraestructura más urgentes para ellas.
También iniciamos el programa de sustitución de cultivos con más de 80 mil familias que van a tener por fin una alternativa legal y sostenible para cultivar la tierra. También va a poder llegar la inversión para carreteras, colegios, hospitales. Este camino es irreversible y las zonas más afectadas por el conflicto están sintiendo ya los beneficios de la paz.
¿Qué tanto le preocupan los bajos índices de aprobación que, según las encuestas, tiene su labor de Gobierno?
Siempre he creído que mi deber es hacer lo correcto, no lo que sea popular. Uno no puede tomar las decisiones importantes mirando las encuestas. El capital político es para gastarlo o para invertirlo y eso es lo que hemos hecho.
Y si no le preocupan las encuestas, ¿qué lo trasnocha?
Cuando uno hace lo correcto, cuando tiene paz en su conciencia, eso se traduce en tranquilidad, porque si hubiese hecho algo indebido, algo incorrecto, eso sí me trasnocharía, sí me quitaría el sueño.
Pero creo que en estos siete años que vamos a cumplir, he tomado las decisiones de buena fe. Por supuesto que me he equivocado, por supuesto que, como cualquier ser humano, hemos cometido errores, pero creo que en lo fundamental hemos obrado bien y eso le da a uno una gran tranquilidad de conciencia.
¿Qué consejo le daría a su sucesor?
Primero, que no se deje sacar de quicio, que mantenga la calma, que tenga claro que todas las dificultades traen oportunidades.
Yo soy un optimista por naturaleza, trato de encontrarle oportunidades a las dificultades.
Hay otras personas que tratan de encontrar dificultades a las oportunidades, que son los pesimistas. Trato de inculcar optimismo, esa actitud de la gente ayuda mucho a que las políticas públicas funcionen mejor, a que la economía funcione mejor.
Trato de alimentar el optimismo, de ser buena gente en el sentido de aceptar las diferencias, aceptar las críticas. Le diría a mi sucesor que no se deje sacar de casillas por las críticas. Las críticas son útiles, son un polo a tierra.
Muchas veces uno cree que está haciendo las cosas bien, y resulta que no las está haciendo tan bien y son las críticas las que ayudan a apreciar los errores y a corregirlos. Por eso hay que tratar de recibirlas con buen talante.
"La Alianza del Pacífico es el proceso de integración más exitoso de Latinoamérica"
¿Cuál es el balance que usted hace de la Cumbre de la Alianza del Pacífico que acaba de concluir?
Muy positivo. Colombia recibió la Presidencia de la Alianza del Pacífico. Los presidentes reafirmamos nuestro compromiso con este proceso de integración, el más exitoso de la historia de la región. Además, es una gran plataforma para nuestra economía.
Por ejemplo, al crear la figura del Estado Asociado se amplían las oportunidades comerciales para nuestros empresarios. Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Singapur serán los cuatro primeros en esa categoría.
La Alianza del Pacífico ya es el primer comprador de los productos del Valle del Cauca. ¿Cuál es la importancia para el departamento y el país de este mercado de más de 200 millones de habitantes?
El Valle del Cauca se ha beneficiado mucho de la integración y puede hacerlo aún más. El potencial para los azúcares de caña, confites, cosméticos, medicamentos, entre muchos productos, es enorme. Esto genera más empleo y crecimiento.
¿Qué papel puede jugar la Alianza para la redención del Pacífico colombiano, una región que tantos problemas tiene?
El Estado tiene una deuda histórica con la región, pero estamos cambiando esa historia. En este Gobierno hemos invertido más que ningún otro en los cuatro departamentos. El Pacífico está recibiendo la inversión más alta de su historia, en carreteras, puertos, aeropuertos, colegios, puestos de salud, acueductos y alcantarillados. La Alianza del Pacífico, sumada a la paz, nos permitirá hacer mucho más.
La Alianza es mucho más que un tratado de libre comercio. ¿La idea es que llegue a convertirse en una versión latinoamericana de la Comunidad Europea y que, por ejemplo, algún día un trabajador colombiano pueda laborar sin restricciones en alguno de los países que la integran?
Hacia allá nos estamos moviendo. El libre tránsito de personas, bienes y capitales. Este ha sido el proceso de integración más exitoso de América Latina. Estamos impulsando el crecimiento y la competitividad de nuestras economías y sobre todo el mejoramiento de la calidad de vida de nuestros ciudadanos. Los beneficios ya los están viendo estudiantes, exportadores y turistas.
¿Cómo se beneficia o puede beneficiarse el ciudadano del común en el corto plazo de la integración generada por la Alianza del Pacífico?
La Alianza trae beneficios concretos para el ciudadano del común y para los empresarios. Algunos ejemplos: hemos otorgado becas a jóvenes colombianos que pueden estudiar en Chile, Perú o México. Los colombianos ya no necesitan visas para esos países.
La Alianza abre las puertas a más inversiones, más exportaciones y eso significa más empleo y más progreso. Desde 2012, gracias a las inversiones recibidas en el marco de la Alianza, se han creado más de 24 mil empleos en nuestro país.