Las conversaciones de paz entre el Gobierno de Iván Duque y la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) están cada vez más enredadas.
En la madrugada del lunes, los elenos emitieron un comunicado de ocho puntos reclamando un cese bilateral y denunciando “escalada del conflicto” en su contra en el territorio nacional.
Diez horas después, el Presidente reiteró sus condiciones para volver a la mesa: liberar todos los secuestrados y poner fin a las actividades delictivas.
Son las mismas peticiones que ha hecho el Mandatario, incluso, desde cuando estaba en campaña para llegar al primer cargo del Estado. Sin embargo, el tire y afloje se mantiene.
“A lo largo de los 17 meses del proceso de diálogo cumplido por la Administración anterior, ese grupo armado perpetró más de 430 actos criminales, entre ellos, más de 100 personas asesinadas”, precisó el Jefe de Estado y sentenció: “Eso es todo, menos voluntad de paz”.
Pero la Dirección Nacional del ELN asegura que “para dar tiempo a que los militares entreguen resultados en su confrontación bélica, Duque no reanuda las conversaciones, se levanta de la mesa y sigue sin nombrar sus representantes en ella”.
Ya en septiembre la guerrilla había expresado su disposición de seguir hablando de paz y liberó a nueve personas que estaban en su poder, aunque la condición inicial del Gobierno era devolver a 25 secuestrados.
Carlos Alberto Velandia, exmilitante del ELN, dice que el cruce de acusaciones y exigencias entre el grupo subversivo y el Presidente son nocivas y exige que las partes reconozcan que la suspensión de los diálogos refleja la crisis de la paz.
Agrega que es necesario que ambas deben desistir de utilizar los medios de comunicación para fijar sus puntos de vista y establecer un mecanismo de contacto para elaborar una hoja de ruta hasta el inicio de las conversaciones formales.
“Ese mecanismo debe ser extraoficial, no público, confiable para las partes, puede ser una persona o una institución no gubernamental, con experiencia y credibilidad”, precisó el gestor de Paz.
Los diálogos de paz con el ELN iniciaron en febrero de 2017 en Ecuador, pero el asesinato
de tres periodistas de ese país obligó a mover la sede a Cuba.
¿Pero tienen futuro las negociaciones entre el ELN y el Gobierno? ¿Qué hay detrás de la insistencia de la guerrilla en establecer un cese el fuego bilateral?
Jhon Marulanda, especialista en Seguridad, dice que el ELN es insistente porque “este Gobierno no ha ejercido la fuerza que se necesita para que la guerrilla ceda. No se trata de dar de baja a guerrilleros, sino a las cabezas de la subversión, como en el caso de las Farc con ‘Alfonso Cano’”.
Asegura que los cabecillas del Ejército de Liberación Nacional están “bien cuidados” en Cuba y Venezuela, pero “a las cabezas no les duele la guerra”.
A su juicio, esta mesa es un “cadáver insepulto” y aunque la posición de Duque ha sido “discreta, prudente”, se mantiene firme en que si no cumplen unas condiciones, no habrá diálogo sobre la agenda pactada con el Gobierno de Juan Manuel Santos.
Marulanda considera que a todas luces el problema de no regresar a la mesa de negociaciones sería para el ELN, porque las Fuerzas Militares entrarán a debilitarlos en el monte, a no ser que “decida pasar a acciones urbanas. En todo caso, el Gobierno tiene con qué contrarrestar sus acciones”.
El diputado venezolano Américo de Grazia denunció que el fin de semana el ELN cometió una “masacre” en el estado Bolívar (sur, fronterizo con Brasil), en zona minera de Tumeremo.
Mientras, Federick Massé, analista del conflicto armado en Colombia, sostiene que la insistencia de que se declare un cese bilateral del fuego puede estar relacionada con la necesidad de la guerrilla de fortalecerse en algunos sectores. No se atreve a hablar de un plan orquestado para tal fin, pero recuerda que las autoridades reconocieron que durante el cese pasado, durante el Gobierno Santos, varios frentes se fortalecieron. “Tal vez el presidente Duque tema que si se van a un cese bilateral, las negociaciones puedan empantanarse”, sostiene.
Sin embargo, Massé está convencido de que un cese el fuego bilateral por razones humanitarias sería “muy conveniente”, pero estratégicamente no, ya que las conversaciones no han avanzado sobre temas de fondo.
“Creo que si el ELN quiere avanzar, podría decretar un cese unilateral por algunos meses como gesto de buena voluntad, pero insistir desde el inicio en ello, en lugar de propiciar o favorecer los escenarios de negociación, solo sirve para congelar la relación con el Gobierno”, dice el experto, al tiempo que asegura que haber iniciado los diálogos por ese punto fue un error del Gobierno Santos, ya que un cese es lo primero que se puede romper en caso de que la negociación no funcione.
Ante el congelamiento de las conversaciones, la Comisión de Paz del Senado le envió un comunicado al Jefe de Estado para reiterar su ofrecimiento como mediador en este caso.
“Entendemos, como Comisión de Paz mediadora, que para lograr cualquier cese de violencias se necesita dialogar y reafirmamos nuestra voluntad de ayudar en esa mediación”, dijo el senador Roy Barreras, quien hizo parte de los diálogos con las Farc.
Circular roja
Por los delitos de secuestro simple agravado, homicidio agravado y hurto calificado y agravado, la Interpol emitió circular roja en contra de Gustavo Aníbal Giraldo Quinchia, jefe del ala militar del ELN conocido como ‘Pablito’, que tiene bajo su cargo el Frente de Guerra Oriental y es integrante del Comando Central (COCE) desde 2015. La Fiscalía General de la Nación lleva un proceszo en su contra por el secuestro de tres periodistas.
‘Pablito’ se mueve en la zona de Arauca, Boyacá y Casanare. Ingresó a las filas de esa guerrilla en 1997 para cometer acciones delictivas en inmediaciones de Arauquita. Por su conducta bélica, en 2000 asumió como comandante del frente Domingo Laín Sáenz.
Esta es la segunda circular roja que la Interpol expide en contra de un integrante del ELN este mes. La primera fue en contra de Nicolás Rodríguez Bautista, ‘Gabino’.
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