La tarea fundamental la cumplen Cuba y Noruega, como países garantes. A ellos se suma la gestión de los acompañantes: Venezuela y Chile, y la de los enviados especiales de EE. UU., Unión Europea y la ONU.
La madurez alcanzada por el proceso de paz que adelanta el Gobierno con la guerrilla de las Farc fue demostrada en las dos últimas semanas, cuando la negociación atravesó uno de los momentos más críticos en los tres años y medio que lleva, por la presencia de los jefes insurgentes haciendo política acompañados de hombres armados en un corregimiento en La Guajira.
Ese extraño acto, con muestras culturales, música, un asado compartido con la comunidad, diatribas políticas en favor de la paz y la presencia de guerrilleros armados controlando el acceso a una escuela de Conejo, municipio de Fonseca, llevó al Gobierno a disponer, de forma unilateral, un nuevo procedimiento para permitir la llamada pedagogía de la paz, pactada para que los jefes negociadores de la insurgencia hablaran con sus bases.
En ese momento crítico apareció una figura que, como nunca antes en procesos de paz en Colombia, ha sido fundamental para que llegue a estar tan cercana la posibilidad de terminar el conflicto armado. Se trata de la comunidad internacional, representada por los países garantes: Cuba y Noruega; los acompañantes desde el inicio: Venezuela y Chile, y los que anunciaron el acompañamiento en algún punto de los últimos dos años: Estados Unidos, la Unión Europea y la Organización de las Naciones Unidas.
En medio de la crisis de La Guajira, el propio canciller de Noruega, Borge Brende, y un vocero del Gobierno cubano, de forma extraordinaria se reunieron en la noche del domingo 21 de febrero con el presidente Juan Manuel Santos, para ayudar a superar el impasse.
En menos de 48 horas lograron pactar con las partes una salida al grave problema y garantizaron que los negociadores guerrilleros, en cabeza de su jefe de misión, alias Iván Márquez, retornaran a La Habana, para seguir con la fase final de la negociación.
Gracias al apoyoUna de las víctimas de las Farc y quien fue secuestrado precisamente en medio de un proceso de paz, el que hizo el presidente Andrés Pastrana, es el exgobernador del Meta Alán Jara. Él considera que lo hecho por los países que rodean al proceso ha sido fundamental, lo que no había ocurrido en ocasiones pasadas.
Lo que sucedió en San Vicente del Caguán, en la zona de despeje, es que nunca hubo un pacto de verificación, es decir no existieron los países garantes; hubo sí un acompañamiento de muy buena voluntad, pero no pactado por las partes. Ese instrumento siempre es útil y así se ha demostrado en todos los procesos de paz del orden internacional, declaró Jara, quien estuvo más de siete años privado de la libertad desde cuando la guerrilla lo bajó de un carro que tenía logo y bandera de la ONU, lo que no les importó.
El analista y profesor John Mario González coincide con Jara e incluso dice que en Colombia se le ha restado la importancia que ha tenido para el proceso esta asesoría y mediación: Se ha subestimado el apoyo internacional a Colombia. El expresidente Álvaro Uribe ha sido exitoso en minar el consenso para el apoyo al proceso de paz; ese acompañamiento lo blinda de que en una eventualidad intervenga la Corte Penal Internacional.
Jaime Fajardo Landaeta, exmilitante de la guerrilla del Ejército Popular de Liberación EPL- y hoy asesor de paz (lo ha sido en los gobiernos de Álvaro Uribe y a niveles regionales) sostiene que el proceso actual tiene en el apoyo internacional un fundamento clave: Nunca había visto una comunidad internacional tan unida a un proceso de paz, porque antes no logramos eso, ni con el presidente Andrés Pastrana. Hoy tienen que aprovechar esa capacidad que hay de toda una comunidad, incluso con los Estados Unidos.
Una ayuda particularEl analista González recordó el papel que jugó en el proceso de paz del gobierno Pastrana el entonces enviado de la ONU, el alemán (con nacionalidad estadounidense) James Lemoyne, quien fue muy cercano al mismo, pero a quien al final se le consideró como uno de los actores que llevó al traste la negociación con las Farc.
El papel de estos países garantes e incluso de la misma ONU ha sido muy discreto, no como el que cumplió el enviado en el proceso de paz de Pastrana, James Lemoyne, quien hizo un show de su gestión.
En efecto, a Lemoyne se le criticó porque tuvo mucha figuración mediática, lo cual le llevó a que en momentos de la negociación hiciera comentarios que no ayudaban al avance de la discusión que tuvieron Gobierno y guerrilla.
Momentos claveOtro momento en que el papel de los garantes resultó fundamental, fue en noviembre de 2014, cuando ayudaron a solucionar el lío por los secuestros del general Rubén Darío Alzate, una abogada y un cabo del Ejército, en confusos hechos en una región del Chocó.
El diálogo discreto también evitó que el proceso se resquebrajara en abril de 2015, cuando las Farc hicieron, en el Cauca, una emboscada a una patrulla del Ejército en la que murieron trece soldados. Cuba y Noruega ayudaron a que unas semanas después el norte de las conversaciones se retomara.
Y en agosto de 2013, en otro momento crítico, cuando las Farc suspendieron de forma temporal y unilateral la discusión en la mesa y el presidente Santos ordenó el regreso de sus negociadores, los buenos oficios de los garantes aportaron para que se superara el problema.
Una petición más, escuchada en la actual negociación, fue cuando Cuba y Noruega hicieron un llamado al desescalamiento de la guerra, lo cual llevó a que las Farc hicieran más real la suspensión de sus ataques, pero también a que el Gobierno se mantuviera en el propósito de no hacer bombardeos a los campamentos de los guerrilleros.
Otros protagonistasDe la mano con los países garantes ha trabajado el Comité de la Cruz Roja Internacional (CICR), debido a que ese organismo es el que ha coordinado en todas las ocasiones los traslados de los jefes guerrilleros.
Incluso, la gestión del CICR se ha dado luego del grave inconveniente que se presentó durante el operativo de rescate de la dirigente Íngrid Betancourt, tres estadounidenses y un grupo de militares colombianos, para el cual se camuflaron dos helicópteros militares con logos de esta institución humanitaria.
En su condición de países acompañantes, Venezuela y Chile también han contribuido al buen desarrollo del proceso de paz, especialmente en el inicio, momento en que para la negociación era fundamental la figura del apoyo de gobiernos que fueran cercanos a las partes.
En el caso de Venezuela, y pese a las dificultades diplomáticas, el presidente Juan Manuel Santos ha logrado que los dos mandatarios de esa nación que han acompañado la negociación: Hugo Chávez y Nicolás Maduro, mantengan una distancia necesaria al desarrollo del mismo, pero sin alejarse demasiado, como para generar desconfianza entre los guerrilleros.
Finalmente, las decisiones del gobierno de los Estados Unidos y de la Unión Europea de designar a Bernie Aronson y a Eamon Gilmore (respectivamente) como enviados especiales para acompañar la negociación, han servido para que se consolide el propósito de terminar el conflicto.
También, la aceptación de la ONU de hacer las veces de verificación en el posconflicto, decisión que surge como la mayor validadora del compromiso de la comunidad internacional con el proceso.
De esa manera, y con el anhelo de que este marzo se firme el acuerdo final, todos estos países y organizaciones están escribiendo un capítulo especial en la historia de Colombia, en el que se cuente cómo se logró llegar a la terminación del conflicto armado interno más antiguo del hemisferio occidental.