Ser una persona optimista es ser una persona realista, que es capaz de percibir en la adversidad algo positivo, por mínimo que sea, que le permite sobrellevar la situación y verla con mejores ojos. Una persona optimista no busca maquillar la realidad, sino que la acepta tal y como es, pero aún así no pierde la esperanza de que lo malo llegará a su fin,
vendrán momentos mejores e igualmente, de estos sucesos quedará un aprendizaje que le ayudará a ser mejor persona. Esa es la conclusión a la que llegan los expertos sobre lo que significa ser una persona optimista.
“El optimismo debe ser visto como una forma de pensar de manera realista, pero con un propósito claro. Cuando se mantiene el optimismo, se puede percibir con más claridad y objetividad la situación, lo que facilita la capacidad de sobrellevar las cosas”, comenta, por ejemplo, el psicólogo Pablo Monsal.
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Para él, la actitud optimista inicia con la forma de pensar acerca de las situaciones que ocurren en la vida diaria. La gente puede ver los sucesos como algo negativo o amenazante y que genere mucha ansiedad, o simplemente puede percibirlos como lo que son, circunstancias que están fuera de ellos mismos y de las cuales no siempre se tiene el control.
“El optimismo ocurre en ver cada situación como una oportunidad de mejora y de cambio que inicia en nosotros mismos. E incluso, cuando la circunstancia sea difícil, ésta puede sacar de nosotros nuevas habilidades, cualidades y aptitudes que no sabíamos que estaban en nuestro interior”, comenta Monsal.
Para el experto, el optimismo sólo es una manera de ver las crisis como oportunidades de crecimiento, porque en ellas hay una mayor posibilidad de aprender a enfrentar las adversidades, e incluso de observar la vida con unos lentes más realistas pero que muestran posibilidad. Monsal también aclara que este proceso de aprendizaje ocurre con mayor facilidad si hay menos interacción con ideas que estimulen pensamientos negativos o pesimistas.
Similar piensa la psicóloga Paula Dávila, para quien las personas que se conocen como positivas, son aquellas que tomaron la decisión de encontrar el lado positivo en cualquier situación que se le presente. Pero, aclara que esto no se da de manera innata, sino que es una conducta que se aprende, que por lo general se imita y copia de quienes se tiene alrededor, especialmente cuando se está en proceso de formación. En conclusión, es en la crianza y en las conductas aprendidas en casa, que se crean las bases para tener una personalidad que tienda a ser más positiva o negativa.
No obstante, para Carla Villa, vocera para Latinoamérica del International Coach Federation, la capacidad de ser una persona optimista, también está influenciada por el entorno en el que se crece y en el que se vive y no única y exclusivamente por las relaciones interpersonales que se tengan.
“Para mí el optimismo es una mezcla entre la actitud frente a la vida y las condiciones por las que atravesamos. Si yo soy una persona que vive en pobreza extrema, seguramente no pensaré con mucho optimismo, porque tengo que ocuparme del día a día, de buscar la alimentación y bienestar de mis hijos. Pensar en necesidades inmediatas básicas, obliga a dejar de lado cualquier actitud optimista frente a la vida y cualquier actitud de esperanza, porque estoy muy ocupada resolviendo el día a día”, explica Villa.
Y continúa, “si en cambio tengo diferentes oportunidades para crecer, para tener un desarrollo laboral y personal, si tengo una familia que me brinda su apoyo y soporte, en ese contexto es más fácil que la gente pueda ser optimista, porque tienen de donde agarrarse, cuando las cosas están mal. El optimismo no es solamente una actitud frente a la vida, también se relaciona con las condiciones en las que vivimos.
Desarrollar hábitos positivos para la salud
Según la psicóloga Linda Orcasita, la actividad física, artística, espiritual, emocional y recreativa, ayudan en el proceso para que las personas mantengan una actitud positiva frente a la vida o por lo menos una mentalidad menos agobiada por las situaciones negativas que ocurren en el exterior.
“Este punto es muy importante, porque hay que recordar que los humanos no solo somos mente, también somos cuerpo y el cuerpo requiere, por la situación que estamos afrontando del entorno social, un espacio para canalizar esas emociones negativas, a través de la actividad física (como el deporte) o la artística, como el arte o la escritura. La parte espiritual, también se vuelve vital, para aquellos que tienen alguna creencia. Mientras que en la parte emocional es necesario prestar atención a la forma como se expresa el dolor, la alegría, la rabia, la tristeza. Si se trabajan aquellos elementos se podrá un mayor soporte”, explica la experta.
Por su parte, la psicóloga clínica Paula Dávila recomienda un cambio de mentalidad frente a la vida. Primero que todo, invita a las personas a modificar la forma en que reciben lo que ocurre y propone evaluar las situaciones de la forma más objetivo posible, para poder ver los pros y contras de cada problema y entrar a darle más peso a los pro, a lo que se gana, que a lo que se pierde, para mantener la actitud positiva. “Buscar siempre el aprendizaje, ver el momento difícil como una apuesta o un reto para crecer. Esto, por supuesto, redundará en una ganancia posterior. Por eso, aunque la situación no sea la mejor, uno siempre se verá beneficiado”.
Davila también invita a las personas a pensar que todo puede estar bien, porque cuando uno se conecta por el lado positivo de la situación, a pesar de que no sea ni fácil ni perfecta, eso genera una apertura y una postura más amable frente a lo que sucede. “Hay que saber y mantener presente que todo, absolutamente todo, pasa. Los buenos momentos terminan, al igual que las cosas negativas. Todo inicia y finaliza. Si tenemos eso presente seremos capaces de mantenernos equilibrados”, explica.
En conclusión no solamente tiene que ver con las personas, también tiene que ver con el contexto en las que se mueven esas personas”.
Para Villa, el optimismo es la base de la autoconfianza, que permite creer que algo es posible. Es pensamiento multilateral que ayuda a que las personas no se hundan en el fatalismo o en el pensamiento de que todo es una desgracia permanente. El optimismo permite que la gente piense que en el futuro las cosas pueden cambiar a mejor, pero recalca que la situación socioeconómica facilita esos pensamientos esperanzadores de mejora.
Aparte, Villa aclara que si uno ya es una persona optimista y quiere ayudar a otro a vibrar bajo la misma tónica es importante, en primera instancia, compartir con el otro la forma en la que uno ve la vida y lo que significa para uno una nueva oportunidad.
“A veces los optimistas pueden llegar a agobiar a los demás, porque quieren ver al otro bien y alegre. Quieren que la gente esté todos los días sonriendo, que no pasen por ningún malestar y esa no es la idea. Para ser optimista primero se necesita aceptar lo que se está viviendo, ver qué posibilidades de acción hay a futuro y luego creer que esto es posible. Es esencial respetar lo que piensan los demás, es importante entender por lo que pasan los demás y compartir nuestro punto de vista con el otro, en vez de decirle a la gente lo que tiene que hacer, porque todos quieren ser el protagonista de su historia y encontrar su propia manera de llegar a mayor bienestar ”, dice Villa.
Fortalecimiento de redes de apoyo
Orcasita comenta que diversas investigaciones han demostrado que las personas se ve beneficiadas en su salud física y mental, si sienten vínculos de apoyo ante situaciones estresantes del entorno. “Donde se perciba que hay un buen apoyo emocional, informacional y material mejora su condición”.
Además, según Dávila, el optimismo al ser una conducta aprendida del entorno, hace importante que las personas se rodeen de gente positiva y optimista, que les permita mantener esa mentalidad frente a la vida.
“Todo lo que el otro hace nos impacta y lo que nosotros hacemos impacta al otro. Cuando trabajamos en ser personas positivas, ahí también impactamos al otro a ser una persona positiva. Cuando tenemos dificultades para manejar nuestras emociones y nos vamos por el lado de la queja, hay que ser consciente de que eso impactará al entorno en el que me muevo”, aclara.
Actos de servicio
Entrar como voluntario a una fundación, enviar donaciones a los más damnificados, regalar cosas que ya no se utilicen. Según Orcasita, estos pequeños actos de servicio son elemento es fundamental, porque el hecho de poder servir a alguien más, hace que en la persona se genere un sentimiento de aporte a la sociedad, el cual en muchos casos genera bienestar, felicidad y esperanza.
Este último sentimiento es de vital importancia, porque, como lo explica Carla Villa, vocera para Latinoamérica del International Coach Federation: “es importantísimo ver una posibilidad al cambio en el futuro. A veces pensamos que por más dolorosos que sean los momentos que vivimos, estos son insuperables, pero no necesariamente es así. Es importante impregnar cada momento con esperanza, sentimiento que tiene que ver con lo que nosotros creemos que puede pasar a futuro. No solamente dependemos del optimismo puramente, también de la esperanza, el positivismo, la buena energía, el pensar que es posible. Todos esos elementos nos ayudan a cambiar nuestros pensamientos negativos, para dar lugar a una nueva mirada más dinámica, enriquecedora y por qué no, completamente nueva”.
Pequeños logros
Gestionar la atención en los pequeños logros diarios ayuda a desarrollar el optimismo, según como lo plantea Orcasita.
Entre los pequeños logros diarios se pueden destacar: el poder tener salud y que los seres queridos estén sanos; tener un trabajo, en especial si es estable y bien remunerado en estos tiempos de incertidumbre; tener cerca a la familia y poder hablar con los seres queridos; o simplemente tener un aprendizaje nuevo, como una receta de cocina.
“Esta pandemia ha sido y es todavía una desgracia mundial, una situación muy dura, en donde todos nos hemos cuestionado a dónde vamos, quiénes somos, qué valor tenemos, qué valor tiene la vida, qué rápido se pasa el tiempo, cuántas cosas teníamos antes que ahora ya no, hasta hemos empezado a dar más valor a las cosas pequeñas. Nosotros tenemos que comenzar a ser conscientes de aquello que estamos viviendo ahora, y aprender a valorar más el futuro. En ese intento de manejar la situación, podemos compartir con los demás lo que estamos pensando y sintiendo de manera auténtica y eso creo que tiene mucho más impacto al momento de crear optimismo”, opina Carla Villa, para quien hay que sacar lo bueno de cada situación.
No negar emociones
El ser una persona optimista no hace que la tristeza desaparezca para siempre. Sería inhumano que las emociones negativas no volvieran a presentarse en la vida de una persona, porque, sin importar lo positivo de la vida, siempre habrá bajos. Lo importante no es negar la emoción negativa, sino saber manejarla.
“Cuando me entristezco, me digo a mí misma: “esto es impermanente, es natural y está bien estar triste”. Por ejemplo, con esta situación tan dura de la pandemia, en la que hemos perdido familiares y amigos, y en la que sin duda se nos baja la energía, considero que lo primero que hay que hacer es aceptar lo que estamos viviendo, darle lugar a las emociones, nunca negarlas, y luego pensar que pueden llegar mejores situaciones a futuro, que se pueden generar mejores condiciones. Eso me da ánimos para pensar que todo puede cambiar”, cuenta Villa.
Según ella, lo más importante es no negar el sentimiento, ni pelear con uno mismo, transformando lo que se tiene en algo que no es. Hay que aceptar lo que se vive, autovalidar lo que se siente y después, cuando pase la tormenta, siempre buscar tener esperanza, pensando que todo a futuro podría ir mejor.