La reciente pandemia del covid-19 dejó en gran parte de la población un mayor recelo del que ya había antes por enfermedades comunes como las gripas o los resfriados. Cuadros sintomáticos propios de las anteriores terminaron más de una vez relacionados al creciente virus, por lo que se tomaron mayores medidas de bioseguridad.
Y es que si bien la gripe es un mal bastante frecuente, el cual puede depender de factores tan simples como el entorno o los cambios de estaciones, también debe ser objeto de atención por parte de quien la llegue a padecer.
Es por eso que la Organización Mundial de la Salud realiza una serie clave de advertencias al respecto, describiendo sus síntomas y cada uno de los elementos que la rodean o componen.
“La gripe estacional se caracteriza por el inicio súbito de fiebre, tos (generalmente seca), dolores musculares, articulares, de cabeza y garganta, intenso malestar y abundante secreción nasal. La tos puede ser intensa y durar 2 semanas o más. La fiebre y los demás síntomas suelen desaparecer en la mayoría de los casos en el plazo de una semana, sin necesidad de atención médica. No obstante, en personas con alto riesgo (véase más abajo) la gripe puede ser una enfermedad grave, e incluso mortal”, menciona la entidad.
Esta, a su vez, afecta más a aquellas personas cuyas defensas no están en óptimas condiciones. Por ello, es importante fortalecer el sistema inmunológico a fin de reducir el riesgo de contagiarse de resfriados y otras dolencias. Así las cosas, los refuerzos deben tantos como sean posibles, ya que el factor de contagio es sumamente alto.
La gripe “tiene fácil propagación y se transmite rápidamente en entornos como las escuelas y las residencias de ancianos. Al toser o estornudar, las personas infectadas dispersan en el aire, a distancias de hasta 1 metro, gotículas infecciosas (con virus), infectando así a las personas cercanas que inspiran esas gotículas. El virus también puede transmitirse por las manos contaminadas. Para prevenir la transmisión hay que lavarse las manos frecuentemente y cubrirse la boca y la nariz con un pañuelo al toser. En los climas templados las epidemias estacionales se producen sobre todo durante el invierno, mientras que en las regiones tropicales pueden aparecer durante todo el año, produciendo brotes más irregulares”, agrega la OMS.
La naranja, aliado para prevenir el resfriado
Por eso existen productos de origen natural que pueden aportar en gran manera a mantenerse lejos de esa clase de enfermedades transmisibles.
Uno de los alimentos más comunes en las recomendaciones relacionadas a evitar el resfriado es la naranja, ya que como todos los cítricos es una rica fuente de vitamina C, los betacarotenes y otros componentes de este nutriente tienen un gran valor antiséptico, que además curan el dolor de garganta y la tos. También tienen un potente efecto antioxidante.
Por otra parte, los huevos son una rica concentración de vitaminas B6, B12, selenio y zinc, que son de gran importancia a la hora de fortalecer el sistema inmunológico. La proteína además mantiene el cuerpo protegido de virus o bacterias.
Por su parte, el yogurt tiene un alto contenido de probióticos, que son cultivos vivos cuya principal función es ayudar a la inmunidad física al evitar que las bacterias malas se desarrollen, generando bacterias buenas que se les sobrepongan.
Así como las frutas mencionadas, también hay verduras que ayudan a combatir los resfriados por su consumo de vitamina C. Algunos ejemplos claros de ello son las espinacas, las coles de Bruselas, la lechuga y el brócoli.
Finalmente, con todo lo mencionado también se suman algunos alimentos con efecto antibiótico tales como la cebolla o el ajo. Los dos cuentan con propiedades mucolíticas que ayudan a expulsar secreciones en las que se puede desechar cada porcentaje de la infección que haya ingresado al organismo.