Las articulaciones, puntos de unión entre los huesos del cuerpo humano, pueden ser el epicentro de un malestar que va más allá de lo físico.
El dolor en las articulaciones, un efecto secundario que no pasa desapercibido, puede emerger como un acompañante inesperado tanto del cáncer como de su tratamiento.
Si bien no siempre es atribuible al cáncer, este dolor puede cambiar la percepción que las personas tienen sobre su bienestar, a menudo empeorando la calidad de vida y llevando a decisiones difíciles, como interrumpir el tratamiento.
El dolor en las articulaciones, como un intruso silencioso, puede hacer su aparición en diversas áreas del cuerpo. Las manos, los pies, las rodillas, las caderas, los hombros, la espalda y la columna vertebral son algunos de los lugares donde este malestar puede manifestarse.
Síntoma de cáncer
Aunque a menudo es atribuido a la influencia del cáncer o sus tratamientos, también puede ser provocado por otras causas. Su impacto no puede ser subestimado, ya que no solo puede aumentar la percepción de otros síntomas del cáncer, sino que también puede llevar a la suspensión prematura del tratamiento.
El dolor articular no es un fenómeno uniforme; puede variar en intensidad, duración y naturaleza. Puede surgir de forma aguda durante el movimiento o ser constante, persistente incluso en momentos de descanso. Este dolor no solo interfiere con la rutina diaria, sino que también puede estar acompañado de síntomas adicionales como la limitación del rango de movimiento, rigidez durante o después de la actividad, hinchazón, enrojecimiento y calor en la articulación afectada.
Estos signos a menudo indican la presencia de inflamación, un proceso que puede estar asociado con condiciones como la artritis. La inflamación en las articulaciones puede tener diversas raíces, como infecciones, enfermedades autoinmunes o incluso la propagación del cáncer.
Cáncer y dolor en las articulaciones
La relación entre el cáncer y el dolor articular es una interacción compleja que puede deberse a múltiples factores. Por un lado, ciertos tipos de cáncer están más inclinados a desencadenar este tipo de malestar. Tumores cerca o en las articulaciones, como el cáncer de huesos o los que se propagan a través del hueso, pueden ser responsables del dolor articular.
Ciertos tipos de cáncer tienen más probabilidades de provocar dolor articular. El cáncer que se produce cerca o en una articulación, como el cáncer de huesos y el cáncer que se extiende al hueso, puede causar dolor articular. El cáncer de pulmón, el cáncer de mama, el cáncer de próstata y el mieloma múltiple son más propensos a afectar y extenderse al hueso. La leucemia, también puede hacer que las células cancerosas se agrupen en las articulaciones.
Cómo tratar el dolor articular
El tratamiento del dolor articular dependerá de la causa del dolor. En algunos casos, el dolor articular puede aliviarse con medicamentos, como analgésicos, AINE o corticosteroides. En otros casos, puede ser necesario realizar otros tratamientos, como fisioterapia, inyecciones de esteroides o cirugía.
Consejos para controlar el dolor articular
Hay algunas cosas que las personas con dolor articular pueden hacer para ayudar a controlar el dolor:
- Ejercicio: El ejercicio puede ayudar a fortalecer las articulaciones y mejorar el rango de movimiento.
- Relajación: La relajación, como la meditación o el yoga, puede ayudar a reducir el estrés y el dolor.
- Peso saludable: El exceso de peso puede aumentar la presión sobre las articulaciones, por lo que es importante mantener un peso saludable.
- Buena postura: Una buena postura puede ayudar a reducir la presión sobre las articulaciones.
El dolor articular puede ser un efecto secundario difícil de vivir para las personas con cáncer. Es importante hablar con el equipo de atención médica sobre el dolor articular para encontrar el tratamiento adecuado y controlar los síntomas.